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Críticas de Juan Ignacio
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Críticas 414
Críticas ordenadas por utilidad
5
3 de marzo de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la Reserva Indígena Wind River (Wyoming) aparece el cadáver de una joven de 18 años, Natalie Hanson, sobre la nieve; aunque la muerte se ha producido por causas naturales (estallido de los alveolos pulmonares tras un enorme esfuerzo a temperaturas gélidas) antes, Natalie, había sido violada y todo hace suponer que huía de su agresor o agresores. Este suceso le vuelve a traer muy frescos recuerdos a Cory Lambert, agente rastreador de animales de esa zona, de la muerte de su hija Emily, de 15 años y gran amiga de Natalie, tres años atrás; suceso que, además del consiguiente dolor, le supuso la ruptura de su matrimonio. Dado que las autoridades de la Reserva no tienen potestad para investigar el caso, la instrucción de este pasa a Jane Banner, una joven agente del FBI desplazada desde Las Vegas. Jane, al verse superada por la situación..., un ambiente rural, en pleno invierno, la nieve lo cubre todo..., recurre a Cory para tratar de desentrañar el caso.

Segundo trabajo como director de Taylor Sheridan, que también firma el guion, quien vuelve a reivindicar un puesto digno en la sociedad para los nativos estadounidenses, como ya hizo en su trabajo anterior como guionista, 'Hell or High Water', que recibió la nominación al Oscar. En esta ocasión Sheridan no raya a la misma altura; el guion de 'Wind River' resulta mediocre, es muy plano, previsible siempre, sus personajes parecen esbozos, y alguno muy tópico (la chica joven, inexperta que resulta ser muy valiente e inteligente, lo que sorprende a todos los hombres de su alrededor), el hacer figurar al petróleo como doble violador de la Reserva no es nada sutil; sinceramente, a mi juicio, parece el libreto de un telefilme. Como director tampoco sobresale, ese flashback, en medio de la película para explicar lo sucedido con Natalie y origen de su muerte, resulta demoledor y demuestra pocos recursos a la hora no solo de dirigir, sino también en la escritura de la historia. A su favor las escenas de acción, están muy bien rodadas, sobre todo cuando entran en juego las motos de hielo. Es cierto que en el bagaje poco positivo de este filme el escaso presupuesto tiene también mucho que decir, y de eso no se le puede culpar a Sheridan.

Si el director y guionista quiere denunciar la situación por la que pasan los nativos en su país me parece muy loable, pero hasta esto creo que lo hace con sordina, de pasada, sin profundizar en ello, no sea que vaya a agraviar demasiado. Si alguien se molesta en indagar, a través de internet es muy sencillo, de cual es la verdadera situación en Wind River, reflejo de lo que sucede en la mayoría de las Reservas de Indígenas, verá que la realidad es mucho más cruda que lo que esta película pueda denunciar, y sus efectos fatales, derivados en buena medida de una tasa de paro del 80%, quedan reflejados en los altos índices de delincuencia, casi tres veces más que la media nacional (verdaderamente sólo hay seis agentes para cubrir una extensión de más de 9.000 km2 con una población de más de 30.000 habitantes, y cuando ocurre un crimen no tienen potestad para iniciar la investigación, tienen que esperar la llegada de un agente federal), gran número de suicidios, mucho alcoholismo y drogadicción. Por cierto, el rodaje no se hizo ni en Wind River, ni en Wyoming, sino en los alrededores de Park City (Utah).
Juan Ignacio
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6
1 de mayo de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingrid, una mujer de cerca de 40 años, residente en Oslo y maestra de profesión, se ha ido quedando paulatina y rápidamente casi ciega debido a una degeneración macular; se muda, a raíz de ello, junto a su marido, Morten, arquitecto, a una nueva casa, más amplia y fuera de las vistas de los demás, al estar en un último piso. Ingrid se niega a salir al exterior, en contra de la opinión de su esposo, y sola, Morten pasa la mayor parte del día fuera debido a su trabajo, piensa en su desgracia durante muchas horas ahondando con ello en su estado depresivo, al tiempo que se imagina la infidelidad de él. Otros dos personajes completan el elenco protagonista, el solitario y neurótico Einar, y Elin, mujer divorciada que vive con su pequeña hija, Kim. Elin resulta ser la mujer deseada de Einar, quien la vigila desde una ventana de su casa.

Eskil Vogt dirige con ésta su primera película, hasta el momento había trabajado como guionista con el director Joachim Trier, para ello escribe un guion difícil de interpretar para el espectador, a pesar de que se ayuda de la voz en off (recurso de todo director ante la dificultad que siente al plasmar en imágenes parte del guion). Esa dificultad de comprensión la consigue de un modo mucho más efectista que efectivo, pues mezcla, en un porcentaje que solo él puede saber, la realidad con la imaginación de Ingrid, su protagonista, la cual no solo une a su marido con otra mujer, sino que también introduce, en tan hermético panorama, a otro hombre, un supuesto amigo de Morten. Vogt parece querernos hacer ver que si ante la ceguera es la imaginación la que comienza a expandirse en la mente de quien la sufre, tampoco, los que disfrutamos en plenitud de nuestros sentidos, debemos dar por cierto siempre todo lo que percibimos como real.

