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España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
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Críticas 375
Críticas ordenadas por utilidad
7
28 de agosto de 2015
51 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que “Mr. Holmes” es ante todo una excusa para volver al cine que a Bill Condon le atrae. Un cine no tan comercial ni vacío, contado con afecto, con más aciertos que fallos, y en el que puede reflexionar sobre la vida y la muerte, el final de un ciclo y el principio de otros inicios, cosa que ya hizo en su, para mí su película más lograda, “Dioses y monstruos” y contando con su mismo protagonista, Ian McKellen, al que admira profundamente. Y con razón. Su labor también en esta ocasión es impecable, y si los académicos tienen dignidad y buena memoria, que a saber, con justicia debería figurar en la terna de los próximos nominados a los premios de interpretación que se darán para el próximo año, incluyendo evidentemente los Oscar.
Pero “Mr. Holmes” puede confundir a un público acostumbrado a padecer aventuras sin descanso. Es que es todo lo contrario: vemos a un Holmes ya muy mayor, achacoso, con problemas de memoria y reflexivo, dedicándose casi por entero a la apicultura (adora a las abejas), en un precioso cottage, lo que viene a ser más o menos una granja característica de la campiña inglesa, que es un remanso de paz. Esa es su vértebra principal, aunque en ella se alternen historias paralelas, a modo de flash backs, y que en cierta manera ayudan, más que a su mayor comprensión, a darle mejor forma a su final, cosa que no está mal, pero que repercute, en cierta manera, en las diferencias de ritmo e interés que se pueden producir durante toda la película. Nada importante, el resultado es positivo, pero quizás si se hubiera centrado exclusivamente en el entorno británico puede que la narración hubiera salido ganando más aún.
Su presupuesto, aunque nada despampanante está muy bien aprovechado, logrando en todo momento el clima adecuado, gracias a una cuidada ambientación, desde su vestuario, a su fotografía o su refinada banda sonora, algo que es habitual en el cine británico. También hacer mención al resto del reparto, un notable elenco, desde el matrimonio interpretado por Patrick Kennedy y su misteriosa mujer, Hattie Morahan, el pequeño Milo Parker como Roger o sobre todo su madre, Mrs. Munro, que lo lleva a cabo una notable Laura Linney, una actriz que merecería tener mayor reconocimiento y que ya había trabajado también con Bill Condon en su infravalorada “Kinsey”, otro buen título de su director aunque no muy conocido.
Puede que “Mr. Holmes” no vaya a contar con multitud de fans, ni vaya ser elegida como una de las más destacadas del año por los críticos, incluso no supondrá ningún “boom” a nivel popular, pero al menos Bill Condon se puede sentir más que satisfecho por haber realizado un film más que digno, personal y maduro. Un cine que se agradece, aunque haya disparidad de criterios con la película en cuestión, porque es una “clase” de cine necesario ante tanta película superficial o necedades que se fabrican simplemente para hacer taquilla, y a la vez es un cine reconfortante, al menos para mí, porque plantea cuestiones siempre interesantes, desarrolladas al menos con inteligencia.
Maggie Smee
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6
30 de noviembre de 2019
75 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que la expectación suscitada por “Puñales por la espalda” se debe ante todo a Rian Johnson, uno de los directores de la exitosa serie “Breaking Bad” y también director de, entre otras, “Star Wars: Los últimos Jedi”, además de ser el futuro director de la nueva entrega de dicha saga. “Puñales por la espalda” será saludada con satisfacción por la crítica y gran parte del público más joven, convirtiéndose en uno de los films del año. Demasiado bombo y platillo para lo que no pasa de ser un divertimento bien llevado y que es un homenaje a muchas películas que le han servido de inspiración en muchos aspectos sin ni siquiera llegar a igualar ninguna de las mencionadas: todos los “whodunit” de Agatha Christie, “La huella” versión Mankiewicz por supuesto, “La trampa de la muerte” de Lumet, “El fin de Sheila” de Herbert Ross y así podríamos seguir bastante más hasta llegar a “Un cadáver a los postres”, que engrosa la lista de las muchas que han servido también para que aquí se calque su sofisticada dirección artística.

Quizás donde sí supere “Puñales en la espalda” en resultados sea al compararla flojas adaptaciones como el juego del “Cluedo” o si pasamos al mundo televisivo, la también larga lista de series con detectives a lo largo de décadas o la más evidente, “Se ha escrito un crimen”, en la que se incluye un breve fragmento y se dan las gracias, lógicamente, a la gran Angela Lansbury. Por todo ello creo que “Puñales por la espalda” hay que tomársela como lo que es, ni más pero tampoco menos, porque hay aciertos en ella que hacen grata su visión.

