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Argentina Argentina · Colastiné
Críticas de Adela Hache
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
7
2 de junio de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Risas, melancolía, búsqueda contestataria y un aspecto hondamente lírico, todo eso es "El Graduado", apoyada en el dulce eco profético-contestatario de Simon and Garfunkel, con sus letras que son un reflejo y a la par que diagnóstico de la realidad norteamericana de ese momento.
Película muy en sintonía con la rebeldía juvenil de turno, fines de los sesenta, tiempos indicadores de que algo no funcionaba bien en una sociedad aparentemente perfecta.

El inmaduro Benjamín acaba de graduarse y todos le preguntan por su futuro. Con velada desconfianza hacia el mundo adulto, él contesta que lo único que siente como seguro es "que quiere ser diferente". Él no se identifica con el mundo de sus padres pero es tímido, dócil y prejuicioso. Tiene la curiosidad sexual del novato al que le falta graduarse en experiencia. En el auge de la producción industrial sintética, cuando el petróleo aún no se veía como recurso agotable, en una fiesta hecha por los adultos en su homenaje, un amigo de los padres le aconseja al flamante graduado, qué hacer en su vida profesional, sin que él lo escuche con un mínimo interés. Le dice: "El futuro es el plástico..." y la frase queda flotando en el absurdo.
Saber quién es, qué quiere y cómo concretarlo, serán los pasos a seguir por Benjamín para convertirse realmente en un graduado.

Estamos ante una peli de personajes inolvidables: Benjamín (Dustin Hoffman), Elaine
(Katherine Ross) y Mrs Robinson (maravillosa Anne Bancrooff) lo son. Película memorable también por la excelente banda musical (La letra del tema "The sound of silence" había sido compuesta unos años antes pero refleja el sentimiento generacional de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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Diletante
Documental
Argentina2008
--
Documental, Intervenciones de: Bela Jordán, Cata Pereira, Cesar González
6
5 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film lleva el sello de la producción de Lita Stantic y fue premiado como Mejor Largometraje Argentino durante el 23º Festival de Cine de Mar del Plata y como Mejor Documental en el 50º Festival de Cine de Cartagena de Indias, Colombia.

“Diletante” es el retrato íntimo de una madre, realizado por su hija, la realizadora Kris Niklison, que introduce su propio film en primera persona, para luego desaparecer detrás de cámara. Los créditos iniciales se superponen con las imágenes de un desfile en Amsterdam: una marcha de gente divertida de todas las edades. Ni especialmente bellos ni particularmente jóvenes, pero con ganas de festejar y divertirse. Un clima jovial que sirve para presentar la juguetona mirada de Niklison, quien vivió 20 de sus 42 años en Holanda y siempre viene a visitar a Bela Jordan, su madre octogenaria, residente en una antigua casa de campo en Sauce Viejo, sobre el río. La película se origina desde esa relación madre/hija, que le permite a la directora moverse en la intimidad familiar y registrar los diálogos y pensamientos entre Bela y su cocinera Cata. En ese mundo femenino, solamente hay un casi-intruso: el jardinero César, un observador mudo pero activo, al que se muestra siguiendo las directivas de Bela para mantener la casona y el jardín en pie. Porque -curiosamente- es ella quien encara las iniciativas y las ideas para llevar adelante una forma de vida que combina las ventajas de la naturaleza con las de la tecnología.

No se trata de un retrato unívoco, monocorde y menos convencional. Bela tiene muchas facetas: es encantadora, temeraria, independiente, divertida. Le gusta disfrutar del placer de la lectura y los rompecabezas. Escucha radio, navega con su computadora portátil pero también es ahorrativa: administra con rigor y con ingenio la vieja casaquinta. La vemos montar un cuatriciclo, armar una motosierra comprada por Internet, supervisar el almacenamiento de leña y las incontenibles grietas de la casa. Aunque no se detiene demasiado en lo más rústico de las tareas de mantenimiento, que limita a lo indispensable. Privilegia las apacibles lecturas junto al río, reinvindicando el ocio como la libertad de elegir qué hacer cada día.
Como los rompecabezas que arma y desarma, los diálogos se anudan y las imágenes se alternan vertebradas sobre algunos motivos que le dan una unidad formal. Hay superabundancia de planos-detalle hiperbólicos de la protagonista: se recorre palmo a palmo la piel de la mujer como si fuera un mapa, se captura un reflejo oportuno sobre sus anteojos, se insiste en su bellísima mirada azul sin edad.

