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Críticas de Francisco Orrico
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se supo que Christopher Nolan se estaba reuniendo con el aclamado físico Kip Thorne para la creación de su odisea espacial “Interstellar” el resultado que cabía esperar era cuanto menos interesante. Con la cinta ya plasmada sobre la gran pantalla el resultado es apabullante: Nolan firma una notable mezcla de ciencia y emoción que sumerge al público en el recorrido atemporal de la supervivencia.

Hablar de agujeros de gusano y no perderse en el intento es una tarea complicada, tanto que la película parece palidecer en algunos instantes por el bombardeo de teorías y formulas físicas. Sin embargo surge un Nolan desconocido hasta ahora, el director de “Memento” cambia el engaño y la ilusión por una intensificación dramática que eleva el film a un grado superior en su filmografía. El reparto es el gran culpable del éxito de esta apuesta. Matthew McConaughey se mueve como quiere por el registro que le pongan. Tanto que su interpretación de Cooper mezcla de manera eficaz la desesperanza, la ira y el amor, además de conectar a la perfección con Brand (Anne Hathaway). Completa el reparto el omnipresente Michael Caine, Casey Affleck y la imborrable Jessica Chastain.

La fotografía de Hoyte Van Hoytema (“Her”, “The fighter”) le pone la guinda al pastel. Colores fríos que reflejan la dureza de la inmensidad espacial combinados con grandes destellos de luz que dan forma a la esperanza y al hogar. Hoyte pinta mundos dispares y los entremezcla con la calidez humana, formando un cuadro inexplorado, inhóspito y hermoso.

El único contrapunto negativo viene dado por su anticlímax final, su conclusión se demora demasiado, perdiendo efectividad. El equilibrio perfecto entre ciencia y emoción pura se descompensa en este tramo perdiendo gran parte de lo ganado a lo largo del film. No obstante, "Interstellar" supone un profundo viaje hacia el corazón humano, hacia el amor. Su éxito se basa en la ciencia pero se catapulta gracias a su atemporalidad temática. La vuelta al hogar, las promesas y la soledad se entremezclan entre estrellas y teorías físicas para alcanzar una respuesta salvadora: no estamos hechos para vivir solos.


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Francisco Orrico
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7
31 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Hardy es una bestia interpretativa. Consigue el acento que se le antoja, sorprendiendo cada vez más su increíble cambio de registro apoyado en el instinto innato que posee para ser de piedra y de cristal al mismo tiempo. Es lo más parecido que hemos tenido a Marlon Brando pero, ¿puede un solo actor maquillar una interesante aunque fallida propuesta fílmica?

Steven Knigth escribe y dirige la historia de Ivan Locke (Tom Hardy), un capataz de obra que ve como su vida da un giro de 360 grados a lomos de su BMW cuando decide hacer lo correcto a pesar del desmoronamiento propio. Y es que, nos encontramos ante una cinta de 90 minutos exclusivamente entre un coche y una autopista. La propuesta es francamente interesante y su guion es muy preciso a la hora de distribuir su carga emocional. No es casual que el personaje de Ivan Locke sea un experto en la cimentación, siendo esta la base que hace sujetar las estructuras de los edificios y que a la par, sea su vida sentimental y profesional la que se esté derrumbando.

La trama se desenvuelve entre llamadas telefónicas y luces de autopista. Cualquiera que haya viajado solo de noche sabe que, muchas veces, el retrovisor se convierte en un confesionario de reflexiones. Hay por tanto un doble camino: el físico (el propio coche y la carretera) y el emocional. Estos se bifurcan en un plano clave representado por una desviación en la carretera por obras, es una decisión de una dirección tanto física como emocional. Knigth maneja de manera muy efectiva este tipo de metáforas pero, sin embargo, se echa de menos un clímax final acorde al cóctel de emociones que hemos recorrido y no un final solvente sin más.

Locke es una mirada interior al compromiso, un intento de romper con el destino, una forja personal del hombre sobre los acontecimientos. Una lástima su final prematuro y conformista.

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Francisco Orrico
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