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España España · Madrid
Críticas de Sules
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de febrero de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las grietas de la gran ciudad occidental se trazan historias que pasan desapercibidas a los ojos del ciudadano, historias como la de Uxbal, protagonista de Biutiful, la última película de González Iñárritu.

Vínculo inevitable de la sociedad con la clase invisible, este barcelonés interpretado por un soberbio Javier Bardem, mantiene a sus dos hijos gracias al negocio que practica con los inmigrantes y la policía. Su trabajo, aunque ilícito, permite a los chinos que atienden las tiendas de comestibles o fabrican bolsos de imitación, y a los negro que corren perseguidos con sus fardos llenos de películas pirata, sobrevivir en una sociedad que no se pregunta cómo son los agujeros que ocupan tras el trabajo.

Iñárritu plantea al espectador el reto de asomarse a un precipicio en cuyo fondo pueda reconocer los escombros que genera el sistema. A través de los ojos de Uxbal, el mexicano nos traslada a una realidad desconocida que sirve de marco para recorrer el periplo de redención que sufre el protagonista, un viaje que se resume en una lucha constante por la supervivencia de su familia. El tema de la globalización y sus consecuencias no es desconocido en la filmografía del director. Ya en Babel, su obra anterior, Iñárritu explora los efectos del lenguaje en lugares remotos, pero interconectados.
A diferencia de éste, Biutiful se presenta como un retrato muy intimista de un hombre y la realidad que le rodea, pero también de la realidad que percibe. Punto éste que sorprenderá al espectador, pues la narración incluye elementos inesperados que dotan al film de un halo espiritual ignorado en sus anteriores trabajos.

El estreno de Iñárritu como guionista, en colaboración con Armando Bo y Nicolás Giacobone, se traduce en una historia descarnada que asienta sus bases en la fuerza que imprime Bardem sobre el personaje principal. El actor, que consiguió la Palma de Oro a la mejor interpretación en la última edición de Cannes por este papel, estremece al espectador con una actuación sobrecogedora. En palabras del artista:“Biutiful fue enfrentarse a un espejo que refleja lo peor y lo mejor mí”. En el campo de la fotografía cabe destacar el trabajo de Rodrigo Prieto, quien ha participado en todos los films de Iñárritu, aportando una presencia estética que ya caracteriza la obra de ambos.

Ante la pregunta de cuántas realidades conocemos y, sobretodo, a cuántas de ellas tiene acceso nuestra percepción, Biutiful -estreno en España el 3 de diciembre- responde de una manera tan conmovedora y sincera como reza su propio título: la belleza tal y como suena.
Sules
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9
16 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dick Eklund, leyenda viva del boxeo que logró derrotar a Sugar Ray Leonard en un histórico y controvertido combate, aparece en pantalla entrevistado por un equipo de la productora televisiva HBO. El Orgullo de Lowel visiblemente colocado por alguna droga, presenta ante las cámaras de televisión a su hermano y pupilo, Micky Ward como un firme candidato para sucederle en el cuadrilátero.

Con este puñado de datos, que corresponden al inicio de la película, podríamos aventurar que estamos al comienzo de una historia de superación donde el boxeo juega un papel protagonista. Y así es. Basándose en hechos reales, David O. Russell consigue con este film engrosar la lista de películas clásicas que pertenecen a este ciclo.

Sin embargo, The Fighter no narra esa historia de superación del ex-boxeador que logra salir de las drogas gracias al deporte, aunque Christian Bale se empeñe en absorber toda la atención del espectador con una interpretación de Oscar. The Fighter cuenta la lucha que Miky Ward (Mark Wahlberg) emprende contra su familia y contra sí mismo para despojarse de la sombra que su hermano proyecta sobre él. En ese ascenso Micky tendrá que elegir entre un club serio de boxeo en Las Vegas; o un entrenador adicto al crack, que es su hermano, y un manager que no deja de repetir lo bueno que era su hermano, que es su madre (interpretada por una Melissa Leo que recuerda en lo matriarcal a su trabajo en Frozen River). A su favor contará con el apoyo de una camarera (Amy Adams) sin miedo a dejarse la piel en el camino por recuperar la autoestima del púgil, aunque eso le cueste arrancarse los pelos con las hermanas de Micky, unos seres que parecen sacados de un mal capítulo de Padre de Familia.

