Esta secuela era un éxito de taquilla seguro desde antes de su estreno, pero, la espera de seis años generó una expectativa que no pudo cubrir del todo.
La trama está basada en buenas ideas, ofrece algunas respuestas satisfactorias y se ve potenciada por efectos visuales de animación bien utilizados. Sin embargo, esto no es suficiente para disimular un guion forzado, demasiado apresurado y sobrecargado de información irrelevante, que baja el nivel de esta entrega con respecto al de la anterior.
Otro punto en su contra es la exagerada cantidad de canciones, muchas de las cuales no están a la altura de las circunstancias y que, al incluirlas, minimizan el impacto de aquellas que sí podrían estarlo.
Aun así, la película en su generalidad resulta entretenida. Muchos de los fans disfrutarán de esta entrega que ha sido pensada para ellos y los más exigentes tampoco terminarán totalmente decepcionados.
spoiler:
Desde el comienzo, la película avanza demasiado rápido. Una escena bastante tierna de las dos hermanas jugando se termina convirtiendo en un innecesario cúmulo de información que no hace más que apabullar al espectador. A partir de aquí, el guion no baja el ritmo en casi ningún momento: no terminan de huir que se encuentran con los trolls, no terminan de hablar con los trolls que ya están en el bosque, etc.
Una de las cosas que me desagradaron de la película fue el énfasis exagerado sobre la maduración de los personajes, que termina generando el efecto contrario. También, hay numerosos momentos que resultan forzados dentro de la trama, por ejemplo, la aparición repentina de los trolls, el descubrimiento totalmente inesperado del barco y muchas de las conversaciones entre Ana y Elsa.
Otro punto negativo es el dilema de Kristoff, quien planea proponerle matrimonio a Anna. La idea no es mala, pero la importancia que se le da a la misma termina aislando a Kristoff del resto de la historia y haciendo que se pierda la esencia de su personaje, ridiculizándolo en repetidas ocasiones. También, tenemos la maduración de Olaf y la aparición de algunos personajes terciarios que solo contribuyen a una sobrecarga de información irrelevante.
En cuanto a lo positivo, en esta película hay unas cuantas revelaciones interesantes, como la existencia de los Northuldras (uno de los mejores aportes originales de esta película y un giro inteligente cuando cantan la misma canción que habíamos oído al principio de Frozen I, conectando las dos historias de una manera más sutil que hasta ese momento) y el origen Northuldra de la reina que convierte a las hermanas en mitad Arrendel, mitad Northuldra. También, tenemos unos cuantos recursos bien pensados, como la llamada de la voz misteriosa o las estatuas de hielo sobre el pasado basadas en el hecho de que “el agua tiene memoria”.
La mejor parte de la película es sin duda el viaje de Elsa (el personaje mejor desarrollado en esta entrega) que da inicio en la escena que nos habían prometido en el trailer, una Elsa desesperada intentando cruzar el mar encrespado y la aparición del caballo de agua, sin duda uno de los íconos de esta película. Una canción a la altura, el descubrimiento de la verdad que deja de nuevo al miedo como el mayor enemigo (ya que el abuelo hizo lo que hizo por miedo a la magia) y un final épico en que Elsa, finalmente, va demasiado lejos, logran una secuencia que, finalmente, está a la altura e incluso supera a la primera película.
El final resulta predecible, pero satisfactorio; con cada una de las protagonistas en el lugar al que pertenece y con la vida que les corresponde, pero sin perder el contacto, siendo el puente que se suponía que serían.
En cuanto a las canciones, no alcanzan el nivel de las originales, aunque algunas tienen bastante potencial como “Muéstrate” (una de las mejores canciones de la película) y la principal de esta entrega: “Mucho más allá” (“Into the unknown” en la versión original) que demuestra estar a la altura del momento. Sin embargo, su impacto se ve disminuido por la evidente sobrecarga musical que termina enlenteciendo la trama más que otra cosa, con canciones salidas de la nada, innecesarias e incluso ridículas. Con relación a este último adjetivo es inevitable recordar la canción de Kristoff, probablemente la parte más vergonzosa de la película, con un coro de renos al estilo Bohemian Raphsody. Esta canción no debería haber existido.
Para terminar, uno de los puntos más fuertes de esta entrega son los efectos visuales realmente alucinantes, por ejemplo, durante la canción “Muéstrate”. La animación es muy detallista y cuidada, con paisajes y vestuarios impresionantes y efectos mágicos bien ideados.
En resumen, aun con un guion apresurado y en partes forzado y predecible, algunas de sus propuestas, de sus canciones y, sin duda, unos recursos increíbles de animación hacen de esta una secuela disfrutable y que vale la pena ver.