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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Críticas de Jean Ra
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Críticas 262
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de noviembre de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son palpables, desde que se inició como director de cine, la progresión y evolución en el tránsito estético que ha supuesto para Jacques Audriard, partiendo de unos peculiares thrillers hasta alcanzar este drama coral, donde se podría decir que se nos presenta un cuarteto de personajes ubicados en un barrio popular de París, ni especialmente problemático (como "Les Misérables") ni especialmente glamuroso. Cuatro perfiles psicológicos que se mueven en un tiempo de deriva existencial y afectiva, en un mundo dónde la estabilidad emocional, laboral o material muchas veces brillan por su ausencia.

Con "Un prophète" sin duda dio el gran salto en su carrera, con "Dheepan" logró de nuevo dar la campanada y ya antes con "De óxido y hueso" se atrevió con el drama, con lo cual se comprobó que es un director con varios registros, y que al paso de los años ha acertado a progresar y refinar su estilo. Ciertamente no hay que olvidar que en cada una de esas películas hallamos alguna escena llamativa y espectacular que sirve de clímax. Un desesperado rescate en el hielo, un gran tiroteo en un coche, otra lucha llena de plomo y fuego. En "París distrito 13" no encontramos ese tipo de elementos, en cambio se centra, con un talante más sobrio, en el desarrollo de los personajes, en sus subidas y bajadas, sus dudas, desengaños y ansiedades, sin guardarse un espectacular golpe sobre la mesa para coronar la narración.

Alguien quizá podría replicarme que no, que "París distrito 13" echa mano de otro tipo de munición, pues no es mentira que hay una llamativa cantidad de escenas sexuales y de desnudos -que hará arrugar la naricita a los estómagos más puritanos- y estos son elementos que destacan en una pantalla. Yo replicaría que Audriard no ha cambiado la muerte por el sexo, más bien, si prestamos atención, comprobaremos lo complicado que resulta a los personajes hacer confluir los afluentes del sexo y el amor en un mismo caudal cuando por un lado hay libertad individual, de elección profesional y sexual, pero a la vez no se goza de una verdadera estabilidad material, laboral y emocional que aporten seguridad e incluso aplomo. Audriad, por descontado, es lo bastante inteligente como para no entrar en juicios de valor, tan sólo desea que pensemos en estos caminos de la libertad, antes cargados de incertidumbre que de verdadera emancipación..

A muchos nos ha llamado el uso de la imagen en blanco y negro. Convencionalmente esto es interpretado como prurito de elegancia impostada, un guiño a la nostalgia que permite abrigar una obra con prestigio cultural, nociones que no creo presentes en esta narración, de talante más moderno, con no pocos gestos ácidos y estridentes, dónde no se ocultan los gestos antipáticos de sus personajes y que en general yo diría que profesa una mirada honesta. Al preguntarme sobre el porqué de esta elección formal me viene a la memoria el "París nos pertenece" de Jacques Rivette. En ambos largometrajes hallamos un retrato coral, existencialista y generacional de personajes que deambulan por la ciudad de París, una indagación realizada con un lirismo contenido y que dan buena cuenta de las contradicciones que debe afrontar una generación particular.

Una aproximación que, a mi entender, también viola cierto pacto implícito presente en las producciones comerciales, dónde es necesario que nos presenten a personajes que nos resulten simpáticos o agradables, y si no lo son que sus neuras resulten divertidas o provocadoras. Audriad no converge con eso y por el contrario conocemos a personajes que, como por ejemplo Émilie, caen en no pocos gestos francamente antipáticos, sin embargo conforme comprendes mejor sus motivaciones, así como su realidad familiar y social, acabas comprendiéndola. Y ahí es dónde yo creo que reside un gran valor de "Les Olympiades", pues no busca la identificación sino la comprensión en favor de lo fidedigno y de hecho estos perfiles psicológicos me parece que se ajustan bastante a lo que por ahí encontré hace algunos años. Los parisinos pueden ser muy bohemios y desenvueltos, divertidos en ciertos puntos, y a renglón seguido mostrarse displicentes y ariscos, incluso pasotas.

