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España España · Barcelona
Críticas de Edgar_Morton
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Críticas 52
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
1 de diciembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia romántica es, sin duda alguna, uno de los géneros más trillados, repetidos y exitosos en la actualidad. Sea desarrollado en Estados Unidos, España o Corea del Sur, por citar solo tres lugares, sus argumentos son del gusto de cierto sector de población muy fiel a todas estas propuestas que al fin y al cabo suelen ser producidas en cadena o siguiendo un mismo patrón.

En esta ocasión la coproducción hispanoargentina Sexo fácil, películas tristes nos lleva por ese mismo camino que dice desandar peor de un modo algo más original. Dentro, claro está, de que su idea no es original y que ya ha sido explorada pero la honestidad de la propuesta así lo exige. Un escritor y profesor universitario argentino acepta, a encargo de un amigo, escribir el guión de una comedia romántica ambientada en España, dado su conocimiento del país. A través del metraje iremos intercalando las dos "películas", la "real" protagonizada por Ernesto Alterio en el papel principal y la "ficcionada", protagonizada por Quim Gutiérrez y Marta Etura.

Es en el segmento español, el más básico, típico y tópico, donde la película se resiente pero que al mismo tiempo consigue un contrapeso importante al no convertir la historia del profesor en un drama con ciertos toques cómicos obteniendo cierto equilibrio, quizás más que con el guión con la interpretación de los actores, tanto Alterio como Luis Luque en la parte argentina o Marta Etura, Carlos Areces y sobre todo Quim Gutiérrez que en este tipo de películas saca lo mejor de si mismo. Esa naturalidad, frialdad en otros momentos, es la que consigue dar a su personaje el halo de realidad que requiere, habida cuenta de que sabemos desde el inicio que es un personaje de "ficción".

Más allá de todas las posibles interpretaciones o esloganes hablando de tal y cual virtud que pueda tener la película, el más importante es que entretiene y es digna. Fácil de digerir y quizás de olvidar pero que no llevará a mucha gente a arrepentirse de escogerla principalmente por su honestidad, algo difícil de ver en mucho cine de hoy en día.
Edgar_Morton
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6
1 de diciembre de 2015
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Un grupo de amigos se reúne para celebrar el regreso tras dieciséis años a Cuba de uno de ellos, Amadeo. Ese, en principio, regreso vacacional a casa se convertirá en un ensayo sobre la vida, sobre la historia y sobre los cimientos del propio país.

Basada ligeramente en el libro "La novela de mi vida" de Leonardo Padura, en Regreso a Ítaca vamos viendo tras las diferentes conversaciones los roces, las viejas rencillas no acabadas, las envidias, el rencor acumulado en definitiva y las evoluciones de los diferentes personajes a lo largo de esos dieciséis años. Antiguos intelectuales, artistas, ingenieros... pero todos y cada uno de ellos alejados de una vida con la que soñaban. Y de eso se trata de soñadores que se dieron de bruces con la realidad; fuera de la manera que afronta Amadeo (Néstor Jiménez), exiliado en España, o la de Edy (Jorge Perrugorría), convertido en un hombre de negocios corrupto y afín al régimen como manera de progresar. Pero no son solo ellos, los demás también han cambiado, lo que podría confirmar el temido eslogan "Bienvenido al mundo real".

La mayor ironía nos la da el escenario de la acción en su gran mayoría, la azotea del edificio en la que los protagonistas pasan tantas horas. Un lugar en el que, aparentemente, se respira libertad pero que en realidad es un entorno en el que los personajes están atrapados en sus propios demonios interiores y oprimidos, también metáfora de la situación política cubana durante las décadas pasadas.

Si bien Regreso a Ítaca se antoja una propuesta interesante una cierta sensación repetitiva se adueña de ella durante su segunda mitad como si los diálogos y situaciones no fluyeran tanto como al principio y se buscara unas situaciones más forzadas que no resisten al final. No obstante las actuaciones de todo el reparto consiguen salvar la papeleta en más de una ocasión y la estupenda, como en él es habitual, dirección de actores de Laurent Cantet sigue siendo una gran baza.

