La cinta es un gran homenaje al buen cine. Si lo vemos con cuidado desde el principio podemos ver homenajes a películas como "Aterriza como puedas", "El diablo sobre ruedas" de Spielberg o "Un día de furia" por lo que hace al relato protagonizado por Ricardo Darín. Todos tenemos un yo interior maligno que salta cada vez que se nos tuercen los esquemas ya sea cuando nos encontramos con un conductor que no acepta las disculpas, cuando una y otra vez la grúa se nos lleva injustamente el coche o te das cuenta que tu recién esposo t

Conste que al que suscribe las películas catastrofistas que se hacen actualmente donde prima la destrucción por la destrucción le asquean digamos que mucho. No obstante, cuando hay unos buenos intérpretes, unos buenos efectos especiales que no apabullan al espectador todo ello contado a buen ritmo este tipo de cintas pasan a interesarle. Esto es lo que por ejemplo pasa con "The Towering Inferno" y con la dirigida por Petersen. Una cinta que ya puede ser considerada como un clásico del género donde ya están "Terremoto" o "Aeropuerto" y sus secuelas. ¡Lástima que sea un poco larga!


Con todo, es una buena película de catástrofes, bien interpretada, buenos guiones y unos grandes efectos especiales.

La ópera prima de Celia Rico es todo un canto al sopor. Me imagino como su proyección en salas provocaría que casi todo el auditorio cayese en brazos de Morfeo. Los bostezos los oirían hasta los sordos. Lo único que salva la película son las magníficas actuaciones de Lola Dueñas ("Mar Adentro") y Anna Castillo ("El árbol"). Por lo demás, "Viaje..." por no tener, no tiene ni banda sonora, convirtiéndose en un ir y venir sin sentido de escenas cotidianas de la vida de una madre y su hija. Tanto fue mi aburrimiento que a los diez minutos de empezar la cinta me puse a jugar con mi tableta. Cuando me cansé me fui a la cama. Todavía no había acabado la película. Una película que es, en efecto, todo un viaje al sopor, al dormitorio, esto es al cuarto de una cama.
P.D: Tampoco yo entenderé a los críticos que, incomprensiblemente a mi entender, han puesto por las nubes a este ladrillo de película.

Este jueves pude "disfrutar" de una serie que si bien es interesante en su planteamiento y conecta con el monotema de actualidad del coronavirus (en la serie también se habla de una epidemia por virus), es bastante inverosímil. "La valla" se presenta como una diacronía esto es, como sería la vida en el Madrid del siglo XXII en el caso de estarnos confinados por un virus. A partir de ahí, se plantea la hipótesis pesimista de que los españoles y los madrileños en particular habrían intercambiado libertad por seguridad. Es entonces cuando la serie naufraga en términos de una narración caótica, guiones sin salsa, una trama y dirección de arte lamentables y un vestuario digno de mejor causa. ¿Alguien sabe cómo serían los uniformes de los jefes de los soldados en el siglo XXII?. Yo tengo que expresar mis serias dudas de que fuesen parecidos a los de las SS Nazis. Además, si yo fuese soldado expresaría vista la serie mi más profunda indignación puesto que el ejército aparece y sus jefes aparecen como los malos. ¿Hay alguna evidencia de que nuestras benditas Fuerzas Armadas puedan pasar de ser lo que es ahora una OG con pintas de ONG a una institución tiránica?. ¿Qué hace un presidente de gobierno adoptando un papel que en puridad le correspondería a la que sería por entonces jefa del Estado doña Leonor I de Borbón?
Con todo, uno no puede expresar sino su esperanza de que la serie remonte en los próximos episodios a pesar de esos graves y lamentables errores.