“Tenemos aquí a una soñadora, alguien totalmente fuera de la realidad. Cuando saltó, seguramente creyó que iba a volar.”

Tal vez, el mayor problema de esta película sea su trascendencia estéril. Sofía Coppola nos sumerge en un ambiente para el que ella misma no está preparada, ni su película tampoco. La intención es buena; un suicidio colectivo adolescente en mitad de un panorama americano y amarillo, de luces tibias y moquetas. Que sea típico no significa que sea malo.

El problema es que de esta idea en principio correcta resultan unos personajes perdidos en algún lugar de la psicología de manual. Huecos, blandos, demasiado cursis. Un padre y una madre chapados a la antigua, unas niñas reprimidas tapadas hasta las orejas que rezuman sexualidad, púberes enamoradizos y morbosos. La obsesión por lo que no se puede tener; un tópico más, por si nos quedábamos con las ganas.

Visualmente es correcta, limpia, íntima. Peca de ingenua desde la verdadera ingenuidad, aunque pueda en un principio parecer lo contrario. El reparto hace bien su trabajo, sin sobresalir demasiado. Tiene un buen ritmo, no se hace pesada, pero las ganas de más acompañan desde el principio de la película.

En resumen, no será memorable salvo si tienes un nivel medio-bajo de autodefensa intelectual. Cursi, sí. Correcta, sí. Íntima, sí. ¿Una película para el recuerdo? No lo creo.

Bonita, simple, olvidadiza, poco profunda. Propia de Coppola desde el principio hasta el final. Con una trama plana y femenina, muy psicológica. Un rollo best friends forever pero más ingenuo aún, si cabe. Una historia de amor adolescente que se desarrolla en la ciudad de Tokio, con muchos edificios y muchos colores que nos gustan mucho y que son estrictamente necesarios para que la película no se quede colgando en el vacío.

El reparto es flojo. La ciudad potente. La fotografía correcta. En fin de cuentas, el problema de siempre. Coppola lo intenta y se queda en tipicada disfrazada de indie.

Y lo peor es que será pura y todo.

Lo mejor de esta película es que no se me va a olvidar. Es desagradable, violenta y estúpida, pero no sé si precisamente por eso, o tal vez por alguna otra cosa, cala en cierta medida. El club de la lucha es una pequeña pieza molesta en la cabeza de cualquier ser humano sano, es una ampolla en el pie o un codo pelado. Capaz o incapaz pero llevado a un límite absurdo y mucho más cristiano de lo que parece, como siempre pasa con los americanos.

Y hablo de cristiano porque esta película ganaría muchos puntos si realmente fuera una oda a la violencia. Pero no, y qué pena. Una vez más el mensaje bajo lo rojo es moralizador, hay muerte de inocentes y destrucción de lo bello y egoísmo y una femme fatale (¡pero de verdad, ¿eh? de verdad!) y todo eso no está bien, todo eso es malo. Niños, no intentéis esto en casa. En fin.

Por otra parte el reparto no lo hace mal, te los crees. La fotografía es correcta (siempre digo lo mismo, pero qué le puedo hacer si los americanos son unos puristas), y el ritmo de la película no fluye tan bien como debería pero al menos fluye, que ya es algo.

En resumen, no hay nada más violento que la falsa violencia, que además es muy irritante porque te están tomando por idiota. Pero esta película tiene algo, muy ligero, algunos trazos duros, que van a permanecer. Al menos en mí.