¿Se convertirá Regreso a Ìtaca en pieza de museo pronto? El reciente acercamiento de Cuba con su otrora gran enemigo Estados Unidos nos permite pensar, aún con reservas, que quizás este tipo de películas puedan ser a diferencia de ésta, enteramente francesa, películas producidas y dirigidas por autóctonos. Solo nos queda esperar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Edgar_Morton
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6
1 de diciembre de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es inusual ver en pantalla grande las consecuencias de la política neoliberal de la ex-primer ministro británica Margaret Thatcher. El cine social británico ha tenido a bien criticar dicha época, ya sea desde una perspectiva cómico-dramática (Full Monty, Billy Elliot,...) o más dura (por ejemplo el cine de Ken Loach, auténtico "enemigo" de Thatcher"). De nuevo en esta ocasión se opta por el camino más cómico como el la manera de poder ser más accesible dejando el dramatismo como telón de fondo que se revelará en ocasiones especiales.

El inicio de la trama se sitúa en verano de 1984. un grupo de activistas gays liderados por Mark Ahston, un joven especialmente comprometido con las causas sociales más allá de las inherentes a su colectivo, decide junto a un pequeño grupo montar una pequeña asociación, LGAM (Lesbianas y Gais Apoyan a los Mineros, Lesbian and Gays Support Miners en inglés) para recaudar fondos, alimentos y ropa para las familias mineras a causa de la huelga convocada por el principal sindicato minero. Ashton veía en las reinvindicaciones laborales y la actitud de las autoridades un reflejo de sus peticiones y la represión a la que eran sometidos. Pero negativas a recibir dinero de parte de un grupo de gays los llevaría a una decisión, escoger un pequeño pueblo galés (donde la minería era más potente y la huelga más encarnizada) y viajar allí para entregar directamente su ayuda.

Pride tiene grandes méritos en su concepción y en su finalización, ya que sin seguir a pies juntillas la realidad (se entremezclan personajes reales con inventados en un intento de contextualizar y tomar cierto apoyo del espectador más sensibilizado), nos propone recordar un episodio injustamente olvidado apoyado en un principio tristemente igual de olvidado: la unión hace la fuerza. Un principio que ha sido erradicado en su mayor parte gracias a la labor de ciertos poderes fácticos provocando la fragmentación de los grupos pro-derechos civiles o sociales e imposibilitando los acuerdos en los puntos de convergencia dando lugar al puro egoísmo. Esto se puede ver sobre todo en el personaje interpretado por Lisa Palfrey, desde un principio reacia a aceptar la ayuda de los activistas homosexuales por sus prejuicios hacia ellos que la impiden ver más allá de toda lógica. La película, siguiendo este mismo camino tiene momentos muy lúcidos, como la marcha del orgullo gay en la qué a pesar de la esperanza depositada en ella y que antes de ser diluida en prácticamente una parodia de si misma tuvo, como nos recuerdan los textos explicativos de final de la cinta, algunos efectos positivos. Quizás, y nunca sabremos el fallecimiento de Ashton pocos años después influyó el devenir de los acontecimientos.

Probablemente lo mejor del la cinta es la conexión y química entre los personajes es sencillamente fantástica. Tanto por intérpretes consagrados como Bill Nighy, Paddy Considine, Imelda Stauton o Dominic West (cabezas de cartel pese al protagonismo más o menos coral) como por otros de nueva hornada como el estadounidense Ben Scheltzer, el catalizador de toda la trama y un personaje que la historia no debería borrar. A pesar de la importancia de su personaje, el espectador en gran parte ve la acción bajo la perspectiva de Joe "Bromley", uno de los pocos personajes ficticios y único del grupo que vive su homosexualidad aún reprimida mientras vive en casa de sus padres.Sería injusto no citar al resto del reparto pero también sería muy largo hacerlo uno por uno así resumiendo me quedaré con Jessica Guning, interpretando a la posterior política Siân James y quizás el personaje más positivo de todos, así como con Andrew Scott, pareja del personaje de Dominic West capaz de ofrecer una evolución digna de uno de los personajes más secundarios.