Existe una doble línea en el retrato: una, levemente melancólica, muestra el deterioro de la casa, que envejece como el cuerpo, las arrugas y las manchas de humedad que son planos recurrentes. Los anteojos de Bela, la lupa, las arrugas de su cara funcionan como íconos de la vejez. Sin embargo, también están allí objetos que la niegan en su forma convencional: la notebook, los dvd, la sierra eléctrica y el celular con el que Bela manda mensajes de texto. El registro fílmico rompe de a poco con preconceptos afirmados solamente en lo visible y va gestando la idea de un tiempo subjetivo. La misma protagonista afirma que recién a los 60 descubrió la plenitud del tiempo vital para hacer lo que se quiere y por eso describe las etapas de la vejez como la época más linda de su vida.
Entre observaciones superficiales y otras trascendentes, el film resignifica y realza el concepto de vejez. También abandona casi imperceptiblemente su pequeña órbita casera y se introduce en una dimensión poética-filosófica, siempre en forma tan diletante como la protagonista, esta admirable Bela sin edad, que sabe del placer de saltar como mariposa de una cosa a otra, sin ahondar en ninguna pero descubriendo -aún en la brevedad de cada salto- el infinito placer de ser libre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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5
18 de noviembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inclasificable, extraño, bizarro pero sin dudas diferente, son adjetivos posibles para este filme con algo de la candidez y la estética artesanal del género ciencia ficción (desde Mélies a Ed Wood), cuya principal propuesta es el delirio como juego.
A manera de prólogo, una engolada voz en off nos explica que la acción transcurre en el 2068, cuando una serie de catástrofes naturales están a punto de hacer colapsar al planeta Tierra, azotado por maremotos e inundaciones. Un científico argentino ha elaborado la desopilante teoría de que si se destruye la luna, el eje del planeta -inclinado por la fuerza gravitatoria del satélite- se enderezaría y de esa insólita forma el clima mundial podría estabilizarse. Como las grandes potencias rechazan de plano el descabellado argumento, el gobierno argentino decide cortarse solo y enviar una nave con la misión de destruir al satélite blanco. El nombre de esta operación secreta es "Adiós querida luna".

Los astronautas criollos tripulan una nave reciclada comprada en Corea, que les acarrea complicaciones técnicas casi desde el comienzo del film y son desencadenantes de gags que
propician un clima de comedia negra. Cuando todo se complica, los expedicionarios son abandonados a su suerte en el espacio exterior, aunque no sin antes reconocerles sus patrióticos servicios prestados. En esta situación límite que los coloca frente a un destino incierto, las más impensadas pasiones comienzan a aflorar y por si fuera poco hasta se suma una presencia extraterrestre, interpretada por un increíble Horacio Fontova, encarnando a un alienígena mezcla de compadrito gardeliano y vampiro holliwoodense.
La propuesta juega con los géneros (ciencia ficción, comedia negra y comedia musical), alcanzando una correcta reconstrucción visual de todos los aspectos que hacen al espacio exterior.