De los 115 minutos aproximados que dura la cinta, David O. Russell reserva y dosifica quince para que el espectador pueda desasirse de la butaca. El resto de la película se articula sobre un acertado montaje que permite un tempo rápido donde los acontecimientos se suceden unos a otros sin apenas transición. Pero para suavizar una posible sobrecarga de tensión emocional con tantas secuencias dramáticas, el director intercala oportunos momentos y esperpénticos personajes que consiguen aliviar al respetable arrancándole una carcajada.

Parece fácil atreverse a decir que The Fighter ya forma parte de las futuras antologías del cine de boxeo. El último trabajo firmado por David O. Russell cierra por ahora una selecta lista compuesta por clásicos de la talla de Toro Salvaje, Rocky o Million Dollar Baby. Películas, todas ellas, que han pasado a la historia porque sus autores supieron aunar lo épico y lo sórdido de este deporte gracias, en enorme medida, a las interpretaciones estelares que sus actores, tanto principales como secundarios, aportaron a tal fin.
Sules
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7
16 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un western sin venganza debe ser algo así como un romance sin amor, pero un western donde la venganza trata de ser llevada a cabo por una pequeña adolescente puede llegar a parecerse más a una roadmovie en bicicleta a través del desierto. Es posible que esto último ya haya sido rodado, lo que es seguro es que el primero de los casos fue estrenado en 1969. Y aunque esta primera versión de Valor de Ley, firmada por Henry Hathaway, pareciera no dar lugar a más y mejores reseñas, los hermanos Coen han reinterpretado, 30 años después, la obra del escritor Charles Portis, para deleite un público que ya empezaba a echar de menos uno de esos films épicos del tándem fraternal más prolífico de Hollywood.

Mattie Ross es la adolescente en busca de venganza. Tras el asesinato de su padre a manos de un ayudante borracho, la joven testaferra inicia un viaje impulsado por el odio y la necesidad de restaurar el honor familiar. Pero a pesar de las manifiestas agallas de la muchacha, necesitará la ayuda de un profesional de la justicia para dar caza al asesino (Josh Brolin), que se ha unido a un famoso grupo de bandidos cuyo centro de operaciones se encuentra en territorio indio, lejos de la aún precaria jurisprudencia estadounidense.

Sólo un puñado de hombres al servicio de la justicia son capaces de adentrarse en tan peligrosas tierras, pero de entre ellos destaca por sus cuestionadas tácticas violentas la figura del jefe de policía Rooster Cogburn, interpretado por un enorme Jeff Bridges, cuya amplitud de registros al servicio o no de los Coen, hacen de él uno de los actores más importante de su generación. Tras varios encuentros, Mattie consigue finalmente persuadir a Cogbourn para acompañarle en este peligroso periplo. A la expedición se le unirá la presencia del arrogante ranger de Texas-encarnado por un desconocido, pero brillante Matt Damon- cuyo objetivo es el mismo que el de la extraña pareja: dar caza a Tom Chaney, pero por un delito cometido en el estado sureño, generando entre los protagonistas un conflicto por ver quien se lleva el gato a la soga.

Los Coen, especialistas en rescatar autores olvidados, como ya hicieran con Cormac McCarthy en la laureada No es país para viejos, recuperan la obra de Charles Portis para dibujar el sombrío y hostil escenario en el que se desarrolla esta historia. Ethan y Joel -ese monstruo cinematográfico de dos cabezas- vuelven a recurrir a la épica, emulando anteriores títulos como Muerte entre las Flores, para dar vida a unos personajes perfectamente reconocibles gracias al alma que los cineastas imprimen en todas sus películas. Personajes por cierto, entre los que destaca el jefe de policía Rooster Cogburn, el cual hace ya más de un cuarto de siglo le serviría al mítico John Wayne para ganar el Oscar al mejor actor principal. Pronto veremos si Jeff Bridges se vale de ese parche en el ojo tan característico para hacerse también con su segunda estatuilla.
Sules
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