En este barrio de Olympiades los personajes bregan con sus dudas y sus conflictos, se equivocan, tropiezan y siempre andan en busca del reinicio definitivo. O provisionalmente definitivo. Los desengaños les avinagran el carácter, los problemas siembra la desconfianza en sus mentes, les bloquean y les hace ir por caminos inciertos, todo lo que era sólido nos parece negado, se ha evaporado. Y no obstante, a final de cuentas, el panorama no es negro al completo, existe en alguna parte una rendija que podría arrojar luz y darle un giro al panorama, un beso de cuento en un parque, una muestra de fraternidad que nos hace comprender que esa persona está ahí para nosotros. Audridad no quiere abandonarse al pesimismo, no todo está perdido, parece decirnos. La búsqueda, persistir en la búsqueda, es importante.

Con este título Audridad creo que ha conquistado cierta madurez cinematográfica, si bien ya antes había demostrado lo excelente director que es, ahora también enseña que es capaz de lograrlo con una pirotecnia más moderada, agarrando las fauces del tiempo con pulso firme y esculpiendo en el tiempo las dudas de una generación diferente a la suya. En Cannes "París distrito 13" recibió una acogida muy negativa, fue fuertemente vituperada por la audiencia que acudió a esa sesión de cine, lo que hace pensar si no sería necesario moderar el consumo de alcohol y otras sustancias lúdicas a la hora de exhibir las películas, pues por lo visto provoca por ahí una seria disonancia cognitiva.
Jean Ra
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7
27 de febrero de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En algún punto de principios del siglo XXI, Michael Mann iba a dirigir 'The aviator', el biopic de Howard Hawks, dónde el magnate del cine, al igual de Enzo Ferrari, también es un motor de emprendimiento que influye en la sociedad de dónde surgió y a la vez posee una vida privada de lo más atribulada. Por azares que ignoro, cómo se sabe, Michael Mann quedó relegado a tareas de producción y la dirección cayó en manos de Scorsese. Pero queda claro que Mann se quedó con las ganas de dirigir un biopic de esas características y durante años ha estado persiguiendo este biopic sobre Ferrari, hasta que al final lo ha logrado.

He de decir que ideológicamente este título choca bastante conmigo. Toda la película se sostiene en los planteamientos del liberalismo, y no sólo por la cuestión de poner en el centro a un gran empresario, también cómo diferentes ideas permean los conflictos de sus personajes.

"Por dentro como quieras, por fuera como los demás", reza una de sus máximas. De esa forma, vemos a Enzo Ferrari que asiste a misas con sus trabajadores para que vean que es un hombre de firmes principios morales, una figura respetable. Buena parte de su negocio se sostiene precisamente en su figura pública, por eso mismo no puede finalizar su matrimonio con Laura, ya roto, y formalizar su relación paralela con Lina Lardi, en un lugar tan conservador como Italia, eso supone una afrenta, casi un motivo de repudio. Aunque a simple vista no lo parezca, eso también guarda conexión con la trama de las carreras y los coches que diseña.

Su personaje público le sirve también para atraer talento, a pilotos, pero también le da acceso a la prensa, con quien puede urdir artículos que le permitan mover otros resortes que luego influirán en el destino económico de su empresa (*). Y a la vez la prensa también es un agente que tensiona su conciencia y su imagen pública, una fuerza con la que debe lidiar y echar no pocos pulsos. Y es que una cosa es que las cosas sucedan y otra que trasciendan a la esfera pública y se conviertan en vox populi. En la película suceden diversos accidentes pero mientras permanecen en circuito cerrado se sobreentiende que es un riesgo que se toma al participar, gajes del oficio, otra cosa es cuando el accidente afecta a personas ajenas, a espectadores, entonces la imagen pública de Enzo Ferrari queda seriamente comprometida, de forma equivalente a sus problemas matrimoniales. Por eso cierta escena accidentada es expuesta de forma tan cruenta, porque ha trascendido al mundo real y eso tiene un peso diferencial.

Por lo demás, Enzo Ferrari es expuesto como un héroe liberal, su historia es una exaltación del trabajo duro, que aquí siempre se caracteriza como honesto, y muestra qué precio hay que pagar por trascender en un sector tan notorio; es un emprendedor que maneja su destino con conocimiento y astucia, un hombre al que las pasiones puede situarlo en peligro, pero que sin embargo su fortaleza interior permite dirimir con ellas con razonable entereza. También es un personaje que mira con desdén a los trabajadores, a los que en alguna escena califica de vagos por acogerse a sus derechos; ya digo que en lo personal choco bastante con todo el planteamiento ideológico esbozado en "Ferrari". Pero también creo que cuando uno lee un libro o ve una película no debe ir sólo a confirmar sus ideas, también es sano confrontar las propias certezas y lo importante es que Mann en esta ocasión expresa todo ello de forma coherente y razonada, no exige adhesión, sólo comprensión.

