La película muy buena, lo que llamamos un "drama rural" en la américa profunda. Los personajes a la altura, la trama intensa atrapa.
No puedo aguantar sin embargo esa constante manía de Hollywood y el cine moderno de satanizar todo lo que es cristianismo; porque en esta película un cristianismo mal entendido, que parece el único que hay sobre la tierra, es el hilo conductor y diabólico de la misma: No hay redención más que en la violencia, y la venganza, y no hay ningún absoluto al que podamos agarrarnos.
Ese es el mensaje de Netflix, Hollywood, etc. Y termina cansando, y termina siendo maniqueo. Todo lo que es conservador, cristiano y tradicional, es el mal absoluto: corrupto, falso, fariseo, ignorante y violento.

Me gustan las películas de serie B sobre criptología que se desarrollan en bosques. La "atávica llamada de la naturaleza". Aquí se da una vuelta de tuerca más al mito del bigfoot. Pero desde mi punto de vista, una vuelta floja sobre quién es realmente el monstruo, que no aporta nada y con algunas escenas gore que no me han gustado nunca.
Si estás aburrido a tope, llueve fuera y no tienes nada mejor que hacer, la puedes ver, pero no lo aconsejo. Si no, no pierdas tu tiempo. Un petardo.
Si quieres saber de qué, va, pasa a la zona spoiler...

Una vez más tengo que criticar el Wokismo que harán tragar sin que se dé cuenta al telespectador poco avisado:

Los malos malísimos son todos blancos y caucásicos (el único de los "malos" que es "bueno" es el único asiático). Y los buenos son una mezcolanza heterogénea de razas y culturas. Yo pensaba que entre otras razas aparte de la blanca hay también gente muy mala. Si esta es toda la propuesta, apaga y vámonos.

Aparte de esto, visualmente efectiva, una trama que al menos supera el coeficiente intelectual de una ameba (lo cual para el cine actual es ya decir mucho), y entretenida para pasar un rato, pero sin más.

Soy fan de la ciencia ficción, y cuando vi esta serie en Netflix pensé que sería algo que merecería la pena.
Pues bien: creo que nunca he visto un petardo como este, lacrimógeno, políticamente correcto, sobreactuado. No falta nada: dosis de LGTBI, niña retrasada mental, flashbacks constantes a la tierra...
En fin. Terminé de verla por mi mujer. Pero es infumable.

Como digo en mi título, a mi me ha recordado a distopías como Black Mirror de Netflix, pero en irreverente y gamberro. La serie engancha desde el minuto cero, y corres el riesgo de querer verla entera en plan maratón si la comienzas un sábado por la mañana.
Hace reflexionar sobre en lo que no están coinvirtiendo las llamadas "Nuevas Tecnologías", y da un poco de miedo.
Una serie que no hay que dejar pasar.