Yo sí creo que este tipo de filmaciones deben estar presentes en esta web sobre cine, pues con independencia de la dificultad para puntuarlas, dada su antigüedad y los criterios estéticos y cinematográficos actuales, aportan una perspectiva histórica y social de gran interés sobre este arte y sus pioneros.

Incluso el mal gusto argumental de estos breves segundos de cine nos permite ahondar en qué clase de hombre era Thomas A. Edison y crear un debate serio sobre el uso que la ciencia ha hecho de los animales a lo largo de la Historia. No se deben destruir ni ignorar las pruebas del pasado pues remueven conciencias, al igual que sucede con el Holocausto judío, por poner un ejemplo aún más inhumano.

Y que no se repita.

El murciélago se transforma en una especie de brujo cuyos poderes hacen aparecer y desaparecer objetos y seres que utiliza para atemorizar a dos nobles que acuden al palacio. Todo es divertidísimo, aunque quizás asustase a los espectadores de su época, pero no deja de ser una actuación de magia con tonos de comedia, y con el mérito añadido de superar el minuto de duración, en un exitoso intento de crear una narración con introduccion, nudo y desenlace.

Un hombre es atosigado por los personajes de sus sueños y pesadillas. Parece a gusto con la presencia de la dama, e inquieto con la del músico y del arlequín. Los tres, y una estrafalaria luna, se asocian para desvelarlo hasta que consigue ahuyentarlos y descansar. Decorados cutres, bruscos saltos de montaje e interpretaciones hiper-exageradas. La inocencia y la imaginación en los albores del cine al servicio de una metáfora coherente sobre el insomnio.

Méliès traslada con asombroso virtuosismo técnico un número de magia sumamente complejo donde el prestidigitador juega a sacarse o ponerse la cabeza (¡y no sólo una!) como si de un sombrero se tratase. La actuación es divertida, pero lo que sorprende es lo bien hecho que está, de modo que resulta gracioso, ocurrente y muy eficaz.

Un ciclista, no muy listo, es atropellado en dos ocasiones en un intervalo de unos cinco minutos. En la primera, sólo hay daños materiales. En la segunda, físicos, de bastante gravedad. Esto altera la existencia de su padre, de un adolescente y de un humorista (excelente Sbaraglia), así como la de las familias de estos dos últimos.

Un relato intenso que critica el sensacionalismo de los medios de comunicación, lo manipulable que es la gente, la inefectividad judicial, la necesidad de asociarse al peligro para sobrevivir, y por encima de todo, la lucha incondicional de los padres por la protección de sus hijos.

Buen cine argentino, del que no juzga y muestra los hechos tal como son.