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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
9
Romance. Drama París, distrito 13, barrio de Les Olympiades. Émilie conoce a Camille, que se siente atraído por Nora, que, a vez, se cruza en el camino de Amber. Tres chicas y un chico. Son amigos, a veces amantes, y a menudo las dos cosas. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son palpables, desde que se inició como director de cine, la progresión y evolución en el tránsito estético que ha supuesto para Jacques Audriard, partiendo de unos peculiares thrillers hasta alcanzar este drama coral, donde se podría decir que se nos presenta un cuarteto de personajes ubicados en un barrio popular de París, ni especialmente problemático (como "Les Misérables") ni especialmente glamuroso. Cuatro perfiles psicológicos que se mueven en un tiempo de deriva existencial y afectiva, en un mundo dónde la estabilidad emocional, laboral o material muchas veces brillan por su ausencia.

Con "Un prophète" sin duda dio el gran salto en su carrera, con "Dheepan" logró de nuevo dar la campanada y ya antes con "De óxido y hueso" se atrevió con el drama, con lo cual se comprobó que es un director con varios registros, y que al paso de los años ha acertado a progresar y refinar su estilo. Ciertamente no hay que olvidar que en cada una de esas películas hallamos alguna escena llamativa y espectacular que sirve de clímax. Un desesperado rescate en el hielo, un gran tiroteo en un coche, otra lucha llena de plomo y fuego. En "París distrito 13" no encontramos ese tipo de elementos, en cambio se centra, con un talante más sobrio, en el desarrollo de los personajes, en sus subidas y bajadas, sus dudas, desengaños y ansiedades, sin guardarse un espectacular golpe sobre la mesa para coronar la narración.

Alguien quizá podría replicarme que no, que "París distrito 13" echa mano de otro tipo de munición, pues no es mentira que hay una llamativa cantidad de escenas sexuales y de desnudos -que hará arrugar la naricita a los estómagos más puritanos- y estos son elementos que destacan en una pantalla. Yo replicaría que Audriard no ha cambiado la muerte por el sexo, más bien, si prestamos atención, comprobaremos lo complicado que resulta a los personajes hacer confluir los afluentes del sexo y el amor en un mismo caudal cuando por un lado hay libertad individual, de elección profesional y sexual, pero a la vez no se goza de una verdadera estabilidad material, laboral y emocional que aporten seguridad e incluso aplomo. Audriad, por descontado, es lo bastante inteligente como para no entrar en juicios de valor, tan sólo desea que pensemos en estos caminos de la libertad, antes cargados de incertidumbre que de verdadera emancipación..

A muchos nos ha llamado el uso de la imagen en blanco y negro. Convencionalmente esto es interpretado como prurito de elegancia impostada, un guiño a la nostalgia que permite abrigar una obra con prestigio cultural, nociones que no creo presentes en esta narración, de talante más moderno, con no pocos gestos ácidos y estridentes, dónde no se ocultan los gestos antipáticos de sus personajes y que en general yo diría que profesa una mirada honesta. Al preguntarme sobre el porqué de esta elección formal me viene a la memoria el "París nos pertenece" de Jacques Rivette. En ambos largometrajes hallamos un retrato coral, existencialista y generacional de personajes que deambulan por la ciudad de París, una indagación realizada con un lirismo contenido y que dan buena cuenta de las contradicciones que debe afrontar una generación particular.

Una aproximación que, a mi entender, también viola cierto pacto implícito presente en las producciones comerciales, dónde es necesario que nos presenten a personajes que nos resulten simpáticos o agradables, y si no lo son que sus neuras resulten divertidas o provocadoras. Audriad no converge con eso y por el contrario conocemos a personajes que, como por ejemplo Émilie, caen en no pocos gestos francamente antipáticos, sin embargo conforme comprendes mejor sus motivaciones, así como su realidad familiar y social, acabas comprendiéndola. Y ahí es dónde yo creo que reside un gran valor de "Les Olympiades", pues no busca la identificación sino la comprensión en favor de lo fidedigno y de hecho estos perfiles psicológicos me parece que se ajustan bastante a lo que por ahí encontré hace algunos años. Los parisinos pueden ser muy bohemios y desenvueltos, divertidos en ciertos puntos, y a renglón seguido mostrarse displicentes y ariscos, incluso pasotas.

En este barrio de Olympiades los personajes bregan con sus dudas y sus conflictos, se equivocan, tropiezan y siempre andan en busca del reinicio definitivo. O provisionalmente definitivo. Los desengaños les avinagran el carácter, los problemas siembra la desconfianza en sus mentes, les bloquean y les hace ir por caminos inciertos, todo lo que era sólido nos parece negado, se ha evaporado. Y no obstante, a final de cuentas, el panorama no es negro al completo, existe en alguna parte una rendija que podría arrojar luz y darle un giro al panorama, un beso de cuento en un parque, una muestra de fraternidad que nos hace comprender que esa persona está ahí para nosotros. Audridad no quiere abandonarse al pesimismo, no todo está perdido, parece decirnos. La búsqueda, persistir en la búsqueda, es importante.

Con este título Audridad creo que ha conquistado cierta madurez cinematográfica, si bien ya antes había demostrado lo excelente director que es, ahora también enseña que es capaz de lograrlo con una pirotecnia más moderada, agarrando las fauces del tiempo con pulso firme y esculpiendo en el tiempo las dudas de una generación diferente a la suya. En Cannes "París distrito 13" recibió una acogida muy negativa, fue fuertemente vituperada por la audiencia que acudió a esa sesión de cine, lo que hace pensar si no sería necesario moderar el consumo de alcohol y otras sustancias lúdicas a la hora de exhibir las películas, pues por lo visto provoca por ahí una seria disonancia cognitiva.
Jean Ra
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