Basada en una novela de C.D. Payne, esta es la historia de un adolescente de dieciséis años (narrada desde su propio punto de vista) que se enamora de una chica y de todas las vicisitudes que debe pasar poder estar con ella y dejar de ser virgen. Una historia salpicada de obstáculos religiosos, familias disfuncionales, sexo, drogas y complejos varios. La peli quiere dar a entender que a veces para conseguir a la chica de nuestros sueños debemos estar dispuestos a hacer sacrificios por ella asi como portarnos mal, ser malotes y hacer alguna que otra cosa fuera del guión de la vida. Y que mejor que inventarnos un “yo malo” para que haga por nosotros, los cobardes y tímidos, el trabajo sucio. Precisamente, la presencia de esas dos personalidades antagónicas (ambas interpretadas por Michael Cera) se hacen difíciles de digerir, pero es a partir de esta dualidad cuando comienza la parte más divertida.
El comienzo del filme ya da muchas pistas de por donde se desarrollara el tono de la historia. Tiene una apariencia de comedia tontorrona ya vista mil veces pero con un toque original y gamberrete que la saca de ese grupo de comedias tontas que solo tienen chistes escatológicos.
Además del ya mencionado Michael Cera, llama la atención del extenso reparto de secundarios la presencia de Ray Liotta y Steve Buscemi. Su banda sonora no esta muy alejada del tono indie-romántico que le quiere dar.

Daniel (Pablo Pineda) es un discapacitado psíquico que ha conseguido licenciarse y un trabajo que le permite integrarse en el mundo laboral. En su casa siempre trataron de que tuviese una vida normal y como le educaron para ser normal busca relacionarse con gente normal que no le vea inferior y así llega hasta Laura (Lola Dueñas) una mujer rebelde con problemas de soledad.
La propia realidad física y mental de Pablo Pineda sirve para abordar un papel difícil de juzgar porque el actor es perfecto para la historia, pero va a ser complicado, por no decir imposible, verle en otros. Dejando esto a un lado, lo cierto es que los dos protagonistas están muy bien y son los que llevan adelante la trama.
Una historia que funciona por estar apegada a la realidad y rodada cámara en mano, con unos diálogos realistas, aunque lo que más cuenta es su relación y no el problema de los disminuidos psíquicos. Bonita y dura mirada a una relación entre dos personas que se quieren.
Como curiosidad diré que los dos protagonistas fueron premiados en el festival de San Sebastián y Lola Dueñas recibió, además, un Goya a la mejor actriz.

Primera de las dos secuelas del éxito sorpresa en 1983 “Xtro”. Rodada por un mediocre Harry Bromley Davenport, con cierta inspiración en la original pero que sus dos siguientes secuelas borro, y para mal, el recuerdo de aquella primera. Un director con una filmografía corta y poco brillante. La primera de esta cutre-trilogía, sin ser buena, tenía muchos elementos originales y una apuesta por hacer algo diferente y atractivo la convertían en un filme de serie B interesante dentro de sus límites. Esta secuela, lo único que comparte con la original es su título y su director, el cual, no solo copia con descaro la primera peli de la saga de Aliens sino también partes de la secuela que dirigió “Tito” James Cameron “Aliens el regreso” donde el alienígena (un monstruo tan sangriento como risible) hace de las suyas.
En este filme Nexus es un experimento militar que se usa para viajar a universos paralelos. En uno de esos viajes, algo desconocido vuelve en el cuerpo de uno de los viajeros. La muerte se desata en medio del caos. Destaco la presencia del buen actor Jan Michael Vincent, el cual, ha tenido una carrera bastante irregular. Desde participación en pelis destacables como “Fríamente... sin motivos personales” con Charles Bronson de compañero, a ser héroe de acción de la más mediocre serie B de los años noventa. Además fue el protagonista, en su día, de la serie que emitió telecinco “Airwolf” (“El super helicóptero”) que duró unos cinco años en pantalla aunque el solo participo en las dos primeras temporadas, si no me equivoco.
Horrenda, mediocre y deficiente segunda parte que cuenta con unas interpretaciones malas, efectos especiales probetones y un decorado de lo más cutre. Una dirección torpe y desganada. Para colmo hay un comando, que bien parece el equipo A, siendo uno de sus componentes el actor Nicolas Lea, más recordado por su papel secundario en algunos de los episodios de “Expediente X”. Si soy sincero, la participación del comando es de lo más vergonzoso. Una secuela pues olvidable y que empaña el encanto de la original y que directamente copia elementos de la saga Alien.