Molesta, corrosiva y por momentos claustrofóbica, esta obra absurda y grotesca, no es para todos los ojos ni para todos los gustos. Sin embargo la película se permite momentos de inesperada distensión, como una deliciosa microcomedia musical, de poética coreografía.
Adela Hache
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6
13 de diciembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde aquel gato afrancesado del cuento tradicional recopilado por Perrault en el siglo XVII hasta el españolísimo gato interpretado por Antonio Banderas. En el medio estuvo en 2004 la saga de Shrek 2, donde éste era apenas un personaje secundario pero de carisma arrollador.
Ahora le llegó la hora de la película propia, donde la picardía del protagonista se sostiene en la expresividad de la mirada y la particularidad de la voz.
En la autopresentacion inicial, de cara al público, el héroe gatuno confiesa ser un forajido a pesar suyo: su cabeza tiene precio pero él quiere limpiar su nombre, saldar una deuda de honor que refiere a su pasado, ligado a un par de amigos que no resultaron tales y le hicieron pagar los platos rotos de ambiciosas aventuras malogradas. Esta dupla de no fiar, está formada por el especulador huevo Hampty Dumpty y una seductora gata (doblada por Salma Hayek). Ambos personajes reaparecen en el presente, para reincidir en una propuesta de hacerse ricos a partir de temerarias aventuras. En este caso, deberán ir en busca de unos frijoles mágicos que remiten a su vez a otro cuento popular.
Luego de una natural desconfianza, debido a los antecedentes de sus antiguos conocidos, todos se lanzarán a encontrar esos frijoles prodigiosos que han ido a parar a las peligrosas manos de Jack y Jill, una temible pareja de forajidos. La búsqueda desencadenará otras aventuras, persecuciones y sorpresas en el estrafalario guión, a medio camino entre el western y la trama de fábula tomada de los relatos tradicionales y también de otras películas recientes como “Rango” (la escena de la taberna) y “Piratas del Caribe 4” (el reencuentro entre Katy Patitas Suaves y el Gato es igual al de la pareja interpretada por Deep y Penélope Cruz).
El Gato se roba literalmente la película, a tal punto que no se percibe contrapeso alguno en el resto de las criaturas del relato. El villano con el que este tipo de historia debería contar, brilla por su ausencia (lo más cerca en este sentido es la siniestra pareja de Jack and Jill, a la que finalmente les descubren su veta cómica, tal vez porque -ante todo- nos encontramos con una trama intencionalmente simplificada para el público más pequeño, donde se busca subrayar la humanidad del Gato de expresiva mirada e inolvidable voz, que resalta valores como el coraje y la astucia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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7
10 de junio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abordar un hecho candente de la historia reciente, con heridas aún no cicatrizadas del todo, y hacerlo fríamente, con la distensión de quien presenta un juego de ideas polémicas, que libran su propia batalla racional más allá de pasiones partidarias, es lo primero que asombra en esta película que recrea, a su manera, el secuestro y muerte del general Pedro Eugenio Aramburu (presidente de facto tras el derrocamiento de Perón en 1955) en junio de 1970.
Los hechos se resumen y sintetizan libremente. El filme no pretende ser rigurosamente histórico ni ortodoxamente político, por lo que la fidelidad al detalle en parte existe y en parte no. Hay relato en off (similar a las descripciones del documento histórico donde se narran los hechos) y se intercalan conversaciones imaginarias pero ricamente indiciales, como cuando los guerrilleros confunden un eucaliptus con una casuarina o el tipo de ganado que observan por la ventanilla del auto.

Víctima y victimarios nunca son nombrados pero se los reconoce (en parte) por sus características físicas o por sus alegatos que hablan de EL JEFE (Perón), ESA MUJER (Eva Perón), EL GENERAL (Aramburu).
Los personajes están presentados lejos de cualquier estigmatización: los jóvenes militantes setentistas son tan ingenuos como idealistas dogmáticos; del otro lado, Enrique Piñeyro, como el general, con su reposado tono de voz transmite una imagen más bondadosa que autoritaria. En el precario juicio, los victimarios transitan por los mismos pecados que están juzgando: son
impermeables a cualquier razonamiento y dejan claro que no pretenden “entender sino saber”.

En un clima de tragedia griega, donde cada protagonista es consciente de un destino inminente, inexorable y fatal, el filme se limita a exponer a los personajes y situaciones sin juicio explícito de valor sobre ellos.
Una sutil ironía recorre la totalidad de este filme que aborda la política para analizarla sin predicar.
Visualmente, la puesta en escena es cuidada y austera, con encuadres rigurosamente calculados, como también cada diálogo y los movimientos en el plano. Se destaca la banda sonora con sonidos exclusivamente diegéticos: se escucha la radio a veces distorsionada por descargas, pasos, cantos de pájaros.
La frescura de la banda sonora anima la austeridad, y hacia el final encuentra incluso una proyección simbólica (hay que golpear la chimenea cada vez más fuerte para que no se escuchen los disparos: los ruidos mentirosos ocultan lo esencial).
Contra lo que podría esperarse por el tema que el filme aborda, todo resulta menos oscuro y más contenido, una moderada provocación en torno a los episodios violentos que llegó a vivir la Argentina en los años setenta, hechos cuya gravedad aún sigue siendo desoída y no suficientemente comprendida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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