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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Federico Furzan
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
5
1 de octubre de 2020
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A medida que el tiempo pasaba después de haber visto El Practicante en una noche de viernes, en la semana en la que se estrenó, iba debatiendo sobre el efecto causado por una película poco pretenciosa pero de premisa valorable. Precisamente su idea principal, bien explotada en su primer acto me permitió conocer las raíces de un personaje que identificamos de forma inmediata. A ese hombre violento, de rabia ilimitada y muy calculador, lo conocemos. Es una buena proyección de una realidad bien conocida comúnmente.

En esa idea, en su planteamiento, El Practicante es interesante. Es lamentable que su desarrollo haya sido más sensacionalista que otra cosa. El Practicante es una prueba de que las posibilidades a veces son más aterradoras que lo que termina ejecutándose en la película.

Por suerte, la película se toma el tiempo necesario para plantear a su personaje principal. Es realmente necesario como el recurso idóneo para entender lo que lo motiva y lo que puede terminar haciendo.

Ángel es un paramédico que trabaja atendiendo emergencias. Pero se aprovecha de las víctimas. Es un hombre frío, inseguro. Su actitud de parásito lo lleva a robar objetos de las víctimas, aprovechándose de la tragedia a la que se enfrenta diariamente. Ángel convive con su novia, y a pesar de que han intentado convertirse en padres no lo han logrado. Esto ha hecho que la relación sufra un poco, llevando a Ángel a sospechar de la fidelidad de Vanesa. En pleno trabajo Ángel sufre un accidente que lo deja en una silla de ruedas. Encerrado y con más tensión que nunca por no poder controlar lo que ocurre a su alrededor, Ángel se convierte en un pilar de paranoia y violencia que terminará en una desesperada movida por mantener a Vanesa a su lado.

En ese magnífico primer acto, la película contiene una idea bastante clara sobre el efecto que quiere causar en el espectador. La interpretación de Mario Casas es progresivamente mejor a medida que la película desarrolla ese concepto del “novio violento que necesita siempre tener el control”. Creo que en esa primera mitad hay algo invalorable en materia de suspenso.

Pero la película cae en un abismo desordenado cuando no halla qué hacer con el contexto logrado. El Practicante plantea que su personaje principal no tiene límites a la hora de idear un plan. Y sus planes funcionan. El problema es cuando en el plano general nada puede funcionar de esta resolución. En el cierre (no en el final) el director de la película parece recolectar buenas escenas y editaras sin un orden específico para darnos a entender la maldad del villano. Pero ¿Dónde está la visión del objetivo final? ¿Qué quiere lograr Ángel con todo lo que hace? Piensen en Misery y su magnífica interpretación de las intenciones y los actos desconocidos. A veces no es suficiente con hacer sentir incómodo al espectador. La luz al final del túnel ni siquiera tiene que ser clara. Solo tiene que existir. Esto no destruye a la película. Es solo un obstáculo difícil de omitir.

Y por último, ese final. Wow. Aplausos para quien tuvo las agallas de romper el molde y regalarnos el triunfo en forma de venganza que la película nos asoma con perspicacia.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/el-practicante/ ****
Federico Furzan
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3
9 de octubre de 2020
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En mi travesía por el Salem Horror Fest, sabía con qué películas me iba a topar. Las “festival darlings” son esas pequeñas joyas que relucen en festivales hasta que son adquiridas por un estudio grande que puede distribuirlas. Mientras se mantienen en un espectro de humildad que poco tiene para destacar el contenido por encima de otros. Con algunas excepciones, son películas que tardan años en marcar el terreno, si es que alguna vez lo hacen. Otras se quedan en el olvido, y son material descartado por el público afortunado que puede ir a esos eventos, y por quienes tenemos una credencial de prensa y debe cubrir todo el contenido.

Ahí en el medio están películas como Vise, de producción mediana, con un sabor confuso de horror, y con una compleja historia para contar si es que la misma existe desde un punto de vista lógico. Después de verla, recordé sus memorables escenas y me senté a escribir esto, pero con una extraña sensación de engaño e insatisfacción que el cine asiático pocas veces deja.

Vise cuenta la historia de una joven obsesionada con su imagen. Viajó de un pueblito para quedarse en Tokio y triunfar de una carrera en modelaje. Pero sus audiciones no salen bien. Lo ha intentado muchas veces y no entiende cómo no lo logra. Pero un día sospecha que su cara tiene algo que ver. Al parecer su cara es muy grande y las modelos no pueden tener una cara grande. Para solucionar esto recurre a un cirujano extraño que promete solucionar el asunto. Así transcurre la primera mitad de Vise. Y luego se convierte en un inexplicable segundo episodio que no goza de atributos que valen la pena. En su segunda mitad Vise se desinfla de la manera más horrible que puede haber: con premeditación de quien está detrás de la cámara y el guion.

La idea era clara. No era algo confuso lo que se quería contar y transmitir con esta oda aterradora al problema (sí, es un problema) de la obsesión por la imagen, un hecho muy marcado en países asiáticos. Y la verdad es que el mensaje arriba con facilidad, con body horror de la mejor escala y con una historia definitivamente válida. Mi suposición es que el relleno fue necesario para un largometraje y Vise cae en la deficiente definición de un equipo poco inspirado. Al menos eso creo yo.