Un largometraje ambicioso, de factura mayormente clásica, alejada de ciertos experimentos con la fotografía de títulos anteriores, que también pone en evidencia que Michael Mann, por más que sea un hombre anciano, todavía posee ideas interesantes y fuerzas para rematarlas con vigor. Si a eso le añades que su visionado es mayormente entretenido, entonces no hay mucho más que objetar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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5
18 de marzo de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer de entrada que mal no está. Es entretenida y contiene la habitual fórmula de espectaculares efectos especiales y efectos de guion. Pero es que, conforme se van desvelando las piezas del guion (el drama infantil, la perversa gran empresa, el duelo no resuelto de Adam, etc...), rápidamente todo resuena a refrito, sabes hacia dónde se dirigirá la narración y cómo lo hará. Es demasiado evidente que sigue la receta de nostalgia chachi a lo "Stranger Things" que tan buen resultado ha dado, exprimiéndola en este caso con otros ingredientes de la nostalgia palomitera, pongamos que "Regreso al futuro" o "La guerra de las galaxias", pero claro los guionistas son gente muy ingeniosa y por eso introducen guiños autoconscientes para hacerte notar que ellos saben que tu sabes y todos nos podamos acomodar en el sillón a disfrutar despreocupadamente del auto-masaje.

Y sí, no falla, el clímax dramático es tal y cómo te lo imaginabas, en las escenas de violencia suena musiquita chula para aderezar el asunto, no faltan las frases ingeniosas para darle toque simpático, los colorines realzados en las escenas bonitas, y bueno, más grandes escenas operísticas de la estrella de la muerte en un entorno diferente y melosas situaciones sentimentales cuando se encuentran y se reconcilian las personas dolorosamente separadas por el tiempo. Qué bien que los personajes sepan decir las cosas más oportunas en el momento preciso. Todo marcha según lo previsto y no se varía mucho la fórmula... no sea que alguien en el cosmos se disguste.

Pero da igual cuantas argucias empleen, cuantos guiños autoconscientes utilicen para protegerse de las previsibles críticas como ésta, que estoy escribiendo ahora mientras mi gato muere enfermo, pero viajaré en el tiempo para comprarle esas gotas que le salvarán la vida y me arañará la cara como pago. Todo eso importa cero porque ahí dónde pretendía impactarte no lo ha hecho porque no hay ni riesgo ni frescura, y eso es así porque la principal preocupación de los productores es entregar un producto de fácil consumo. Y es maravilloso porque sabes que no te has de esforzar, ese ratito habrá transcurrido y encima te lo has pasado sin sacrificar una sola neurona, la película finalizará mientras tu pobre gato agoniza y va camino del cielo de los gatos, desde dónde te lanzará miles de maldiciones y todo será tristeza porque las mierdas de este mundo ocurren y no se arreglan siempre de forma tan satisfactoria. En cuatro meses apenas recordarás vagamente alguna escena, que seguramente será de otra película de acción con efectos especiales de Ryan Reynolds, y sólo rememorarás a tu pobre gato. Pero conceptualmente siempre nos quedará el viejo VHS para refugiarnos en la cómoda nostalgia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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6
30 de diciembre de 2011
9 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de ser una peliculita del montón más. Si se quiere se puede apreciar el buen acabado formal y que la historia posea algunos momentos aislados de emoción, pero, en general, la sensación que me llevé es que es una película funcional que se conforma con poco y no aprovecha todo el potencial con el que cuenta.