Su amplio reparto está correcto, pero frente a personajes que parece que da tiempo a presentarlos bien como el de Jamie Lee Curtis, Don Johnson o Michael Shannon hay otros que se les podía haber sacado más jugo, como en el caso de Toni Collete, Christopher Plummer, K. Callan, Chris Evans o Frank Oz. Los que sí desarrollan más los personajes, por una mera cuestión de que se centra la trama en ellos son Daniel Craig y Ana de Armas, los protagonistas y, dicho sea de paso, ambos volverán a coincidir en el próximo título de James Bond, y aunque no veamos muy claro que Ana de Armas dé el aspecto de la típica chica Bond, nos alegramos por ella y por su rápido y poco frecuente ascenso a colocarse como actriz de moda.

Rian Johnson ha construido este policíaco siguiendo las reglas establecidas, obviando el jugar más con los personajes o incluir dosis críticas sociales. No se ha complicado en ese aspecto, volcándose más en los posibles giros del guión, que si el espectador es experimentado en esta clase de films la mayoría de ellos se los huele, pero no importa, porque como hemos dicho está bien elaborados y también se evita el jugar sucio o colar al espectador morcillas indebidas.

Hay mucha influencia británica en el film, sobre todo al utilizar una mansión y con grandes extensiones de campos como si de “Gosford Park” o “Downton Abbey” se tratase. No es malo en absoluto, ya que era el escenario que se requería. Su fotografía es más correcta que su banda sonora, en la que a veces pretende emular el planteamiento virtuoso de G. Iñárritu de “Birdman” cuando debería haber sido más sinuosa, como en otros temas que están mejor planteados.

“Puñales por la espalda”, como hemos dicho, es una entretenida película en la que es fácil participar cuando te la plantean, pero qué duda cabe que este “juguete” de cuarenta millones de dólares, que resultará rentable sin duda alguna, se la echado en falta algunas dosis más de mala leche y sinuosidad. Pero tal y como está el patio nos conformamos, sobre todo porque se echa en falta más títulos de este género entre tanto héroe o chulo pegón repartiendo ostias a todo un regimiento.
Maggie Smee
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7
23 de noviembre de 2021
52 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que la crítica actual, se supone que especializada, me despista bastante. Y no me refiero solamente a los de nuestro país. No sé si son aficionados a ir a museos, a la lectura, ir a exposiciones, conciertos o al teatro. Me consta que muchos de los que se dedicaban hace algún tiempo en nuestro país, y que ojalá no sigan en activo, no fueron al teatro en su vida. Igual los actuales, con la proliferación de los teatros musicales, aunque no sean como los deslumbrantes montajes de Broadway, se han aficionado. El caso es que aún sigo sin saber por qué defienden, sin mucho fundamento, productos más que discutibles y en otras ocasiones, como el presente caso, sacan más defectos de los que realmente tiene.

“tick, tick... Boom!” es un musical, ante todo, agradecido de ver y oír, ya que cuenta con una banda sonora espléndida. Ha sabido perfectamente asumir sus limitaciones de varias índoles y plasmar, con más acierto que otros musicales con más pompa y presupuesto, su objetivo: el contar la historia del músico Jonathan Larson, creador de varios musicales que supusieron la renovación del género y que, a través de los años, su figura se ha ido reivindicando con toda la razón.

En algunos momentos puede que falte más hondura en los personajes, saber más de ellos, pero están defendidos con tanta verdad y con tanto placer, que en ningún momento ni huelen a falso ni se quedan a medias tintas. No se trata de un film con la hondura de, por ejemplo, “All That Jazz (Empieza el espectáculo)” entre otras razones, aunque ambas sean imposibles de comparar a priori, porque Bob Fosse no era un primerizo y sabía perfectamente cómo contarlo, y este es el debut en el largometraje de Lin- Manuel Miranda, para mí una “ópera prima” más que respetable, neoyorkina hasta las trancas (y eso para la historia que se nos cuenta es muy bueno), pero el nexo es que ambos manejan muy bien lo que es el mundo del teatro musical, sobre todo no desde su envoltorio, si no desde las tramoyas, el esfuerzo de los talleres teatrales, los ensayos y los montajes más básicos de los que pueden nacer grandes obras.

Aunque para algunos se trate de una tarjeta de presentación de su compositor más que de un biopic, agradezco el tono empleado, alejado de cualquier línea archisabida en estos casos, manejando muy bien los tiempos que se cuentan, con un notable montaje, preciosas canciones, un notable trabajo técnico, como su fotografía y una dirección inspirada. Puede que su coreografía sea algo simple, pero va muy de acorde con el tono que se utiliza. En estos aspectos es superior a la sobrevalorada obra de Chazelle “La la Land”, que fue rodada con la intención de musical a la antigua usanza y que, al compararla con cualquier ejemplo gigante del género, palidece a la primera.