Y para rematar me quedo, sin ningún lugar a dudas, con el mejor momento de la cinta, el espectacular baile que se marca Jonathan Blake, extraordinariamente interpretado por el infravalorado Dominic West, que en manos de otro se hubiera convertido en una escena absurda y que aquí tiene todo el sentido que se debe exigir.
Edgar_Morton
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7
1 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tres años ya que se estrenó en España Intocable, la anterior película del dúo Eric Toledano- Olivier Nakacheque consiguió convertirse en todo un fenómeno ya no tan solo en su país de origen sino saltar las fronteras incluso en uno como el nuestro, poco dado a los taquillazos de cinematografías ajenas a la estadounidense. Aquello fue no solo un fenómeno para la taquilla, la crítica o en los premios que ganó sino que consiguió catapultar a uno de sus protagonistas, Omar Sy que ya el pasado año hizo su debut en Hollywood en la última entrega, hasta la fecha, de X-Men y estará también en la nueva entrega de la saga jurásica de la factoría Spielberg. Pero mientras, combina su aparición en cintas comerciales estadounidenses con cintas francesas, también comerciales pero más realistas como esta Samba.

Aquí Omar Sy, ya como casi protagonista absoluto de la película (lleva el nombre de su protagonista) se adueña de la pantalla como el inmigrante senegalés que lleva 10 años ilegal en Francia, víctima de un sistema desbordado e injusto en algunos aspectos que no premia ya la honradez sino que la masificación impele a la expulsión arbitraria. En el centro de internamiento de extranjeros conocerá a una mujer que trabaja para una ONG mientras está de baja de su verdadero trabajo por depresión con la que establecerá un vínculo que irá variando durante la película, momentos cómicos, momentos dramáticos, algunos de ellos realistas y otros algo más edulcorados que no son molestos en si a no ser que se quiera confundir la película con un documental sobre la situación de la inmigración africana (o de otros puntos del planeta) en Francia. Todo ello nos conducirá al microcosmos de Samba, el apartamento de su tío, el centro de internamiento, la ONG, el apartamento de ella, los lugares de trabajo, la injusticia, la depresión, las relaciones con los personajes alrededor de él con especial atención al momento más "cruel", la conversación con su madre a la que le cuenta que todo va bien mientras ella le pide dinero. Esa mujer, de la que hemos hablado antes, está interpretada por Charlotte Gainsbourgh que sabe darle ese punto de fragilidad emocional que hacia el final de la película vemos mucho más desatada tras una contención digna de alabar y que es difícil imaginar con otra actriz. Si hubiera que destacar a alguien más además del dúo protagonista tendríamos que hacerlo con Tahar Rahim, el fantástico intérprete de Un profeta, que aquí nos ofrece un personaje chulesco, burlesco pero de gran corazón también inmigrante, pero en este caso "brasileño".

Sin haber visto en el momento de escribir estas líneas Intocable, parece imposible que esta Samba consiga la resonancia y el eco de aquella, siendo más las voces que la tildan de decepcionante, pero no hay que olvidar que cada película es en si misma un mundo y no todas las propuestas deben o pueden ser la "película definitiva" sobre tal o cual tema o género. En mi opinión Samba es un producto más que digno que hace pasar un rato entretenido sin ofender ni insultar al espectador y su inteligencia o sus convicciones.
Edgar_Morton
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7
17 de abril de 2015
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14 años después de su última obra de ficción, el director senegalés Moussa Touré, asiduo a la desaparecida Muestra de Cine Africano de Barcelona, nos trae una película con el drama de las pateras como leiv motiv de la historia. Una película necesaria y para nada sensacionalista ni de lágrima fácil como hubiera sido lo más sencillo de hacer. Rodada con cierto estilo setentero y haciendo buen uso del formato panorámico como antaño, Touré nos introduce en la disyuntiva del personaje principal reacio a irse al principio a la tierra prometida, la vieja Europa (y España como punto de partida) pero que al fin se embarca. Un barco que se convierte en un microcosmos en el que los deseos, los anhelos del principio se convierten en problemas cuando las cosas empiezan a ir mal. Buen cine que combina entretenimiento con drama y denuncia contra las mafias africanas.

Lo mejor: el uso del formato panorámico y las interpretaciones.

Lo peor: algún pasaje inverosímil.
Edgar_Morton
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