Para empezar se nota que el guión ha salido de Zentropa porque, de todas las posibilidades que se ofrece en él, se concentra en la más convencional. En medio de esa gran pandemia planetaria de pérdida de sentidos se podría hacer un interesante estudio sobre la deshumanización, la sociedad del miedo, la mezquindad o mil cosas más pero si bien no se descuida por completo, viendo películas como “Contagion” o “Blindness”, uno se da cuenta que el desarrollo de la plaga en el mundo resulta algo descuidado y superficial, como si todo eso no fuera más que un McGuffin puesto a modo de señuelo y un bonito marco para al final fijarse en lo más convencional que ofrece el argumento: la historieta romántica. Se pasa de puntillas sobre la investigación de la plaga, la actitud de los gobiernos, la decadencia de la situación planetaria, el desarrollo psicológico de los diferentes personajes y no se respira verdadera locura a nivel global porque el desarrollo sólo se preocupa de verdad en orientarse a un clímax de épica dulzona del tipo "nena, es el fin del mundo y estoy enamorado de ti". Lo que para mí resta bastante interés, dimensión y potencial. Ese es el modus operandi de los Vinterberg, Scherfig y por supuesto Bier. De cualquier tema potencialmente atractivo siempre recaen en el dramatismo elemental y genérico (romances, historias familiares) y a ser posible lo conducen de una manera más melosa que honesta para que cualquier parejita tenga un entretenimiento aparentemente sofisticado en el multicine. Si alguno de esos hubiese hecho "Star Wars" todo se hubiera reducido a ver si Han Solo y Leia al final se quieren o no.

Tampoco aprovecha sus escenas más llamativas como ésas en las que se ve a la gente perdiendo un sentido concreto. En esos repasos planetarios y en las escenas con los actores principales reina el demonio de la sobreactuación, ninguno parece creerse tanta truculencia dramática. Además, el guión está plagado de generalidades. No hay quien se crea que el personaje de McGregor en verdad sea amigo de ésos otros personajes, o que dos hermanas vayan a tirar piedrecitas a la playa para divertirse. Ese tipo de cosas suenan a los típicos tópicos televisivos que tanto gustan en Zentropa para llenar sus dramones sofisticados.

(sigo en el spoiler sin destripar detalles)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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2
18 de abril de 2012
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El carácter abúlico, la desorientación vital y la soledad urbanas son de temas tan recurrentes en esta generación que, a día de hoy, en pleno 2012, es normal que, de una manera u otra, de tanto en tanto, se nombren en los periódicos, sean el asunto para algún reportaje televisivo de interés social y los temas para debates para contertulianos bobalicones. Y por supuesto es un caldo de cultivo para este tipo de escritores "urbanos", que de una manera parecen estar al cargo de las pasiones tristes.

Fuguet hace una película sin demostrar que el formato deba ser ése. La técnica no puede ser más rudimentaria. El empleo de la iluminación, el color, los encuadres (cuya única utilidad es la de que se vean los dos personajes hablar), el sonido, la música, el montaje, más que de un insustancial academicismo, parecen de amateur, de alguien que no controla demasiado el medio y por eso la puesta en escena se limita a ser un simple cambio de plano sin imaginación y lo único que consigue resaltar es la habilidad para escoger siempre el plano más insulso y que se posee una idea pobrísima de la narrativa cinematográfica pues todo se reduce a poner alguna escena de transición con voz en off ocasional en medio de esos interminables diálogos recitados en tono monocorde y, si es posible, mientras los actores se zampan algo (cuánta naturalidad, verdad? ¡Ay!). Los cuales, además, son su principal tara, pues la sensibilidad tanto para la duración del plano como de las escenas es nula. En esta película todo parece caprichosamente alargado. El pulso es tan inerte que consigue transmitir la ilusión que en esos planos muertos el tiempo no pasa y al final consigue filmar el tedio de manera tediosa. Y ese es un error de la inoperancia, no una elección formal.

Tras unos minutos de tanto oír a ese puñado de latosos te das cuenta que te da igual lo que hagan o dejen de decir, que sus tristezas y dudas resultan apáticas, que el director sólo quiere dar cuenta de lo evidente, que por más minutos que pasen nada se dirá que resulte preciso y profundo y por lo tanto para mí como si van todos juntos y secuestran un autobús y luego se arrojan al fondo del mar. La búsqueda existencial, barnizada de puntuales frases irónicas y rica en recalcos acerca de la independencia personal, es pura apariencia. En verdad todo está dirigido al más puro conformismo, a que el supuesto espectador que ha de identificarse con el protagonista reciba una palmada en la espalda y se tranquilice al oír un bueno no pasa nada, no te preocupes, algún día todo se arreglará espontáneamente. No me lo trago. En realidad lo que estamos viendo es trascendencia barata ideal para que algún vejestorio le diga a Fuguet que tiene mucha conciencia del mundo. ¿Qué mundo? Plutón quizás.
No es una película generosa si no todo lo contrario. No ofrece nada. Ni diversión ni conocimiento ni nada. Tan sólo te roba el tiempo y te acerca a un escritor con un mundo personal de lo más prescindible, mediocre y espero que olvidable.
Jean Ra
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