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España España · barcelona
Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por utilidad
7
10 de agosto de 2017
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Granujas de medio pelo (2000) es un canto al efímero poder del dinero, y a la solvente y deliciosa profesión de fabricar galleta ,pero nuestro ‘cerebro’ pensante Ray (Woody Allen), quien después de pasar unas vacaciones pagadas, decide que tiene el plan perfecto para hacer el mayor de los atracos haciendo cómplice a su mujer Frenchy (Tracey Ullman) quien se niega de entrada.

Ray tiene apalabrado con otros compinches la ejecución del plan: su pesado adulador y amigo Denny (Michael Rapaport), el indiscreto Tommy (Tony Darrow) que todo lo ve fácil, y el escurridizo Benny (Jon Lovitz), capaz de cualquier cosa por pagar la universidad de sus hijos. Al ramillete se unirá la simpar prima de Frenchy, May (Elaine May), y el Policía (Brian Markinson) que pasaba por el lugar. Los planes iniciales sufren algún cambio, aunque el resultado final encaja en los intereses de casi todos.

En Granujas..., nuestros avaros buscadores de riquezas, además de los abrillantados y lacados pescadores de lo ajeno, están dispuestos a todo, incluso a seducir por la pasta: David (Hugh Grant) es el prototipo del perfecto trepa, dominador de sus poderes de seducción de cara a pellizcar desangeladas fortunas aprovechando su belleza de tubo y su formación en arte. Lo mismo le puede pasar a la desfasada seductora por el tiempo Chi Chi Poter (Elaine Strich) quien intenta con sus dudosos encantos convencer a los incautos creadores del negocio.

Los responsables de ‘Sunset Cookies’, que contemplan sorprendidos como aumenta el negocio de las galletas, conseguirán finalmente el caché social que buscan para reinventarse, y ser convencidos para realizar algunas inversiones que les dará glamour e imagen en la sociedad de alto copete, realizando fiestas de seducción y enganche. Además de (entre otros), algunos austeros e interesados promotores en el noble arte del bel canto que persiguen lo mismo que David y que Chi Chi: pescar la pasta de los galleteros.

De manera ágil los cruces en los intereses de nuestros personajes son inevitables, todos se necesitan para recuperar tiempos no aprovechados, tiempos perdidos: unos, aprender urbanidad en el entorno social que nunca hubiesen imaginado (especialmente Frenchy), convencida que la pasta es la mejor carta de presentación; otros, domesticar de forma interesada a los nuevos ricos por parte de los avariciosos apropiadores de lo ajeno, a quienes les critican en petit comité la brusca irrupción en su particular mundo a base de galletas, el pésimo gusto por la decoración, la ridícula imagen que dan con sus atuendos horteras y el mal gusto en las forzadas relaciones sociales, aunque en realidad nada de eso les importa demasiado cuando procuran introducirse en la corriente galletera intentando pescar cash para promociones, eventos, convenciones, y multitud de oportunas propuestas. Sorprendentemente para todos, los intereses de cada cual darán inesperados giros: unos contando, otros gritando al viento ¡A la rica galleta!, y los demás esperando actuar según decida el privilegiado cerebro de Ray.
avanti
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Blues del hombre salvaje
Concierto
Estados Unidos1998
6,3
1.149
Documental, Intervenciones de: Woody Allen, Soon-Yi Previn
6
6 de agosto de 2017
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Desde muy joven Woody sentía interés por la música de jazz y en concreto por Sidney Bechet y su transparente y brillante sonido, aunque tocó bastante con el saxo soprano, la historia le sitúa con el clarinete tocando el jazz de siempre el jazz de New Orleans del que Woody tomó buena nota. Así, en Wild man blues (1998) nos lleva al mundo del backstage, todo un descubrimiento del Woody Allen músico que nos ayudará a entender mejor las tensiones creadas en los previos, generando hechos y actitudes própias de la situación, es como un ritual de preparación, donde hay poco espacio para las bromas y mucho para la concentración antes de salir a escena.

La gira que podemos ver en este interesante documental le llevó a él y la His New Orleans Jazz Band por Paris, Madrid, Génova, Viena, Venecia, Milán, Bolonia, Turín, Roma y Londres, con final familiar en New York, y un amplio repertorio y variado como Homei Sweet Homei de George Bernard o Wild Man Blues de Louis Armstrong entre otros interesantes temas, además de diferentes adaptaciones y música de cine del legendario Nino Rota como 8 ½ o Amarcord, lo cual tiene su lógica ya que la mayoría de las actuaciones se hicieron en Italia.

