Zack Snyder es un puto valiente.

Se atreve con la obra más magna jamás hecha por Alan Moree. Y estamos hablando del tipo que ha hecho obras maestras del cómic como V de Vendetta, From Hell, La Broma Asesina...

Watchmen juega en otra liga. Es la quintaesencia de la novela gráfica. Sexo, violencia, héroes con trastornos de personalidad, fascistas, amorales, llenos de traumas y en medio un ambiente podrido, lleno de degradación. En una sociedad real.

Snyder traslada la mayor parte de la carga emocional al celuloide. Imprime su sello efectista y ampuloso, pero no deja que este predomine sobre el estilo clasicista que sí tenía Moore en el cómic (quien eliminó cualquier tipo de dibujo y trazo más experimental y moderno). Es más, algunos de los pasajes del cómic mas complicados de adaptar, coinciden con algunas de las mejores escenas del film. Esto es un mérito en una obra plagada de elipsis temporales y encuadres que funcionan perfectamente en un comic pero no tanto en la gran pantalla.

La última hora es quizás más convencional y apresurada en sucesos y explicaciones, limitado como esta Snyder por el metraje. Se sacrifica la búsqueda de la psicología de los personajes por la acción y las coreografías pirotécnicas. Igual que se sacrifica parte del interés del espectador.

En definitiva buena adaptación. De lo mejor del cine de superhéroes. Cuyo principal fallo es la incapacidad por adelantado de siquiera igualar a la obra original.

La banda sonora es genial.

8,8/10 MUY BUENA.

Vladek se sienta. Toca el piano. No.
Sus dedos ni rozan las teclas.
En cambio las notas fluyen. Suaves, rápidas, claras, lentas...
El salón sigue acallado.
La música no se exterioriza. Suena dentro suya. En el pecho.
Lo han despojado de su dignidad, no de su sensibilidad.

¿Szpilman como lograste mantener tu arte en medio de tanta locura?

Sencillo. Nunca dejé de ser humano.

Y con emoción, rabia y lágrimas en los ojos siguió acariciando las teclas.
Pero la música no sonaba.

Hay películas que hipnotizan. Que se fraguan lentamente. La cámara es intrusa, no invitada. Aquí no hay efectismos.

Los Siete samuráis maravilla por sus innegables cualidades técnicas, por el pulso de Kurosawa y por el tono épico que envuelve la historia. Porque pertenece ese club selecto de películas artesanales. Donde se siente el barro, la lluvia y las miradas en primer plano de los protagonistas. Mifune sublime.

Solo puedo ponerle una pega...o quizás es más virtud...después de visionarla acabas convenciéndote de que la gran parte del cine actual es mierda, una puta mierda.

Para los que aman el cine puro.

10/10 OBRA MAESTRA.

El romanticismo se esconde en lo cotidiano. De la percepción cambiada de lo normal.

Ethan y Julie se vuelven a encontrar. En la corriente del tiempo se funden la neurosis, el desencanto y las arrugas. La vida se encargó a ritmo infatigable de proseguir el rumbo destructivo que engrandece los recuerdos. Pero en algún instante, la chispa apagada explota y resucita.

Se desata el romanticismo, el Sol reluce mas hermoso que nunca en el rubio cabello de Julie, y un nuevo amor, que no es nuevo, sino eterno, vuelve a retomarse, de forma pausada, delicada, sutil.

Todo a ritmo cadencioso, como una charla amena y cálida.

Los mundos de Coraline son bastante perturbadores.
Uno entra a una gama cromática de coloridos jardines siniestros y grisáceos cielos tenebrosos. No hay sitio para la inocencia o la tranquilidad.
Todo en ella respira ambiente a sueño de pesadilla, a irrealidad incomoda.
A terror nocturno.

El film visualmente es una delicia, el ritmo y la narración son ejemplares y la atmosfera tiene identidad propia.

La descripción de la vida moderna de los padres, inteligente y mordaz. La infancia retratada en Coraline enternecedora y veraz. El final a la altura.

No es la Disney, no es Pixar.
Esto es algo mucho más oscuro...mucho más.