No puedo decir que sea la peor película que he visto en mi vida pero sí la única película en la que todos los que salen son memos. Es un catálogo de distintos estereotipos de memez en diversos grados. El memo enamorado que va de bueno siendo un pieza, el memo violento psicópata, la mema que no es capaz de distinguir las voces de los memos que la secuestran, la mema buenorra permanentemente colgada, el poli memo de la FBI que solo se libra de la muerte por los patéticos disparos que le hace un memo (el memo violento psicópata) y hasta el memo florista a quien el memo enamorado le proporciona una de las muertes más memas que se hayan podido diseñar. Sin duda se trata de la ciudad de la memez. Jamás entenderé las críticas positivas que me habían animado a verla.

Solo hay una cosa peor que una película mala desde el principio, y por lo tanto fácilmente desechable, y es la que lo disimula hasta el final. Mi nombre es Khan es de estas que te dejan la sensación de haber perdido todo el tiempo que le hayas dedicado. Empieza bien, luego decae y cuando la vas a dejar aparece el atentado a las torres gemelas que da un pequeño giro y hace que, aunque de mala gana, continúes con ella. A partir de ahí va otra vez a peor hasta convertirse en un falso drama patético sobre el bien y el mal.