Esta película, centrada en el paso del tiempo, bien podríamos decir que está basada en hechos reales, pues estando en la sala de cine sentí como el tiempo invertido en ver la película era el equivalente a 50 años de mi vida.

Cuesta elegir lo peor de la cinta, puede que el guión. Los diálogos son paupérrimos, salvo un par de frases que parecen brillantes (sin serlo) entre tanta palabrería vacía. Visualmente cansina, caracterización cutrona e interpretaciones flojas flojas flojas. Y si alguien quiere dejar su dentadura mental en casa, que no se prive, porque le van a dar un puré narrativo tan masticado que no tendrá que hacer ni el más mínimo esfuerzo por entender nada.

Casi aplaudo al terminar, pero de alegría por no tener que continuar viendo semejante despropósito. Por momentos se me escapaba la risa. Tengo que decir que no le pongo menos nota porque pude disfrutarla en el contexto de "cine malo" tipo Sharknado... Así sí se puede ver.

Grandes comienzos no implican finales felices y eso es lo que nos encontramos en esta serie, que si bien arranca con un primer episodio magistral, dinámico, original y entretenido, va cayendo poco a poco en una sucesión de despropósitos, haciendo cada capítulo más difícil de ver que el anterior.
Es innegable el drama sufrido a lo largo de la historia por la raza negra, de manos de supremacistas blancos, y el daño infligido. Aún así, utilizar el rencor y odio como leitmotive para el resto de la trama, alentando la violencia como respuesta por el dolor sufrido, hacen que lo que habría sido una aventura de terror intergaláctico entretenida se convierta en un desconcertante alegato en contra de toda una raza, la blanca en este caso.
La magia y fantasía quedan relegadas a un segundo plano para dejar espacio a la exposición, un tanto inconexa, de las intimidades personales y familiares de los protagonistas, convirtiendo esta historia en un extraño culebrón donde todos los errores vitales cometidos son excusados por ser responsabilidad de otros tonos de piel.
Una pena, porque podría haber sido una gran serie, pero se queda en un gran primer capítulo.

En Killing Eve encontramos un relato cautivador en todos los sentidos. Con un reparto impecable, las interpretaciones de ambas potagonistas son fascinantes.
Por una parte, podemos observar (y disfrutar) del temperamento sociópata y caprichoso de una asesina, que consciente del vacuo valor de la vida, la consume como un alcohólico apurando su último trago, entre desesperada por lo precipitado del tiempo y exultante por el tener aún un último momento.
En la cara opuesta de la moneda está Eve, inteligente y reflexiva, se encuentra atrapada en una vida aparentemente completa, que no le ofrece los estímulos ansiados sobre el frenesí y la efervescencia que habría soñado vivir.
Cuando sus caminos se cruzan, ambas encuentran en la otra esa parte que faltaba, esa pieza del rompecabezas, que hace que todo cobre sentido dentro de un mundo absurdo.
Relaciones imposibles, grandes secundarios, personajes bien dibujados, vestuario impecable y una buena fotografía hacen de esta serie una oportunidad de disfrutar de una extraña historia, bien contada.
Si bien, como casi todo en la vida, empieza mejor que termina.

Un remake que, como en otras tantas ocasiones, pierde muuuucho en comparación con el original. Lo que debería ser terror y suspense se convierte en un sonido de fondo mientras cualquier aplicación del móvil me parece mejor plan. Incapaz de mantener la atención durante la mitad de la cinta, que describiría en una palabra como pretenciosa. Pudo ser mejor (de hecho, lo fue).
En su favor diré que a nivel visual resulta potente, planos muy interesantes, más al comienzo que al final. En contra un guión flojo, una historia raruna que no compensa las dos horazas y media del film.

En los comienzos de esta serie asaltaron mi memoria recuerdos de lo que fuera Sexo en Nueva York en una pseudoversión británica 2.0. Pero por algún motivo, continué viéndola, pese a no despertar demasiado interés.
Habiendo acabado la segunda temporada, me alegra decir que puede que sea una de las series más frescas que haya visto en los últimos tiempos. Si bien recurre, como hiciera Sexo en Nueva York, a narrar las aventuras y desventuras, principalmente sexuales y amorosas, de una treintañera en Londres, conforme avanzan los capítulos descubres un relato intimista y crudo de las profundidades emocionales de sus personajes.
El guión es fantástico, los personajes están brillantemente definidos, llenos (¡repletos!) de matices, la historia es cercana y por momentos, surrealista, sin caer el pasteleo melodramático (gracias).
Comprendo que no sea una serie del gusto general, porque no contando nada nuevo (narra la vida) resulta por momentos sutilmente transgresora.
Entretenida y fresca, la segunda temporada mejora (sorprendentemente) la primera.