Y algo bastante personal. No me refiero a que tengan la misma calidad, pero “tick, tick... Boom!” está pensada de entrada como aquella notable película (e injustamente olvidada) de Yaron Zilberman “El último concierto”, un “musical” muy diferente a este, pero con las mismas trazas, o la película (que no la serie) “Fama” de Alan Parker: ambientes teatrales neoyorkinos, modestia en recursos, una línea argumental bien dibujada sobre el mundo del “artisteo” y frescura a raudales.

Como hemos dicho antes, su reparto es estupendo y no son doblados al cantar, desde su larga lista de secundarios, como Judith Light en el breve papel de Rosa Stevens y estando encabezados por Robin de Jesús como Michael, a su protagonista, Andrew Garfield, que encarnando a Larson, logra una actuación antológica, está maravilloso. Tras su Tony de teatro por el revival de “Angels in America”, porque es de esos actores que hacen teatro, debería ser de nuevo nominado al “Oscar” como protagonista por este gran trabajo, imperdonable sería que no lo fuera. Ha demostrado que es uno de los mejores y más camaleónicos de su generación. Lo que parece innegable es que el Globo de Oro como mejor actor en comedia o musical se lo puede llevar sin discusión.

Y puestos ya a hablar de quinielas para los “Oscars”, aunque esta película, de entrada, llegue con el prejuicio de estar distribuida por Netflix, debería de tenerse en cuenta para varios apartados. Un soplo de aire fresco para un género, como el musical, que parece no terminar de resucitar y que tantos momentos de gloria le proporcionó a Hollywood. Y brevemente pasamos al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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3
26 de noviembre de 2016
106 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso de “Aliados” me llama mucho la atención. Se trata de uno de los títulos estrella de la Paramount, muy promocionado, con gastos que rondan los 85 millones de dólares, una trabajada dirección artística y un cuidado vestuario, además de contar con más alicientes y encabezado por dos estrellas de moda como protagonistas, Brad Pitt y Marion Cotillard. Un bonito envoltorio que firma Robert Zemeckis, el cual a estas alturas no necesita presentación. Es como si se anuncia un gazpacho comercial con ingredientes que gustan, pero cuyo resultado final es claramente fallido. Todo carece de sabor y sentido. Es un intento de revivir el cine clásico romántico, de aventuras y de intriga, pero que queda en agua de borrajas.
El fallo principal es de base: su dirección carece de encanto y objetivo. Le presta más atención a arrancar escenas desde espejos, por ejemplo, que al manejo de los elementos. Su guión, esto no es spoiler, con escenas forzadas como la del “polvo” que echan durante la tormenta de arena o cuando Cotillard sube a la azotea con preciosa bata de seda y camisón, está más cercana a un vergonzante anuncio de colonia que a un cine de calidad, o la escena de la fiesta en casa, inaudita bacanal para la época. Sus personajes, sin química, no terminan por enganchar y la tensión, tanto de sus misiones como de sus relaciones, está más narrada que sentida, teniendo que además poner rótulos del tipo “tres meses después” o “un año después” para que no nos perdamos.
La decepción es Brad Pitt. Marion Cotillard, aunque con un personaje sin mucha carne, tiene escenas en la que demuestra cierta desenvoltura. Pitt está más inexpresivo, demasiado contenido, todo agudizado (de él no me lo esperaba) por unos retoques de cirugía plástica que le han dejado cierta cara anómala, sobre todo en las escenas nocturnas es donde más se nota, con ojos más pequeños y pómulos de vedette. El elenco de secundarios está absolutamente desaprovechado, poco importan, como por ejemplo el rol de la hermana de Pitt, que además de despistar carecen de verosimilitud.
Hay detalles que han cuidado inútilmente, como sus decorados, pero que huelen a cartón piedra a mil leguas, y otros no tanto, como esas escenas en las que vemos escribiendo a sus protagonistas con una caligrafía “actual”, cuando en los años cuarenta, independientemente del país occidental que fuera, y se estilaba la caligrafía inglesa, con sus arabescos y rabillos.
Su fotografía, que aprovecha el paisaje canario e inglés, ya que su rodaje se repartió entre ambas localidades, no apoya al relato. El neoyorkino Alan Silvestri a la música cumple sin más. Es una pena. Recuerdo su gran CD editado en 1995 por la prestigiosa Varése Sarabande, “Voyages”, que incluía temas y suites de “Forrest Gump”, “Tras el corazón verde” o “Depredador 2” por ejemplo. Lejos han quedado esos trabajos, haciendo en esta ocasión una labor que podía haber dado más de sí. Y poco más. Lo que queda es olvidarla, cosa fácil, ya que no tiene nada que nos haya convencido. Es una lujosa vulgaridad que pretende disimular ser una del montón. C´est tout.
Maggie Smee
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6
15 de junio de 2019
45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine francés parece seguir viviendo en un estado de gracia. Sigue teniendo películas comerciales frente a otras más personales. De todo. Hace un par de semanas veíamos, por ejemplo, “Clara y Claire”, que aunque coincida en mi valoración con la presente, me quedo con la antes mencionada. Quiero dejar claro que me ha resultado una grata evasión ver “La biblioteca de los libros rechazados” y a continuación detallaré mis razones de mi “generosidad” al valorarla.