En Wild man blues no vamos a encontrar esencias humanas ni emocionales a la manera de una película o de una ficción, se trata de un documental sobre una banda de jazz en gira en la que uno de sus intérpretes es el clarinetista Woody Allen a quien le gustaría que le fueran a ver por la música, aunque reconoce que, gran parte del público que asistente a cualquiera de sus conciertos lo hace atraído por la curiosidad para ver tocar al Allen enmascarado en cualquiera de los personajes que le han hecho famoso desde hace más de tres décadas (hasta 1998).

Letty Aronson hermana de Woody y Sonn -Yi Previn, su esposa, tienen un importante papel en la organización de los diferentes eventos que han de cumplirse durante la gira. Llegados a estas alturas en la evolución y maduración de Allen, no existe postureo ante las cámaras, no existe premeditación, todo es estado puro, sin personajes guionizados, como en las interioridades de cualquier grupo musical en gira donde todo fluye natural, tal cual.

Si existe algún tipo de estereotipo en Wild man blues es el propio de las interioridades de un grupo de músicos en gira, nada más. Los posibles estados emocionales que se puedan ver en el documental son los propios de las situaciones generadas entre un público siempre expectante, y unos músicos siempre eficientes con los imprevistos asociados. En Wild man blues no hay otra cosa que no sea música como la generada por Dan Barret al trombón, Simon Wettenhall a la trompeta, John Gill a la batería, Greg Cohen, al contrabajo, Cynthia Sayer al piano, Eddy Davis al banjo y director, y Woody Allen al clarinete, todo lo demás, recepciones, entrevistas, agradecimientos, presentaciones y protocolos varios, forman parte del equipaje del conjunto.

Barbara Kopple, autora del documental nos lleva a convivir en gira con la troupe de la que Allen forma parte. El resultado curioso y satisfactorio nos muestra a un Allen, relajado con su música y, por supuesto consciente que allá por donde pasa, el aura del actor conocido no puede pasar desapercibida, va con él mismo, con su música, con su banda, con sus estados anímicos. En todo momento Allen se representa así mismo, en este caso desde su música y como clarinetista de la His New Orleans Jazz Band, sin tener en cuenta, ni entrar en ningún tipo de tecnicismo y/o destreza interpretativa de nuestro clarinetista al que solo nos queda disfrutarlo con su banda, nada más.
avanti
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8
25 de julio de 2017
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Balas sobre Broadway (1994) es una ‘peli’ de algún que otro gánster con matones, guardaespaldas, ejecutores, queridas, chulos, serenos aunque despiadados capos, grandes clubes ilegales, suntuosas mansiones, enormes coches y el fracasado escritor David Shayne (John Cusack) que intenta estrenar su obra de teatro, aunque antes deberá conseguir la suficiente financiación para convertirlo en realidad; Julian Marx (Jack Warden), su socio y representante se pone a ello. Por lo visto, los caminos de la financiación son infinitos, hecho que adereza a nuestros parcos personajes con sus frías posturas: secundarios matones, y jefes de banda metidos a productores por el amor a una despampanante chica aspirante a actriz, bailarina de conjunto y poseedora de la dicción más inconveniente para alguien que quiere triunfar en el teatro.

Juliet Taylor experta conocedora del casting y colaboradora con Woody Allen desde La última noche de Boris Grushenko (1975), es la perfecta buscadora de los rostros apropiados para sus películas, así en Balas…, no hay mejor capo que Nick Valenti (Joe Viterelli), mejor gánster que Cheech (Chazz Palminteri), mejor mantenida que Olive Neal (Jennifer Tilly), mejor actor glotón de catering sin perder jamás la compostura que Warner Purcell (Jim Broadbent), o mejor diva estelar de pasados tiempos dorados como Helen Sinclair (Dianne Wiest), entre otros destacados personajes del elenco.

David Shayne consigue la tan deseada financiación para montar y estrenar su obra God of our Fathers en el Belasco Theatre. Pero a cambio tiene que aceptar una condición: darle un papel secundario a Olive, la incompetente novia del capo productor, Cheeck acude a los ensayos como guardaespaldas de Olive que, lejos de limitarse a vigilar, se permite sugerir cambios en el guión. A fuerza de ceder a los consejos de Cheek, David empieza a dudar hasta tal punto de su talento dramático, que acaba haciéndole participe en la revisión de su obra. Algo parecido vivió Woody Allen en 1965 con el guión Que tal, Pussycat? donde los actores hacían cambios en sus diálogos y el director Clive Donner, estaba constantemente supervisado en su trabajo terminándolo como pudo.