Película que, si consigue la complicidad del público, recibirá el aprecio de éste, pero que si no es así, y por tanto éste se queda tan solo desconcertado ante tanta intuición tratada como realidad, o su contrario, sufrirá su rechazo, es decir, obra que gustará o disgustará, en proporciones altas en ambos casos, que no dejará indiferente a nadie, si bien, para juzgarla con benignidad, hay que hacerse bastante cómplice de los trucos del novel director.
Juan Ignacio
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6
17 de febrero de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diana Watts, una joven profesora de Literatura de último año de instituto, está encaprichada (en todo el film no se muestra amor, todo parece ser atracción física) de un alumno suyo, Eric Tull, con quien mantiene una apasionada y, por supuesto, secreta relación. Esta situación le provoca una fuerte ansiedad que la mantiene abstraída de cuanto le rodea. El joven Eric, mientras tanto, a pesar de su edad, parece ser el único que aporta algo de cordura en esta mutua dependencia.

La película incide de manera especial en el tormento que está sufriendo la profesora, su sentimiento de culpa y la sensación de peligro por los que está pasando apenas la dejan vivir. Ante ello el muchacho muestra bastante tranquilidad, pareciendo que lo único que trata es de aprovechar el momento que está viviendo. El ambiente de tensión que consigue crear la directora y guionista, Hannah Fidell, resulta evidente y creíble, siendo buenas las interpretaciones de los dos protagonistas, teniendo al espectador pendiente en todo momento de lo que sucede en la pantalla...

Continuo en el apartado "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Ignacio
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7
2 de febrero de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediados de Diciembre de 1962. José y Mari Carmen, pareja de novios, él estudiante de Derecho y ella de Filosofía y Letras, en Madrid, toman el tren para pasar el día en Toledo. Por fin van a disfrutar de un día solos alejados de su entorno, aunque para ello Mari Carmen haya tenido que engañar a sus padres diciéndoles que se quedaría a comer en la facultad.

Debut en el largometraje de Francisco Regueiro. Opera prima de gran resultado de este notable director que tan poco se prodigó posteriormente en su trabajo, solo ha dirigido diez películas a lo largo de su carrera, muy a su pesar; muchas menos de las que, por su calidad, hubiese merecido.

El director vallisoletano envuelve su historia, y al espectador, en el ambiente gris, de monótona rutina, de la época. Con una cadencia lenta, pero con el ritmo preciso (excelente la labor de montaje), para mostrar el encorsetamiento de la vida de aquellos tiempos. A la vez se nos narra la historia íntima de esa joven pareja que en unas horas llegará a conocerse más a sí misma que lo que lo había hecho durante el año que llevaba junta.

Visto lo anterior desde la gran distancia temporal transcurrida hay que pensar que ese ambiente era así, generalizando, aunque hubiese, por supuesto, excepciones en las cuales la vida también bullía. Del mismo modo hay que tener en cuenta a la hora de valorar aquella situación el origen social de los protagonistas, ambos de familias pudientes; la mayoría de jóvenes de comienzos de los 60 tenían muy difícil el poder acceder a la universidad, máxime, como en este caso, sin compaginar los estudios con un trabajo.

Francisco Regueiro, en definitiva, describe muy bien un fresco de un período, la dificultad de las relaciones de una pareja de novios, engarzando perfectamente ambos ámbitos, el social y el personal. A la meritoria labor de dirección, con encuadres bien conseguidos, le acompañan en su logro tanto la fotografía en blanco y negro de Juan Julio Baena como el montaje de Pablo G. del Amo. Tres nombres que han quedado escritos con mayúsculas en la cinematografía española.
Juan Ignacio
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7
18 de enero de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enoch Arden y Philip Ray son dos amigos que se disputan el amor de Annie Lee, una joven a la que conocen desde que eran niños. Finalmente Annie se decantará por Enoch con quien terminará casándose. Con el tiempo tendrán dos hijos, y su marido se verá obligado a embarcar como marino mercante, con rumbo muy lejano, para poder sacar adelante a su familia. Enoch parte y no vuelve ante la desesperación de su mujer...

D.W. Griffith adapta fielmente un poema narrado, muy conocido en aquel tiempo, del mismo nombre que la película, escrito por Alfred Lord Tennyson, quien a su vez se sirvió para escribirlo del argumento que le prestó su amigo el escultor, y también poeta, Thomas Woolner. Griffith ya había adaptado dicha obra en 1908, si bien para un corto, concretamente un rollo de película, unos 17 minutos de duración; en esta ocasión este director utilizó por primera vez dos rollos, aunque el mediometraje se presentara al público dividido en dos partes, lo que originó protestas y llevó a los exhibidores a proyectarlas juntas.

Este filme, que de algún modo recuerda el naufragio de Robinson Crusoe, supone en realidad la antítesis de La Odisea. Tuvo un gran éxito de público y en gran medida se debió a que Griffith exigió a los actores unas interpretaciones más naturales, no de gestos tan exagerados, histriónicos, que eran habituales por aquel entonces, algo que resultó; incluso se puede apreciar, aceptando los cánones de hoy en día, una buena interpretación de Linda Arvidson (primera mujer de David Wark Griffith con quien trabajó en numerosísimas películas dirigidas por él), quien también hizo de guionista en esta ocasión.

Por tanto estamos ante el primer mediometraje dirigido por D.W. Griffith, lo que creo que es importante de resaltar, pues este director se caracterizó por ser el primero en narrar historias superpuestas o paralelas, algo que ni los hermanos Lumière ni Méliès habían hecho; desde este momento, disponiendo del doble de tiempo para mostrar la acción, ese paso adelante que había dado resaltaría más su particular forma de narración cinematográfica.
Juan Ignacio
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