El Sur toca aquel espacio de nuestras almas que mantenemos oculto. El Sur geográfico de España o la guerra civil no son sino elementos escenográficos y hubiese podido su director utilizar cualquier otro recurso. Este Sur hace referencia al lugar diametralmente opuesto a donde pensamos que queremos estar y que por miedo, falta de iniciativa, causas familiares, políticas o sociales no logramos alcanzar.
Un miedo paralizante.
Es la distancia que separa a dos familiares divididos absurdamente por una causa política. Es el lugar donde hay una persona que se cree amar sólo por no ser capaces de abandonar a la que ya no se ama y que está al lado. Es el lugar del si hubiese dicho, si me decidiera, del quizás. Es el sur idealizado que nos construimos y llevamos por dentro en menor o mayor grado. Un Sur que sólo existe en nuestras mentes.
Hay una escena final muy simbólica donde la hija consigue un ticket en el bolsillo del padre. Se trata de un recibo de una llamada telefónica hecha al Sur. No se sabe a quien.
Recordé la llamada de Marilyn Monroe hecha poco antes de morir y el párrafo final del poema que le dedicase Ernesto Cardenal (Oración por Marilyn):
“La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan sólo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER.
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de Los Ángeles
¡contesta Tú el teléfono!