El cuadro de esta estupenda maravilla lo completan además la joven Elle (Mary-Louise Parker) prometida del autor y algo promiscua a pesar de las apariencias , el reivindicativo actor y experto adulador de desoladas féminas, Sheldon Flender (Rob Reiner), la amable y risueña chistosa, defensora de los chihuahua Eden Brent (Tracey Ullman), el paciente representante de divas Sid Loomis (Harvey Fierstein), o la voluminosa y amable Venus (Annie Joe Edwards) algo espesa a la hora de realizar su trabajo en el hogar de la aspirante a actriz, entre un largo elenco de personajes que en su conjunto participaron en una de las películas más deliciosas de Woody.

Balas sobre Broadway, es una magnífica comedia que nos cuenta el gran deseo, cercano a los cien minutos, sobre Olive Neal, la aspirante a actriz que no fue más allá de un oscuro tugurio, el dinero negro convirtiendo en realidad el sueño de David Shayne cumpliéndose su deseo entre balazos, encerronas, amenazas, delirios y las cálidas luminarias que alumbran la première de un éxito tortuosamente elaborado, donde lo que cuenta antes de llegar al The End es el final de la historia.
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7
24 de julio de 2017
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Misterioso asesinato en Manhattan (1993) es una película de reencuentros Diane Keaton en la interpretación, Paul Mazursky en el guión junto a Woody Allen, y el estándar del gran Cole Porter ‘I Happen to Like New York’, interpretado por Bobby Short en Hannah y sus hermanas, y tema de cabecera en Misterioso…, además del habitual equipo de producción, casting y fotografía, lo cual nos lleva a la recuperación del Allen comediante en las escenas de enredo y confusión con la ligereza y la entrañable torpeza en algunos de sus personajes, que siempre le ha caracterizado.

Carol Lipton (Diane Keaton) se dedica a sus preocupaciones diarias habituales y poco más, Larry Lipton (Woody Allen), es editor, en una interpretación que nos recuerda al inquietante paranoico, temeroso de las sorpresas, torpe con las situaciones extremas y enemigo de banales conversaciones, acrecentado con la sospecha de Carol que algo no funciona bien en los vecinos acabados de conocer en el ascensor: Paul House (Jerry Adler), aficionado a la filatelia y su mujer Lyn Cohen (Lillian House), felizmente casada y aficionada a los postres contundentes.

El amigo que nuca falta, el inquieto y suspicaz Ted (Alan Alda) es el compinche y colega secretamente enamorado de Carol, quien no duda en tomar partida en el asunto de los sospechosos vecinos desde que la Sra. Lyn aparece muerta. Al conjunto de personajes se suman Marcia Fox (Anjelica Huston), escritora y empedernida jugadora de póker interesada en la publicación de su libro. Al ser presentada y pedido opinión, se implica en el tema, aportando además, un grado de infundados celos de Carol hacia Marcia por la excesiva atención que le presta a su marido.

La idea de un asesinato se instala entre los personajes. La trama de sospecha va creciendo, alimentado por la circunstancia de algún encuentro fortuito, el descubrimiento de elementos implicatorios, el allanamiento ilegal, la sorpresa del ascensor, un nuevo familiar, coches en persecución, hornos industriales de fundición, decisivos para la resolución del caso, con permiso de los maestros Billy Wilder y Orson Welles homenajeados de forma certera en el desenlace de Misterioso asesinato en Manhattan.

Woody Allen recupera la frescura de la comedia de enredo, el alocado ritmo de la acción, las aparentes banales conversaciones y las interactuaciones de los carismáticos personajes tan necesarios en el resultado final de sus películas, así, en Manhattan Murder Mystery el amigo Sy (Ron Rifkin), la carismática Marilyn (Joy Behar), los vecinos John Doumanian y Sylvia Kauders, el circunspecto doctor Ira Wheeler, o la otra señora venida de lejos Mrs. Dalton (Marge Redmond) entre otros. Agradable metraje realizado por un convencido cómico multidisciplinar, apasionadamente dramático y abiertamente receptivo a la creación.
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7
17 de julio de 2017
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Historias de Nueva York (1989) nos acerca a tres historias sin ningún nexo de unión entre ellas, excepto la curiosa coincidencia del actor Paul Herman que aparece en las tres narraciones con diferentes personajes. Tres grandes de la dirección se ocuparon de las historias independientes entre sí, y ambientadas en Nueva York: Martin Scorsese dirige “Apuntes al natural”, Francis Ford Coppola (con la ‘ayuda’ de su hija Sofía Coppola) dirige “Vida sin Zoe” y Woody Allen dirige “Edipo reprimido”. Tres historias generadas en estratos sociales distintos:

