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Críticas de Macarrones
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Críticas 229
Críticas ordenadas por utilidad
1
25 de enero de 2007
51 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra película americana en la que una adolescente insoportable lleva muy mal lo de haberse criado en una familia monoparental y echa de menos la figura del padre (aunque, subconscientemente, lo que busca es novio). Estas películas sobre la nostalgia del pene (hablo en términos psicoanalíticos) son las favoritas de la Continental-Auto. Cualquier viaje desde el norte a la capital de España se convierte así en un acto de exaltación familiar y llegamos los viajeros dando vivas a San José y la Sagrada Familia, todos con las pupilas dilatadas por estos finales llorones de reconciliación entre padres e hijos y de elogio de la castidad y la fidelidad conyugal (estas películas, pese a su estética ñoña y enrollada, tienen un fondo ultraconservador).
La de hoy, aparte de lo dicho, sirve también para contraponer la frescura democrática de América a la rigidez ridícula de Europa: una joven lechoncilla neoyorkina viaja a Londres con el propósito de conocer a su papá y su desenvoltura pone patas arriba a la aristocracia británica. Por salir, sale hasta la familia real (a este paso Isabel II se va a convertir en un icono cinematográfico de primera magnitud, quién lo iba a decir...).
La película es un bodrio y lo mejor es que uno se da cuenta de ello desde el primer fotograma.
Macarrones
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3
14 de enero de 2008
60 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo, como todo buen gafapasta, tengo mi versión favorita de las "Variaciones Goldberg": la de María Yudina. La escucho a menudo. Ninguna interpretación me gusta más (ni siquiera las de Gould, muy bien consideradas en el ambiente gafapastoso en el que me desenvuelvo).

Las "Variaciones Goldberg" fueron compuestas por Bach en 1741 para adormilar al insomne conde Hermann Carl von Kayserlingk, pero uno puede escucharlas despierto. En 2007 Portabella, fascinado por la música de Bach, ha rodado esta película para convocar el sueño de Macarrones. Acierto pleno: lo ha conseguido. Es una de las películas más sosas y falsas que he visto en las últimas décadas. A diferencia de la obra de Bach, esta película es insoportable durante la vigilia: uno ha de instalarse en el sopor para que sea digerible. Y ni con esas.

"El silencio antes de Bach" quiere ser modernita (es un poco el equivalente de la Nocilla literaria llevada al cine): relato fragmentado, microhistorietas unidas por el hilván bachiano, ruptura de la narratividad tradicional, episodios más o menos originales (pianolas andarinas, un vagón de metro lleno de violonchelistas interpretando el preludio de la Suite nº 1, camioneros que tocan la armónica o el fagot: la historia de los camioneros prometía, pero a los guionistas no se les ocurre nada y al final queda ahogada en el magma inane del conjunto), conversaciones pedantuelas entre los personajes -Bach con su hijo, el librero, el calvo con la violonchelista maciza-). Para mí es un ejemplo perfecto de película carente de ideas, pedante (tipo sobrio, soporto peor al pedante desmelenado) y sin garra. Tiene ese tono falso de las películas de Ventura Pons -otro que construye por acumulación de historietas- con un sorprendente añadido de Vicente Aranda en la escena de la ducha, más un toque cutre de ambientación histórica a lo Curro Jiménez (pero en Leipzig, con pelucones y con mucha guardarropía de Cornejo).

Lo mejor: la compañía de Servadac y Hermione Granger y la noción de "centraditas" que tiene la taquillera de los Cines Verdi, que si se descuida nos da unas butacas fuera de la sala.
Macarrones
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1
12 de mayo de 2008
48 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
El coche(1) fantástico(2) es una trepidante(3) aventura(4) de un hombre que no existe(5), en un mundo lleno de peligros(6). Michael Knight, un joven solitario(7) embarcado en una cruzada(8) para salvar la causa de los inocentes(9), los indefensos(10), los débiles(11), dentro de(12) un mundo de criminales que operan al margen de la ley(13)... ¡el coche fantástico!(14)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Macarrones
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5
11 de febrero de 2007
56 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más miedo da en "El beso de la pantera" es ver en los extras del dvd el aspecto de Paul Schrader en el año 1982: parece un portero de discoteca en tratamiento psiquiátrico. La entrevista que le hace una anónima señorita al pie de las jaulas del zoo de Nueva Orleans da más cague que todos los descuartizamientos que uno ha visto antes en la película, vamos, no se puede comparar.

