Poema número 28 de "Los pequeños poemas en prosa" de Baudelaire.

"Conforme nos alejábamos del estanco, mi amigo iba haciendo una cuidadosa separación de sus monedas; en el bolsillo izquierdo del chaleco deslizó unas moneditas de oro; en el derecho, plata menuda; en el bolsillo izquierdo del pantalón, un puñado de cobre, y, por último, en el derecho, una moneda de plata de dos francos que había examinado de manera particular:
«¡Singular y minucioso reparto!» -dije para mí.
Nos encontramos con un pobre que nos tendió la gorra temblando. Nada conozco más inquietador que la elocuencia muda de esos ojos suplicantes que tienen a la vez, para el hombre sensible que sabe leer en ellos, tanta humildad y tantas reconvenciones. Encuentra algo próximo a esa profundidad de asentimiento complicado en los ojos lacrimosos de los perros cuando se les azota.
El don de mi amigo fue mucho más considerable que el mío, y lo dije: «Hace bien; después del placer de asombrarse, no lo hay mayor que el de causar una sorpresa.» «Era la moneda falsa», me contestó tranquilamente, como para justificar su prodigalidad.
Pero en mi cerebro miserable, siempre ocupado en buscar lo que no se halla (¡qué abrumadora facultad me ha regalado la Naturaleza!), entró de repente la idea de que semejante conducta por parte de mi amigo sólo tenía excusa en el deseo de crear un acontecimiento en la vida de aquel infeliz, y quizá el de conocer las distintas consecuencias, funestas o no, que una moneda falsa puede engendrar en manos de un mendigo. ¿No podía multiplicarse en piezas buenas? ¿No podía llevarle asimismo a la cárcel? Un tabernero, un panadero, por ejemplo, le mandarían acaso detener por monedero falso, o como a expendedor de moneda falsa. También podría ocurrir que la moneda falsa fuese, para un pobre especulador insignificante, germen de la riqueza de algunos días. Y así mi fantasía progresaba, prestando alas a la mente de mi amigo y sacando todas las deducciones posibles de todas las hipótesis posibles.
Pero él rompió bruscamente mi divagación recogiendo mis propias palabras: «Sí, estáis en lo cierto; no hay placer más dulce que el de sorprender a un hombre dándole más de lo que espera.»
Le miré a lo blanco de los ojos y me quedé asustado al ver que en los suyos brillaba un incontestable candor. Entonces vi claro que había querido hacer al mismo tiempo una caridad y un buen negocio; ganarse cuarenta sueldos y el corazón de Dios; alcanzar económicamente el paraíso; lograr, en fin, gratis, credencial de hombre caritativo. Casi le hubiera perdonado el deseo del goce criminal de que le supuse capaz poco antes; me hubiera parecido curioso, singular, que se entretuviera en comprometer a los pobres; pero nunca le perdonaré la inepcia de su cálculo. No hay excusa para la maldad; pero el que es malo, si lo sabe, tiene algún mérito; el vicio más irreparable es el de hacer el mal por tontería."

El epítome de todos los dramas carcelarios. He sentido vergüenza de no haberla visto antes ¡vergüenza! Lo de Jacques Becker no tiene nombre ¿cascarse una obra maestra así y dejarla póstuma? Ya la obra transciende y se convierte en puro paroxismo, en una parábola vital sobre el arte de la fuga, es decir, puro ars vivendi. Porque eso es la vida, la lucha contra el arbitrio o el dogma, el barrote o la puñalada; moralidad, justicia, mezquindad, fraternidad, libertad… ¡tantísimas pasiones! ¡Algunos aun caminamos por pasadizos aciagos a la lumbre de un quinqué y otros, como Becker, ya son libres. Como los camaradas de la celda, Becker también tuvo tiempo para pertrechar su particular caja de cartón en unos blancos y negros exquisitos. Lo diré más claro: ¡Bravísimo! ¡Bravísimo! ¡Bravísimo!

Excelente película de Aranda que sorprenderá a más de uno. Del apartado técnico no hace falta hablar, nada del otro mundo. Lo que aquí vale la pena son las interpretaciones: Empezando por una procaz y descocada Victoria Abril que se mete en la piel de una viuda lagartona, y siguiendo por una Berdú cándida y virginal que, envenenada por los celos y la pasión, irá afilándose la uñas hasta la sublimación fatal romántica. Jorge Sanz claramente la caga: Su pobre interpretación la clavaba Keanu Reeves con hemiplejia. Cuidadísima banda sonora que potencia la tensión dramática hasta momentos de desgarro. Una pequeña perla agridulce, una gran película española.

Como aficionado al cine de terror, de haberla visto en el cine habría salido con el pecho henchido, orgulloso de haber gastado mi dinero en 126 minutos de vertiginoso delirio a la parisina que tensan, azuzan y epatan al espectador. En un denso descenso a las cloacas de la mente, Polanski (protagonista y artífice, ambos papeles ejecutados con excepcional solvencia) bajo la piel del conserje cuitas de Trelkovsky, toca desde paradojas filosóficas clásicas (como la del barco de Teseo), grandes problemas metafísicos (muerte, suicidio, locura) o la relación entre el sujeto y la comunidad (fluctuaciones de poder foucaultianas, cuestiones de identidad sexual...). Fotografía, reparto, en fin, una película brillante de necesario visionado para los amantes del género en particular y del buen cine en general.

Acabo de verme True Detective completito, tengo un equipo técnico que ni que hubiera salido de la ECAM y quiero hacer una crítica social a la España más castiza y reaccionaria de bigote y tricornio. Mi nombre es Alberto Rodriguez – PADRE de la criatura- y lo estoy petando. Ha sido sacarla y ya en el grupo de whatsapp de los Goya me han puesto diecisiete flamencas.DIECISIETE, lo leo y no lo creo, VIRGEN DEL CARMEN.

¿Habéis oído hablar de Jesús Castro? Darek a su lado era expresivo. Y el franquista tiene el bigote de Aznar, y el latifundista indiano parece el Coronel Tapioca y no tiene acepto andaluz, y la droga nos importa una mierda, y por qué todo parece un spin off de Cuéntame, y QUÉ COJONES PINTAN ESOS STARSKY Y HUTCH EN PLAN COLOMBO POR NUEVA ORLEANS, es decir, ESPAÑA. Y la Pechotes en el maletero, Albertito, qué pájaro. En fin, yo qué sé, que veo que aquí hasta el más tonto hace relojes pero que, oye, la fotografía y eso que chachi, que así da gusto con el cine espaÑiol y blablao.

La técnica avanza, las ideas NO. Cualquier día, mientras se vuelven a poner de moda la hombreras, lo mismo se presta más atención a películas como la de Vermut y menos a El Niño, sale algún actor más por ahí que nos saque del pimpampún de siempre, y lo mismo recobro la esperanza. Ay.