En “Apuntes al natural” Lionel Dobie (Nick Nolten) es un pintor egoísta, genial, mujeriego y necesitado de compañía en su enorme estudio donde mantiene una complicada relación con Paulette (Rosanna Arquette) artista en ciernes que busca el reconocimiento del maestro a su opaca obra de la que Lionel elude, en lo que puede, opinar sobre ella. El atrevimiento de nuestro excéntrico pintor deriva contantemente en rechazar la mediocridad y atreverse con todo, incluido algún reto nada fácil. La relación amor-odio entre los dos se completa con personajes satélite como Steve Buscemi (Gregory Stark), una amiga de Paulette (Illeana Douglas), o un cameo realizado por Peter Gabriel entre otros pretendiendo dar al entorno un clima transgresor en las ofertas culturales de moda. Después de la deriva entre nuestros dos protagonistas, el azar hace que se cruce en el camino de Lionel Dobie la joven barman (Brigitte BaKo) en el ‘vernissage’ inaugural de Lionel, y pretendida artista en ciernes que, casualmente, también busca la fama y el reconocimiento del maestro. Historia plena de color, dominio generoso del plano detalle, una más que convincente dirección de Martin Scorsese la inestimable aportación en fotografía del legendario Néstor Almendros. Una historia con buen ritmo interno y apetecible de ver.

Francis Ford Coppola dirigió “Vida sin Zoe “con guión escrito por él y su hija Sofía para la que significó su primera incursión como guionista.: Zoe (Heather McComb) es una niña que además de vivir para sus clases y las comodidades materiales que le da la holgada posición social en la que vive, pretende la reconciliación entre sus afamados padres que por motivos profesionales siempre están de gira y ocupados en alguna parte del mundo: su padre Claudio (Giancarlo Giannini) es el exitoso flautista internacional casi siempre de gira, su madre Charlotte (Talia Shire) es fotógrafa de gran éxito; ambos están siempre de viaje, lejos de su hija Zoe quien urde un plan para reconciliar la vida familiar con el añadido de algunos amiguitos y la peligrosa aparición de unos ladronzuelos que casualmente pasaban por la escena. A la trama debemos mencionar la pequeña saga familiar de los Coppola: la pequeña Zoe (Gia Coppola), la madre Charlotte (Talia Rose Coppola:”Talia Shire”) y el músico de la calle (Carmine Coppola). La primera impresión, conocida la trayectoria de Coppola, es que esta pequeña historia no pasa de ser un divertimento en familia con invitados. Una pequeña historia para los acomodados hijos realizada por el gran Coppola que un día mostró al mundo la dureza poética de la saga Corleone.

Woody Allen muestra en su historia “Edipo reprimido” tres de sus temas preferidos ‘la madre’, la ‘magia’ y la ‘psiquiatría’. Sheldon (Woody Allen) es abogado de éxito, su Madre (Mae Quest) acompañada siempre por su inseparable tía Ceil (Jessie Keosian), está en constante preocupación por su hijito Sheldon ya algo mayor. Cansado de la situación acude al psiquiatra para encontrar solución al excesivo apego que la madre continúa teniendo con su hijo después de media vida y, a la que le presenta a su novia Lisa (Mia Farrow). En un alarde de torpeza el mago Shandu (George Schindler), hace desaparecer a la parlanchina y carismática madre, a lo que el Director del Teatro (Larry Davis) no encuentra solución. Creyéndose Sheldon liberado del excesivo proteccionismo materno, en un alarde de imaginación en el guión, Allen hace aparecer a la madre en el cielo de Manhattan para seguir regañando desde las nubes a su descuidado hijo incluso delante de quien pasea por la calle en alegre conversación. El psiquiatra no entiende nada, su prometida tampoco intentando animarlo, y la secretaria del Sheldon (Molly Reagan) entiende aún menos. Después de buscar soluciones, incluso con la hechicera y vidente Treva (Julie Kavner) convertida en la nueva novia de Sheldon nada ha cambiado…o sí, la empatía de la madre hacia las novias hizo que se resolviéndose la situación, apareciendo en casa como si nada hubiese ocurrido, con lo que todo ha vuelto a la normalidad junto a un albún de fotos de su Sheldon que muestra orgullosa a su nueva nuera.

Desiguales historias que nos sumerge en los problemas emocionales de un artista, el deseo de una niña por reunificar su familia y las excentricidades maternales de una madre dominante. Tres historias contadas por tres grandes del cine en una sola película compensada con los resultados individuales obtenidos en Historias de Nueva York.
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