Uno, que pese a todo siente mucha simpatía por Schrader (por su cine), reconoce aquí su estilo espinoso, frío y como malhumorado, quizá un poco torpón, y eso y el ambientillo de sexualidades reprimidas y sudores en la cama, es lo mejor de esta destartalada película que, por lo demás, está escrita, contada y montada de forma irregular y a veces sonrojante: las escenas iniciales (una especie de fantasía prehistórico-étnica) son de lo más ridículo que se ha rodado nunca en la historia del cine; cuando uno ya se ha recuperado del bochorno y la película está medio encarrilada, vuelve una escenita onírica con el hermano al pie de un baobab (o algo así) que lo chafa todo. Otra cosa graciosa es ver con qué desparpajo se desnuda aquí la gente, como si fuera una peli de Vicente Aranda: la Kinski es muy estilosa con esto de quedarse en bolas, porque John Heard se quita siempre los pantalones como si fuera a cagar (con perdón de las señoritas que lean esta página).
Cojea también en la película sus explicaciones míticas (muy pretenciosas), la música (ridícula), los tics propios del cine norteamericano (cuando alguien está nervioso da una bofetada al que tiene al lado y lo tumba al suelo; el despliegue policial, tan aparatoso siempre -miles de coches de policía, sirenas, luces, helicópteros- como ineficaz). Lo mejor: la Kinski, la sobriedad del relato, la Kinski, el aire desasosegante de muchas escenas, la Kinski y la Kinski.
Macarrones
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8
18 de octubre de 2007
43 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto sí es cine social y, por encima de todo, gran cine. Icíar Bollaín tiene un talento desbordante para reflejar lo cotidiano, y plasma con verdad y sin retórica a la gente corriente: esta vida de karaokes, empleadas de la limpieza, cenas recalentadas en el microondas, niños con fiebre y polvos tristes con novietes cerveceros está reflejada de forma excelente, con mucho amor y enorme emoción. A menudo vi la película francamente incómodo porque me hacían daño muchas de las cosas que contaba: en cierto modo, Bollaín pinta el paisaje de una batalla o, mejor, de una derrota: la de unos personajes y una sociedad que están devastados. Y esa sociedad es la nuestra.

La película es muy buena pero no excelente (y Bollaín nos tenía acostumbrados a la excelencia). En mi humilde opinión (menos valiosa que la de una mancha de cocacola en la moqueta del cine de un nudo de autopistas), cuando Bollaín toma el megáfono y juega a ser sindicalista o cuando alambica las situaciones la cosa ya no va tan bien: nunca resulta -faltaría más- torpe o maniquea (*), pero en el guión ha dejado unas hilachas chirriantes que salva con su capacidad de dirigir a los actores (esta es otra, ¡qué actores! En el reparto de esta película abundan muchos por los que yo no hubiera dado un duro y que aquí demuestran una capacidad extraordinaria: redimen todos sus muchos pecados en teleseries y peliculuchas envilecedoras). Bollaín cuenta con tanta persuasión y empatía que todo esto da igual, porque este mismo guión, en otras manos (con otro director y otros actores) podría convertirse fácilmente en un capítulo de Matrimoniadas, con su pareja madurita (Nuria González y su marido-iglú: su relación no es precisamente un modelo de sutileza narrativa), la de mediana edad (Nimri y Ulloa, que están extraordinarios en sus papeles, no se puede hacer mejor) y la pareja de jovencitos (María Vázquez y sus chicos sin afeitar).

El sonido de la película no es bueno (esto es un defecto frecuente en el cine español, ¿qué pasa con los técnicos?) y algunas frases se pierden. Con todosi el nivel medio del cine de nuestro país fuera el de las películas de Icíar Bollaín, el cine español sería el mejor del mundo (hala, ya lo he dicho, me bajo del púlpito).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Macarrones
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