Después de ver la primera temporada de The Listener, lo más probable es que no sepas si quieres que haya más capítulos de esta serie. Debido a: a) La serie empieza de golpe y sin explicar nada, "Soy Tobby Logan y puedo oir lo que piensa la gente", y a partir de ahí capítulos y capítulos. b) Argumento, nulo. c) Cuando la cosa se pone un poquito interesante y se empiezan a "explicar" las cosas, la temporada se acaba. d) La cara de palo de Craig Olejnik. Si bien Antonio Lobato apodó a Kimi Raikkonen con "Iceman" debido a que no realiza ningún gesto facial, aquí se podría decir que Olejnik es "Iceman II". Ni un gesto ni medio en toda la serie. Alguna sonrisilla se escapa, pero poco más. Aunque no todo es malo en esta serie. Hay dos puntos a su favor. a) El compañero de Tobby, Osman, que compensa la cara de palo de este con sus ingeniosos comentarios y sus toques de humor. b) Poder ver una cara conocida, la de Colm Feore. No tiene un gran papel, pero hace su trabajo. ¿En conclusión? Se puede ver, pero no esperes nada abrumador o espectacular.

¿Viste la primera parte? ¿La segunda? ¿La tercera? ¿Si? Entonces seguro que verás la cuarta parte y seguirás viendo más de lo mismo en una película ya sin sentido y que roza la demencia.

De nuevo, un grupo de personas salva la vida milagrosamente en un terrible accidente, durante una carrera de NASCAR (muy americano, empezamos bien), gracias a la "visión" que tiene uno de los jóvenes asistentes al espectáculo. Tras este fatídico episodio, la muerte (que no tiene otra cosa mejor que hacer) les persigue uno a uno para acabar con ellos y hacer que se cumpla su destino (de ahí el título).

Con Destino Final 4 se vuelve a demostrar una vez más, que hay ciertas trilogías o ciertas sagas, que nunca deberían haber visto la luz del Sol. Después de una más que pésima tercera parte esperábamos que esta trilogía quedara clausurada para siempre. Pero no, New Line Cinema se gastó 43 millones de dólares (una cifra nada despreciable) para rodar una cuarta parte gracias al "boom" del 3D. Y todo hay que decirlo, ni las tres dimensiones salvan a esta película del estrepitoso fracaso. ¿Argumento? El de siempre (que ya aburre), ¿los actores? Por dios, penosos. ¿Los efectos especiales? Ni de cerca dan un buen resultado, ni si quiera con semejante presupuesto.

Resumiendo, mala, mala, pero mala mala. Me arrepiento totalmente de haber pagado por ir
a verla. Es más, a la media hora, ya estaba deseando dos cosas: una, que la muerte los matara a todos de una vez, o dos, que viniera y me matara a mi.

Creo que la conclusión lógica de por qué esta película se titula Ong Bak 2, es para evitar confusiones. Para que quede bien claro que tiene lo mismo que Ong Bak: Ostias como panes. Pero es lo único semejante que vas a encontrar entre estos dos largometrajes. Es decir, ¿viste la primera película? Si. ¿Te gustó? No. Pues esta no la veas. Si te lo dice el título, no la veas. ¿El argumento? Pues a no ser que sea una verdadera leyenda tailandesa y que a los residentes de ese país o a los entendidos les encante, te va a sonar a cuento chino, perdón, a cuento tailandés. Si viste Ong Bak y te gustó, fue por Tony Jaa y sus mamporros, así que esta puedes ir a verla. Cierto es que ahora puedes verle manejar distintas armas. Cosa que no le favorece nada. Los combates siempre son mejores y más espectaculares cuando las armas son sus manos. Aunque debido a esta "leyenda", en su papel tenía que cargarse a gente. Así que...

Algunos dicen que puede ser el sucesor de Lee. No lo creo, digamos que es otro maestro de las artes marciales, así como Jackie Chan o Jet Li (los más conocidos). Lo que pasa es que es de los más jóvenes y tiene mucho que ofrecer.

Si te gustan las artes marciales, puedes verla sin temor a que te decepcione.

Probablemente la mejor baza de esta película sea el conflicto moral que plantea: vivir la vida a través de la tecnología. Es algo que da que pensar, el hecho de manejar sustitutos para la vida diaria no es del todo eficaz o más seguro, tal y como da a entender la película. Además de los posibles riesgos que desentraña estar en tu casa desconectado del mundo y conectado a una máquina sin darte cuenta de lo que sucede en el resto de tu hogar, el uso de estos robots, acarrearía una pérdida de sentimientos, de sensaciones humanas. El miedo, la pasión, los nervios, una borrachera, taquicardia...Los sustitutos son máquinas, carecen de esos sentimientos o sensaciones. Otro punto débil de esta teoría es el dato de que la delincuencia baja tras la comercialización de dichos robots. ¿Acaso aquellos criminales que se lanzan a delinquir no lo harían más a menudo sabiendo que no van a morir por un disparo de la policía, o por un accidente si usan los susodichos sustitutos?

Y así podríamos estar todo el día, reflexionando o sacando conclusiones morales sobre esta película. Un argumento "filosófico" que ya podíamos ver en anteriores películas. Grandes efectos especiales, lo que denota cierto desfase económico y que no da buen resultado una vez que finaliza el largometraje.

Personalmente, echo de menos a John McClaine.

Por fin podemos ver a un Harry Potter, más adulto, más crecidito. Los truquitos de magia para entretener se quedan al margen y en esta secuela, todo se centra en la historia, centrada más en lo real. Totalmente recomendable, para todos los públicos, aunque esta vez, los más pequeños no la disfrutarán tanto. Por fin Potter es un verdadero mago. No un simple aprendiz.