Ocurre que a los críticos les encanta preguntarse cuál es mejor: ¿El Padrino o El Padrino, Parte II? Para mí, que he visto cada una de esas películas unas cinco o seis veces, dicha comparación me parece imposible. Ambas son complicadas, ambas son colosales, ambas son insuperables. Pero decir que la segunda parte supera a la primera o decir lo contrario, eso no se puede hacer, por la razón de que ambas se han convertido en películas complementarias. Por ejemplo, no se apreciaría igual la segunda parte de la saga ni causaría tanta admiración en el observador si no estuviera entrelazada de una u otra forma con la primera parte, o dicho de otro modo: si no hubiese sido antecedida por la primera parte. En el caso del joven Vito Corleone... ¿acaso Deniro alcanzaría el mismo grado de importancia que tiene en la secuela de no haberlo anticipado un Marlon Brando con una perfecta interpretación? Con Al pacino ocurre algo similar, ya que su transformación en la segunda película en un sanguinario mafioso, sin compasión alguna, capaz de ordenar la muerte de su propio hermano, es más impactante si se tiene conocimiento de su antigua forma de vida, la cual se observa en la primera película, cuando sólo era un muchacho afiliado en el ejército, aparentemente alejado de todo mal, limpio de la gangrena de la mafia. De igual manera, al ver al Michael Corleone de la secuela, nos resulta mucho más interesante analizar la personalidad del joven Michael de la primera película. Por esas razones no considero que una película sea superior a la otra, considero que ambas (si bien son antitéticas en muchas maneras) necesariamente se complementan. Hacerse la pregunta de cuál de ellas es mejor es como preguntarse si es mejor el personaje de Vito Corleone o el de Michael Corleone. Una respuesta no es dable a ninguna de esas dos preguntas.
Ahora bien, si tuviera que elegir cuál de las dos logra impactar más al observador, creo que esa sería El Padrino, Parte II. Si acumulamos los puntos a favor de ambas películas y las ponemos en una balanza, creo que ésta se inclinaría levemente por la segunda. Es que, si bien Coppola hizo historia con El Padrino, con la segunda parte (utilizando un guion, una banda sonora, un montaje, una escenografía y un reparto perfecto) alcanzó la misma azaña. Pero que la segunda parte sea mucho más admirable que la primera no la hace superior a ésta.

No creo haber visto nunca una serie animada de TV tan sugerente, sarcástica, inteligente y mordaz como Los Simpson. Matt Groening realmente hizo un aporte muy importante a la cultura actual con esta serie, que si bien parece a simple vista bastante sencilla y divertida, oculta en su interior una ideología, una forma de ver la vida, una actitud frente a las situaciones familiares, sociales y políticas que por lo general resultan muy interesantes... Es una serie que de un modo u otro le interesa a todos. Existen capítulos que son verdaderamente mágicos, llenos de ingenio, sutilmente sugerentes (o como dirían los conservadores: peligrosos), que no tienen otra finalidad que ir logrando poco a poco un cambio de actitud y pensamiento en el hombre actual. Porque si Los Simpson en un capítulo nos habla de Dios y la fe, en otro nos habla de la Evolución de las especies o del Big Ban; si en un capítulo nos habla de la importancia del pasado, en otro nos demuestra la superioridad del futuro. Por ello digo que no es tan fácil ver Los Simpson. Es como si la serie tuviera capas, al igual que una cebolla; al menos yo he visto dos capas (aunque sé que hay más). La primera, la que todos vemos, es la que nos muestra al gordo y calvo Homero, junto con toda su familia, amigos y conocidos de Springfield, viviendo situaciones interesantes, sobreviviendo de una u otra forma a sus vicisitudes del día a día; y no sólo lo vemos a él, vemos también a casi todos los personajes envueltos en algún dilema o situación difícil. Claro que la inteligencia de Groening hace que las características especiales de cada personaje se queden impregnadas en los espectadores, logra volver atractivos y divertidos a todos sus personajes. De esta manera se ha ganado la simpatía de la audiencia, algo muy importante. La segunda capa, la que sólo algunos observan claramente, es la que nos demuestra la manera en la que los personajes se adaptan a los problemas y situaciones de la vida, cómo piensan al respecto de tal o cual hecho social, a qué conclusión o solución les lleva la presencia de un dilema, ya sea social, politíco, religioso o ideológico. Esta capa, por supuesto, es la más importante. No todos se dan cuenta de su importancia; aun así la gran mayoría queda, sin quererlo, muy influenciado. De esta manera el creador de la serie ha dejado sembrada una actitud frente a la vida en la mente de la audiencia, algo que sería muy difícil de no haber logrado anteriormente la simpatía de ésta. Luego, Los Simpson es mucho más que una simple serie de TV divertida, familiar y agradable; uno debe verla sabiendo a priori que ésta le va a plantear una nueva idea por cada situación distinta que se presente en la vida de los personajes, y sabiendo esto debe estar preparado para especular si esa idea la desea adaptar a su vida misma o no.

Pulp Fiction es puro cine, pura imaginación, un ejercicio magnífico para la mente. El director realiza escenas que el cinéfilo y el espectador no esperan en lo absoluto, escenas insólitas. No acabas de sorprenderte con la genialidad de Tarantino hasta el momento final de la película, ya que cada una de sus tomas, la interpolación de los relatos, los juegos en el tiempo, los expléndidos diálogos, la buena dosis de música pop y las grandes actuaciones del reparto hacen que descubras que toda historia, por mínima o trivial que parezca, puede ser narrada con soberbia y majestuosidad y puede alcanzar en ti un grado muy alto de admiración, el mismo que no existiría si la historia (o historias) la hubieses oído o visto de manera distinta. Esta cualidad de la película convierte a Tarantino en un grandioso director, lleno de ideas rebeldes y novedosas, ambicioso y, por ello, admirable.

La película resulta algo excéntrica desde las primeras escenas, como de un estilo gótico. Por momentos algo cortos se torna aburrida, a pesar de que la trama comienza a ponerse interesante poco a poco. Portman aparece genial en muchas de las tomas, aunque en muchas otras parece no explotar su talento al máximo. Ahora bien, el director me parece algo flojo. Por ejemplo, no se puede negar que el guión es el principal sustento para que el filme alcanzara el impacto final que logró. Porque imaginemos que se suprimieran las palabras de Nina en la última escena: simplemente a nadie le agradaría el filme como en efecto agrada. Esa flojedad es de que hablo. Creo que Aronofsky hubiera tenido que tomar más interés por los mínimos detalles y por profundizar más el tema de la perfección y la ezquizofrenia, los dos males que inquietan y perturban a la protagonista. Además, muchas de las escenas en las que se interpola lo fantástico pueden resultar incluso innecesarias.

La considero, sin embargo, una buena película, una buena intención sobre todo. Pero creo que hubiera sido mucho más impactante si su director hubiese tratado de ser un poco más perfeccionista...