Lo primero que debo aclarar que “La biblioteca de los libros rechazados” es el sugerente título que en España se le ha dado a “Le mystère Henry Pick”. Cabe decir que para mí es de esas excepciones en la que la “libre traducción” sale ganando. Lo que pasa es que, a grandes rasgos, este precioso título es impreciso, hasta podría decirse que pretencioso, siendo más exacto el original. Y no es porque se hayan ido por los cerros de Úbeda y en la trama no aparezca tal biblioteca, en absoluto, pero su título original quizás “delata” que la película no es más de lo que se podría pensar en un principio y que no se trata de ningún film “intelectual”, romántico ni es ninguna reivindicación poética.

El cine y la literatura muchas veces se han confrontado, quizás porque muchos no se han enterado en que ambas pueden complementarias, pero se trata de dos maneras diferentes de expresión. En este caso no ha existido tal problema. Rémi Bezançon y Vanessa Portal adaptan la novela de David Foenkinos sin más aspiraciones que ha construir, de forma entretenida su trama, por lo que no existen los problemas de un autor frente a su obra, las descripciones del enmarañado editorial y demás asuntos espinosos. No hay tampoco ningún homenaje a los miles de autores que han intentado, con una obra digna, ser editados. Pero a su favor está precisamente esa falta de ambición al conjugar elementos. En ese sentido es modesta y juega lo más limpio que se puede, porque ciertas trampas las tiene, pero no son molestas y están correctamente colocadas.

En todo esto Bezançon dirige bien, se ha rodeado de un equipo técnico eficiente y ha encontrado como escenario unos bonitos parajes, lo cual se agradece. El punto fuerte reside en la banda sonora de Laurent Perez Del Mar y en la elección de sus actores. La banda sonora mezcla temas propios de cualquier película “desenfadada” francesa junto a, la mayoría, que oscila entre Gabriel Yared, Pino Donaggio o el mismísimo Bernard Herrmann, el cual todavía hoy sigue siendo más que una clara influencia, de lo cual nos alegramos. El misterio que impregna, que no desazón porque ya eso no pegaba, ayuda al clima de película, con el lastre de que su responsable no se decide abiertamente si optar por el “suspense”, el drama o la comedia, que de todo ello hay, pero en ningún momento se adentra en ninguna vía en concreto.

El elegir a una pareja antagónica no previsible, o mejor dicho, con un físico que no está de moda ayuda a su credibilidad. En muchos países, no solamente en Estados Unidos si no posiblemente aquí también, se hubiera escogido a un galán maduro y a una chica, posiblemente más joven y operada. La elección de Fabrice Luchini, especializado en personajes que a muchos espectadores les podría caer mal o no sentir mucha empatía, encarna en esta ocasión con mucho acierto al cretino crítico literario Jean- Michel Rouche. Le sigue, muy bien en su rol como Joséphine Pick, Camille Cottin, con una presencia física inusual y bastante desenvuelta, secundados por un reparto muy eficiente, desde una joven Alice Isaaz, a las veteranas Marie- Christine Orry o a Hanna Schygulla, en un breve papel como actriz invitada y a la que siempre nos agrada ver.

Al principio del comentario aludía a mi "generosidad" al valorarla, y es porque, sin ser nada del otro mundo, al menos contiene ingredientes que se agradecen, no sé si en exceso, pero la verdad es que sientan bien y dejan buen sabor de boca. A fin de cuentas, y como hemos dicho, “La biblioteca de los libros rechazados” es un film de evasión que podría sonar a grandilocuente, pero no lo es. Es un entretenimiento que se aparta de vulgaridades o de lo obvio que abunda en cartelera, que es para un público mayoritario, con ciertos detalles en su trama que son bonitos (incluso se habla, aunque sea de pasada, de las diferentes formas de ordenar una biblioteca, cosa que ocurre en pocas películas). Aunque no termine envolviendo, sería justo puntualizar que nunca cae en el aburrimiento. Que el tema podía haber dado más de sí, por supuesto, pero ya podríamos todos tirar cohetes si al menos la mayoría de todo lo que se estrena tuviera un nivel medio decente como el caso presente. Y con este otro bonito pareado doy el comentario por terminado.
Maggie Smee
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