Baarìa es una película hecha de recuerdos. Recuerdos que son los de Tornatore, pero que a mi (no sé a ustedes) me han llegado mucho porque podrían ser perfectamente los de mi abuelo en el campo extremeño durante el franquismo o los de mi padre en los 80. No es la historia de una familia, ni de un pueblo; es la historia de la clase obrera en el sur de Europa.

Buenas interpretaciones, buena fotografía, buena banda sonora... y en todo momento ese "sabor" a Tornatore.

Un film conmovedor, que mezcla la realidad más dura con la imaginación y la magia como solo saben hacerlo los sicilianos.

Me gustó que Tornatore no analizase el tema del movimiento obrero desde el rollo postmoderno, el relativismo y la ambigüedad (como está de moda en esta época) y se significase abiertamente. Hace falta en estos años de neoliberalismo atroz más cine político y social.

En el Siglo de Oro surgió un género propiamente español, que se anticipaba varios siglos al naturalismo de Zola y que sería decisivo en la historia de la literatura universal: la novela picaresca.
En el siglo pasado, desgraciadamente, José Antonio de la Loma aún tenía en las ciudades de España material de sobra para continuar esta tradición de narración realista, pesimista y descarnada. Nace un nuevo género (esta vez en el cine), también propiamente español, que entronca directamente con las novelas sobre la vida de los pícaros y que en mi opinión no ha recibido el reconocimiento que se merece: el cine quinqui.
Juan José Moreno Cuenca, como un Lazarillo de los 80, nos narra su vida desde el penal de Ocaña. Delincuencia, correcionales, persecuciones, tetas... todos los ingredientes de un hito del género.
Aunque supone un valioso documento sociológico sobre el lumpen español (y en ocasiones es bastante entretenida), el guión es pobre, las interpretaciones son lamentables, el sonido peor... en definitiva, no es una buena película, ni mucho menos.
Eso sí, es mítica. En tiempos de mi viejo los macarras se levantaban a aplaudir en mitad del cine las fechorías del Vaquilla y aún hoy hay chavales que gozamos con esta peli. Hace poco la vi con unos cuantos amigos y seguíamos vibrando con la banda sonora de Los Chichos y disfrutando como enanos con las peripecias del Vaca.
La he calificado con un 6 para ser objetivo, pero la verdad es que me encanta.

Ver "El dictador" es como ver a un chaval de 12 años fumando. Él se cree rebelde y transgresor, pero a cualquier persona relativamente madura le resulta ridículo.
Seamos sinceros, en una sociedad tan carente de valores como la nuestra, hacer humor irrespetuoso (a veces salvajemente ofensivo) no es ninguna transgresión.
La película tiene unos cuantos gags buenos, pero sencillamente no tiene ni pies ni cabeza.
Quizá pueda ser recomendable para verla fumando porros con un par de colegas en el sofá. Yo la vi sereno y en el cine y me arrepentí de pagar una entrada para tragarme semejante bodrio.

Me tocó ir a verla con mi novia y se me hizo más larga que un día sin pan.
Aunque el tufillo a "teen movie" me hizo entrar en la sala poco receptivo (todo hay que decirlo), al principio parecía otra cosa.
El punto de partida, con la Tierra poblada por una sociedad "utópica" de alienígenas que recordaba al mundo feliz de Huxley, anunciaba una peli de ciencia-ficción del montón, comercialona pero entretenida.
Pero no. El problema es que no pasa absolutamente nada. Nada.
La muchachita se raya mazo con el bicho que lleva en las entrañas, se enrollan marcianos con payos y poco más. Mi única vía de escape fue tomármela a cachondeo.
En resumen, pasan de la oportunidad de hacer una película divertida de marcianicos de las de toda la vida, para centrarse en los inverosímiles conflictos emocionales de los ridículos personajes de una manera tan superficial como cargante.

Me sorprende ver críticas tan buenas para una película que a mi me pareció una mierda como una casa.

Con esta historieta (sensiblera hasta el hartazgo), me ocurrió algo parecido a lo que me pasó con "La vida es bella": es todo tan absolutamente inverosímil que en mi opinión llega a ser una falta de respeto hacia los antifascistas de verdad. En esa época, como bien ha dicho otro usuario en una de las primeras críticas, por un comentario te fusilaban en la tapia del cementerio (preguntadle si no a vuestros abuelos o algún familiar que viviera los años 40). Como para andar de cante y baile, y encima vacilando.

Cuando veo este tipo de películas sobre la guerra civil y el franquismo me da una lástima enorme que sean estos progres burgueses los que nos cuenten la historia del bando de los vencidos. ¿Para cuándo una buena historia protagonizada por obreros españoles, que hable de anarquismo, socialismo, comunismo... con rigor y seriedad?
Porque os digo un secreto: los miles de españoles (y también los brigadistas internacionales) que se jugaron la vida para intentar defendernos del fascismo... eran rojos. Unos buenos, otros malos, otros regulares; pero rojos. De los de verdad. No los mamarrachos que retratan este tipo de películas.
Y los fascistas serían fascistas, pero no gilipollas ni animales. En esta película los retratan sin un ápice de humanidad ni de inteligencia. Me recuerdan a los nazis de las pelis americanas: el malo maloso perverso y malvado, y sus esbirros deficientes.
Pues eso, que en esa parte de nuestra historia hay un filón que, en mi opinión, muy rara vez se ha explotado bien.

A Imanol Arias le ha ocurrido una cosa tan curiosa como terrorífica: ha sido devorado por Antonio Alcántara. Quiero imaginar que será la costumbre de llevar la tira de años haciendo el mismo papel, que se pondrá delante de las cámaras y hará el Alcántara, y ya luego en su casa se comportará de manera normal. Pero desde luego en esta película me da la sensación de que su personaje de "Cuéntame" se ha apoderado por completo de él. Qué lejos está esta interpretación de las de "El Lute, camina o revienta" o "Tiempo de silencio". Le falta decir "me cago en la leche, Merche".

Resumiendo, a mi no se me ocurriría recomendarla. Por una serie de ingredientes vomitivos que la convierten en una "Spanish movie" involuntaria: el franquismo (visto desde una perspectiva irreal y absurda), el niño odioso, los cómicos entrañables, los discursitos "emotivos", etc. etc. etc.