He de decir que la cuarta entrega de la saga Terminator ha dejado que desear. Es verdad que está bien planteada, me parecen acertadas algunas cosas como el estado derruido de las ciudades o los modelos antiguos de los terminators, pero me parece defraudante como en una película que trata sobre el futuro que Cameron mostró brevemente en las anteriores secuelas, solo aparezcan 3 o 4 terminators durante todo el film. No se aprecia una gran batalla entre hombres y máquinas y John Connor es un soldado mas, su tarea en el film no salva a la raza humana de las máquinas. A su vez, la presencia de Marcus, la cual me parece acertada pues mantiene el espíritu del viaje en el tiempo característico de estas películas aunque sea invertido, apenas se explica, solo es un personaje más, demasiado humano creo yo. Se podría haber sacado mucho mas partido a esta película, y la verdad es que podría haber llegado a la altura de sus predecesoras.

Señoras y señores, James Wan nos ha troleado. A todos. Nos ha vendido una película de terror y en verdad es una película mala hecha a conciencia. Muchos críticos han valorado negativamente este film (y no sin razón) pero no parecen haberse dado cuenta de que está hecha así a propósito. Wan ha cogido todos los tópicos típicos del cine de terror y todos los clichés posibles. Se ha sacado una historia que acaba siendo ridícula a más no poder con escenas que te hacen preguntarte “¿qué narices estoy viendo?”. Somos testigos de actuaciones que se toman demasiado en serio y que rozan la parodia, gore gratuito y repetitivo, juegos de cámara que son literalmente eso, Wan jugando con la cámara porque está guay y un antagonista que bien podría emular físicamente al gran Chiquito de la Calzada más el sinsentido que es el propio personaje. Sí, todo esto es lo que se ve.

Pero aquí es cuando nuestro cerebro debe hacer un pequeño “click” y pensar: “Oye, James Wan sabe dirigir muy bien a los actores, sabe sacarle un gran partido a las imágenes, entiende a la perfección cómo funciona el género de terror y ha renunciado a hacer Expediente Warren 3 por esta peli… ¿De verdad ha fallado tan estrepitosamente? ¿De repente le ha pasado como a Shymalan y todo su talento se ha ido por la borda?” La respuesta claramente es no. Wan tenía muy claro que quería hacer algo distinto, que quería darle una vuelta de tuerca al género y conseguir aquello que muy pocos han conseguido hasta ahora. Hacer una película mala, buena. Bravo por él.

El cine entre otras cosas, es imagen. Esta película es una auténtica maravilla solo por ver la odisea que pasa el Barco. Un ejemplo de gran cine, de cine que se recrea en sus imágenes y da un espectáculo nunca visto. El partido que se le saca a toda la travesía del barco es digno de admiración, se palpa el realismo en la pantalla con cada fotograma y hace que su visionado merezca "el precio de una mísera entrada", parafraseando a Carl Denham. Todo esto sin menospreciar que tiene unos buenos personajes y un protagonista con un objetivo y unos obstáculos claros.

Una obra maestra. Auténtica película de guion, reforzada por dos actores consagrados que te mantiene totalmente atento durante sus dos horas de metraje. Pese a que "no se callan" nunca se echa en falta el silencio.

Que Orson Welles es uno de los más grandes directores de la historia del cine es un hecho, pero no sólo se hace evidente en grandes obras maestras como “Ciudadano Kane”(1941) o “Sed de mal” (1958) sino también en proyectos más humildes como el que tenemos hoy. “El extraño” es una película para la cual, Welles tenía un presupuesto muy limitado (para contrarrestar los excesos en los rodajes que venía teniendo en sus anteriores proyectos) reflejando que el director era capaz de hacer una gran película con bastante poco. Si bien algunos no la catalogan como “cine Noir”, su filmación es una prueba fehaciente del cine negro más puro. La mentira y el engaño y la investigación se mezclan a la perfección en este filme bajo la mirada impasible de la justicia divina que al final tomará lo que es suyo. Esta obra antinazi, nacida tras el descubrimiento de las atrocidades del Tercer Reich, materializó el rechazo de una atónita sociedad americana a dichos hechos hasta entonces desconocidos, y una manera de mantener esa actitud, a veces aún incrédula, pero de rechazo absoluto, fue el cine. Algo nada extraño.