Reconozco que me he quedado un poco ko al enterarme que esta película fue rodada para la televisión y no para la pantalla grande como yo creía. Aunque que duda cabe que esta supera a muchas tv movies de la actualidad. Lo que me ha decepcionado de esta historia es que tiene suficientes elementos tanto de denuncia como de acción pero no son para nada aprovechados, por lo que el filme pierde muchos puntos.
La odisea del veterano de guerra que busca de forma algo violenta la consideración y respeto para él y sus compañeros de armas se inicia de forma curiosa pero atropellada y todo va con demasiada prisa y así va perdiendo fuelle debido a la repetición constante de unos esquemas y una falta de valentía por parte de su director de no querer ir más allá de lo que en un principio la historia parece prometer. Todo se cuenta desde una perspectiva televisiva que impide una realización más compleja visualmente hablando.
Steven Hilliard Stern, el cual es un experto en producciones para la tele, realiza una dirección fría y acartonada, con poca garra. Y cuando la trama debería ponerse tensa, la realización de Steven y un insulso guión, obra de Lyle Gorch (basado en una novela de Stephen Peters) no ayuda nada a que la cosa levante el vuelo. Todo lo que le ocurre al protagonista se queda a mitad de camino de lo que podía haber sido. El guión se queda corto y no consigue ahondar y explotar la historia como debería no llegando a tener una continuación de la parte más interesante, la que disputa el protagonista (un jovencísimo Tommy Lee Jones) con los altos mandos de la ciudad y su enfrentamiento con la policía, fuera de los simples marcos del drama televisivo, lo que perjudica a una trama que requería algo más.
De todos modos, la peli no aburre si no buscas más de lo que te ofrece. Vista en la actualidad, uno comprende que con un guión más currado, una dirección más acorde al cine de acción, esta historia habría dado muchísimo más de si y mejor. Lo mejor es el reparto donde además del citado Tommy vemos unos desaparecidos en la actualidad como Yaphet Kotto (“Los jueces de la ley”, “Pesadilla final; la muerte de Freddy”, “Brubaker”) y Helen Shaver (“El color del dinero”, “Clave Omega”, “Los creyentes”).

Esta peli empieza en Jerusalén, continúa hacía Jordania y finaliza entrando en Palestina. Protagonizada por la maravillosa Natalie Portman, la cual, sigue creciendo y evolucionando prodigiosamente. Y dirigida por Amos Gitai, uno de esos realizadores con voz propia, que se aleja de los circuitos comerciales habituales y que suele escribir sus propios guiones.
Me encontré ante una road movie de libro, vamos de manual, que además transita por unos paisajes poco habituales en las pantallas del cine y bastante habituales en las pantallas de televisión y en los telediarios. Una road movie donde las mujeres son las protagonistas absolutas pero no con el estilo salvaje de Thelma y Louise sino que su amistad y relación es mas pausada y creativa e incluso contradictoria, por el tema generacional.
Teníamos pues unos mimbres de lo más atractivos que nos deberían deparar una película deliciosa, sin embargo, algo no funciona. El ritmo narrativo de Gitai para mi gusto es demasiado pausado y lento. Una cosa es que quieras que la evolución de los personajes sea bien percibida por el espectador a través de sus conversaciones, gestos y miradas. Y otra muy diferente es que te recrees en los pensamientos y silencios, provocando un tedio y distanciamiento excesivo.
Nos encontramos con momentos verdaderamente intensos como la charla entre Natalie Portman y el americano. Imágenes potentes como la del pueblo en llamas. Secuencias muy intimas como la de las tres mujeres en el coche vibrando con la música. Pero le falta continuidad en la emoción y a veces incluso se hace demasiado obvia.
De todos modos, es necesario que entre tantos Supermanes de diseño y Scaries Movies veraniegas, se haga este otro tipo de cine que busca la emoción, la mirada y la palabra. Un cine intimista y comprometido con los personajes y que presta más atención al contenido que al continente. Cine eso sí minoritario y arriesgado pero que hace crecer al séptimo arte. Lástima de todas formas que esta “Zona libre” prometa más de lo que finalmente nos da.