Una madre y su hijo, físicamente muy pálidos de piel y ojerosos, son atosigados en su propia casa por un personaje maligno de un cuento infantil, lo que desemboca en varios trastornos mentales que dificultan su integración en sus ambientes más cercanos. La hermana de la protagonista y su hija pequeña los repudian, ya que ellas tienen un rollo más de peli Disney, mientras que en el colegio deciden crearle al niño un itinerario educativo adecuado a su chaladura, algo con lo que la madre no comulga por ser discriminatorio.
La mayor parte de la película narra el tránsito a la locura del personaje de la madre, el cual es aburrido, con escenas largas y previsibles.
El niño intenta imitar todo lo que puede a Macalay Culkin, pero sin la misma gracia y con más grimilla.
Al final todo se enreda tanto que matar al monstruo es lo de menos, porque tanto la madre como el hijo se quedan más tronados que un preso de Guantanamo escuchando a Britney Spears.