Elling es un hombre que ha estado viviendo 40 años con su madre sin prácticamente salir de su casa, cuando ella madre muere los Servicios Sociales de Noruega, donde transcurre la historia, se hacen cargo de él. Después de un tiempo tratándolo psiquiátricamente llega un momento en que las autoridades consideran que ha llegado el momento de que Elling y otro compañero de similares característiscas psicológicas vivan independientes.

Al principio, Elling y su compañero de piso, no son capaces ni de ir al supermercado a comprar, pero poco a poco irán salvando obstáculos y la vida les pondrá en el camino a seres humanos que serán para ellos como miel sobre hojuelas.

Elling además descubre que tiene vena poética, pero de poesía tierna, melódica y con buenas formas; no le gustan poemas como el siguiente, el cual le hace vomitar:

"Vi a un duende rubio de Patmos.
No tuvo elección.
"Soplapollas", le grité
muy cerca de su oído pálido
de color de la aurora.
Pero mientras arrugábamos
las sábanas en la cama,
un bronceado y enorme antebrazo
se le introdujo por un sitio
donde nunca brilla el sol."

Así que Elling decide dar un giro positivo a la corriente de poesía basura que recorre la actualidad y emprender una misión poética desde el anonimato.

Enternecedora película, simpática y muy agradable de ver.

Película del género bélico (año 1941, Europa, II Guerra Mundial), en blanco y negro y con actores de la talla de Rod Taylor (aquel magnífico protagonista de la película "EL TIEMPO EN SUS MANOS", George Pal, EE.UU. 1960, que nos hizo sentir la aventura y mantenerla viva en nuestra sangre para siempre).

La película es notable, con un desarrollo interesante y dinámico, aunque no lo suficiente agarrador como entusiasmar. Un comandante del ejercito aliado que sabe el dia y el lugar del desembarco (en Normandía) es secuestrado por los alemanes y conducido a un lugar donde le hacen creer que ha sufrido un shock de amnesia, que la guerra ha terminado y han pasado ya seis años.

Un dato curioso de este filme es que a los alemanes no se les pone como a malísimos sino como a humanos igual que los demás (en una escena un soldado alemán que persigue a unos enemigos que huyen, se para al ver un nido de pajaritos y les silba admirado y con ternura).

A destacar esta reflexión:
—"La culpa pide a gritos el castigo y el castigo es la cura de una conciencia enfebrecida.
—Esa no es la única cura. En ocasiones la comprensión y el perdón producen el mismo resultado."

Como verán, no cuento nada que la productora no cuente en el trailer.

Película futurista acerca de un estado de nuestro mundo donde la mayoría de seres humanos han comprado un robot humanizado que los sustituye en todas las actividades con sólo estar echados en la cama pero conectados a ellos a través de control remoto.

No está mal, se ve bien, se sigue con interés, aunque en su totalidad es una película mediana, nada excelente.

Mateo Gil ha logrado una buena película. No pasará a formar parte de la historia de los grandes western, pero al menos sí quedará como una de las mejores de los western bolivianos, si es que existen otros en este país andino.

Y lo mejor del guión es este comentario: "La amistad es lo más valioso que un ser humano puede tener. Vale más que las tierras, el dinero o los caballos. Y será lo único que nunca olvidarás.
Durará por siempre.

Lo peor ese afán por hacer al protagonista español el tipo más malo de todos, más malo que los bolivianos, más malo que los norteamericanos y más malo que el mismísimo diablo. Lo cual evidencia una cosa que el director, el guionista y las ideas principales de esta película son de españoles, seguro.

La fotografía que vemos, las panorámicas, los paisajes de Bolivia, además de ser preciosos están tomados con mucho arte y oficio. ¡Felicidades por ello!

Uno no se explica por qué un argumento como el de esta película, que podría haber dado mucho más de sí, se convierte en un desarrollo pastoso y desabrido; salvo los quince últimos minutos donde curiosamente, quizás porque las escenas se ruedan con la mar como compañía, la filmación se hace más interesante, atractiva y digna.

Darío Grandinetti en verdad no parece el más indicado para el papel de suegro y Juan Echanove tampoco para el de yerno, se debían haber intercambiado los papeles; pero da igual, ninguno de los dos está convincente en su personaje.

Por favor, es una película regular-regular, donde ni siquiera la niña (Cristina Valdivielso) nos agarra a la historia, menos aún Ariadna Gil. Parece como si el director Beda Docampo junto al plantel de actores, no hubiesen visto aún películas en el mismo sentido de calma y melancolía, de las que aprender antes de abordar la que han realizado, es decir películas tales como VERANO DEL 42 (de Robert Mulligan, USA 1971) o EL SUR (de Víctor Erice, España 1983) y no supiesen qué "carne hay que poner en el asador" de una narración cinematográfica de argumento más o menos sencillo-melancólico, para que resulte una obra de arte, o por lo menos un filme efectivo que nos haga sentir satisfacción de haber tenido la oportunidad de verlo.