"Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte". Este texto de la Biblia es leído por una chica en la película de Eastwood "El jinete pálido" en referencia a su personaje, y "Sin perdón" parece una secuela con ese personaje más mayor y parcialmente redimido. Con hijos a los que alimentar y tratando de olvidar su pasado. Sólo que el pasado siempre vuelve sobre todo si eras un cruel asesino. "Sin perdón" es un western por su fotografía, su planificación, su historia y sus personajes, pero se aleja de los clásicos del género por su realismo. Aquí no hay un héroe, un pistolero más rápido que nuestros ojos, un Billy "el niño", aquí sólo hay hijos de perra de todas las calañas. Asesinos crueles y amorales. Es un western realista y crepuscular. Eastwood aprende de Ford y Leone, y lo hace todo a su manera. Le quita a su personaje el poncho y la chulería, y se queda sólo en una mala persona capaz de matar a quién fuera por dinero. Magníficamente secundado por un sheriff tan brabucón como cobarde y un socio viejo y acabado, papeles resueltos con absoluta solvencia, con verdadero talento por dos grandes: Gene Hackman y Morgan Freeman. Western terminal que revitalizo el género y encumbró a Eastwood como director de gran talento y ahí sigue.

Hasta ahora sabíamos que Dennis Villeneuve era capaz de perturbarnos, descubrimos que era un narrador de historias con un poderoso sentido fílmico, con atmósfera visual propia, lo más parecido a David Fincher que hay en el Hollywood actual. Un artista con ojos de artesano.
En esta bellísima película llega un paso más lejos, es un artista en toda la extensión del término. Ecos de Malick, Spielberg, Zemeckis, Nolan, Kubrick y algunos otros maestros se perciben en sus hipnóticas, sensoriales, bellísimas imágenes.
Una premisa ya vista. Primer contacto extraterrestre (Contact de Zemeckis) y las autoridades deciden pedir ayuda a una eminente lingüista, Amy Adams imperial, para tratar de descifrar las intenciones de esa especie de Heptapodos, unos calamares parecidos a los de Monster o a algunos de los bichos de La niebla de Stephen King. Sin querer desvelar mucho más de la trama solo decir que la pérdida y el poder de la comunicación están presentes de una manera poderosa, crucial, determinante.
Una fotografía brumosa, nublada, con apenas tres o cuatro escenarios magníficamente resueltos y que en cada plano en el exterior se desarrolla en un paisaje bellísimo pero siempre con el cielo nublado. Ni un solo plano exterior de un día luminoso, siempre nublado, primeras horas del amanecer, últimas horas del día y la luz que concuerda con el estado de ánimo del planeta ante la llegada y con el estado de ánimo de la protagonista. Fotografiada por un habitual colaborador de Ava DuVernay (Selma), Branford Young aporta una luz más propia de una película intimista indie que de una historia de ciencia ficción. Apoyada en constantes desenfocados de planos muy cortos o incluso primeros planos, destacando las personas(en especial Amy Adams) sobre todo lo que les rodea, brillante, emotiva, bella fotografía.
Una vez más Villeneuve esta muy acertado en la utilización de la música ayudado por su colaborador habitual Johann Johannsson que debería volver a la ceremonia del tío Oscar y tal vez este año, ganar por fin.
Los flashbacks/flashforwards perfectamente ensamblados recuerdan sin ninguna duda a El árbol de la vida de Malick, esa preparación para comunicarse con los extraterrestres nos lleva a Encuentros en la tercera fase de Spielberg, la nave y la pantalla blanca de comunicación son clara influencia de Kubrick.
La película recuerda inevitablemente por un lado a 2001 una odisea del espacio y por otro a Interstellar, dos iconos, creo que supera a la de Nolan puesto que alcanza los objetivos que esta buscaba y de una forma más sencilla y mucho más poética. La pérdida están en las dos pero mientras una ensalza el amor la otra ensalza el amor y la comunicación como motores de nuestra existencia. Sin duda ambas películas, al igual que la de Kubrick nos hacen pensar sobre nuestra propia existencia, nuestro futuro como especie, el futuro de nuestro planeta.
He dejado para el final pero para que sea más destacado la enorme, la magnética, increíble interpretación de Amy Adams. Transmite miles de sensaciones aguantado tremendos planos desenfocados con casi nula iluminación. Una interpretación sensorial, visceral, de extrema fragilidad exterior pero volcánica en el interior. El persona parece un perfecto destilado entre la científica e hija de Interstellar y la sufrida madre de El árbol de la vida, ambos personajes interpretados por Jessica Chastain, otra actriz aferrada a un coraje interior envuelto en una gran fragilidad exterior. Ambas pelirrojas y de tez muy clara podrían ser intercambiables en muchos de sus roles. En está ocasión es Amy Adams la que tendría que pasear por la alfombra roja con un vestido de alta costura para recoger una estatuilla por este personaje que le ha regalado Dennis Villeneuve y que ella encarna con impresionante acierto.
Para resumir si aún no has visto La Llegada no se a qué estas esperando, corre a tu cine más próximo.

Steven era el rey Midas. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Tiburón, E.T., Jurasic Park, Indiana Jones, etc. Película tras película demostraba que la audiencia estaba con él. El tema de la crítica y de los premios era diferente, le tachaban de comercial y cuando intentaba una aproximación más de autor todos le daban la espalda ( El imperio del Sol y El color púrpura). En esas estábamos cuando decidió liarse la manta a la cabeza y rodar una en blanco y negro sobre el holocausto. Y entonces ya nadie pudo negarle su talento. La lista de Schindler es la película más conmovedora y más realista que se ha hecho sobre el holocausto. Es un documento que debe pasar a la historia para que esta no se repita. Spielberg maneja con maestría su conocida, y otras veces denostada, tendencia a la sensiblería. En un luminoso blanco y negro nos lleva a la mayor barbarie de la historia de la humanidad. Un acertado reparto en el que destacan sobre el resto las interpretaciones de Liam Neeson, Ben Kingsley y especialmente Ralph Fiennes como el mayor psicópata del cine con el permiso de Hannibal Lecter.

En la mayoría de los comentarios o críticas sobre películas se abusa (yo el primero) de adjetivos como naif, poética, sensible o delicada. En esta ocasión todos esos adjetivos son merecidos y faltan muchos más. Todo comienza como una fábula muy simple y con la sabia lentitud del mejor cine oriental se nos van desgranando las miserias de sus protagonistas y otras mucho peores que se ocultan tras nuestras mal llamadas sociedades civilizadas. Una pequeña, suave, dulce joya emparentada sin duda con el cine de dos maestros japoneses Ozu y Miyazaki. Con el primero comparte esa visión tan pura de las relaciones sociales y familiares; y con el segundo la especial relación que el ser humano podría o debería tener con la naturaleza. Imprescindible.

Irreverente, bruto, salvaje, triste, sorprendente, surrealista, sincero, mentiroso, masturbacion, follar, cagar y otros temas inclasificables son habituales en Louie. Genial pero corrosivo como el acido. Louis CK es el hombre orquesta de esta maravilla que es mucho mas que una comedia, es una radiografía del hombre adulto de mediana edad.