Mucho silencio y mucha soledad. La compañía de cada uno de los hermanos son sus ovejas, además de su medio de vida. El perro es su particular mensajero, el que mantiene una mínima comunicación entre ellos. Los hermanos no se hablan pero está claro que no pueden vivir el uno sin el otro.
La imagen de las ovejas corriendo con sus patitas pequeñas en proporción al cuerpo superorondo, me recordó a algún dibujo animado... Gummi y Kiddi son un poco como dos carneros incluso en su aspecto físico, en sus barbas y pelos blancos y enmarañados, en sus jerseis de lana (que llevaba todo el pueblo, claro).
Me ha parecido una película cercana, sencilla, creíble, humana y muy tierna. La escena final, una de las más bonitas que he visto en mucho tiempo: maravillosa.

Esta película me ha encantado. Es muy tierna, triste, inocente, llena de magia, con toques de humor... La música ayuda en todo momento a crear ese ambiente mágico, así como algunos de los espacios por los que se mueven o en los que viven los personajes. El protagonista tiene una historia muy dura, pero sin embargo casi nunca pierde su sonrisa y consigue salir adelante en un mundo totalmente extraño para él. Otros personajes solitarios van apareciendo y ayudan a Henri en su aventura de descubrimiento de la vida igual que él los ayuda a ellos. En todo momento me ha recordado a Amélie. Puede ser que tenga algún elemento previsible pero creo que si se produjeran de otra forma romperían parte del encanto del filme. Henri tiene el don de llevarle la luz a los demás y tengo que reconocer que a mí me la ha traído.