Lo extraño de la película es que cuenta con una producción más que decente. Es un producto planificado y bien modelado en papel. Visualmente es una película realizada por alguien cuyo planteamiento del horror es efectivo. Pero la traducción del papel se hace difícil cuando un guión navega por terrenos profundos. Y como siempre afirmo: no hay algo peor que una película que requiere de un manual para ser entendida por el espectador. Una cosa es un acertijo visual que llama a la interpretación de un individuo, y otra cosa es alegar la claridad de un mensaje que tarda demasiado en llegar si es que finalmente llega.

Este es un “festival darling” que probablemente se quede en ese escalón, y dudo que podamos rescatar. Punto menos para el cine japonés.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/ ****
Federico Furzan
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2
4 de octubre de 2020
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Hay filmes que uno al verlos, simplemente lamenta la caída que ha tenido Hollywood. Cuando Predator (original) salió en el 1987 fue un filme breakthrough que solo basaba su éxito en una premisa nunca antes vista. Contaba con esto. Lamentablemente pareciera que todo está hecho y los filmes actuales no pueden ser simplemente originales. Esto no justifica, pero mucho menos en género de ciencia ficción. Es un género cuya capacidad para ser explotado es absolutamente infinito. Muchos imaginamos el futuro como tiempos en los que los carros volaban. No ha pasado pero vamos a eso.

Predators sufre de una fórmula aburrida que unida con un guión mediocre, otorga el momento más aburrido que tuve el fin de semana. Muchos preguntan por qué la vi. Pero es que tenía que verla. Era la propuesta de Robert Rodríguez (lamentablemente como productor) de un universo que siempre me ha interesado. Ya no.

Adrien Brody y un grupo de gente son lanzados desde el espacio a una selva (conveniente), en donde habitan seres extraños. Es todo. Desde ahí no se puede construir una secuela. Debemos tener más para por lo menos imaginar. Hay muchas cosas que fueron escritas para que funcionaran. Y esto es un craso error cuando se trata de un filme de acción. Solo queda una bala cuando debe quedar una bala. Solo deben haber 3 villanos para matarlos en 3 escenas cruciales.

Es increíble cómo seguimos apoyando este tipo de cine basados en una esperanza de que pueda haber una joya tipo Distrito 9 que pueda salvar el día. Sobre todo si tomamos en cuenta que el guión fue escrito en 1994 y 15 años después de modificaciones fue aceptado por el estudio.

**** Originalmente publicado en https://cinelipsis.com/ ****
Federico Furzan
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2
4 de octubre de 2020
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Al igual que con Little Fockers, uno puede saber cuando una franquicia va de mal en peor cuando el momento más gracioso de la película lo otorga un personaje que no es el principal. En este caso, es el chico que pide que Shrek haga “roar”. Es increíblemente gracioso el niño.

Shrek Forever After es la cuarta película basada en los personajes. Menos mal. Ya basta. Es un filme forzado y totalmente expuesto a lo último en tecnología: el 3D. Entonces va desde escenas visualmente impactantes hasta objetos que supuestamente saldrían de la pantalla (no se como se ve en 3D porque la vi en DVD). Pero también hay animación defectuosa (vean como las palabras del villano nunca concuerdan con los movimientos de su boca).

Ya se pierde la esencia de un filme que era basado en un principio de rebeldía contra Disney y cualquier película animada. Aquí no hay más de lo mismo. Si lo hubiera creo que hubiese requerido de creatividad y eso siempre fue agradecido en las películas de Shrek. El filme se levanta sobre fundaciones de que nosotros YA conocemos a los personajes y por consiguiente sabemos lo que harán cuando pasan por una etapa importante de su vida. Shrek tiene una crisis de mediana edad y de ahí se desencadenan los hechos. Es todo.

Ya los mismos chistes de siempre no dan risa. Y Donkey que es el personaje más gracioso aparece muy poco en la película. Puss es el mismo de bandera y es el más interesante de todos los personajes que vuelven.

La película es sorprendentemente aburrida. Y es que el problema es que ya sabíamos que lo sería. Entonces uno va predispuesto. Es una excusa estúpida para sacar dinero a los espectadores tan solo porque la película es en 3D. Ni siquiera es una película para niños, y sin embargo pretende serlo hasta cierto punto. Esto falla ya que Shrek nunca fue un personaje para niños. Al contrario.

Solamente para completar una saga y ni siquiera cierra cabos. Simplemente es una película más.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/ ****
Federico Furzan
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1
4 de octubre de 2020
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Lo increible de estas películas que van directo a DVD es que cuentan con una producción prominente. Los efectos NO son malos. La música es bien adaptada. La edición y cinematografía son amateur pero de calidad. Pero al final siempre resultan ser mediocres películas que nunca se supone debieron ser hechas pero no son más que un capricho de alguien.

The Lost Boys: The Thirst fue una excelente película hecha en los años 80 con un grupo de actores jóvenes pero bien efectivos. Fue senda película en taquilla y los críticos elogiaron su manera cruda de reflejar la juventud y el desenfreno típico de esos días. Luego de veinte años vino la secuela siempre esperada Lost Boys The Tribe. Un verdadero asco que solo tenía un personaje de su precuela (el siempre perfecto Corey Feldman) y referencias actorales asociadas a la misma (había un Sutherland). The Tribe no hizo nada. The Lost Boys: The Thirst ahora, es el tercer filme que hace referencia a una franquicia que nunca debió ser más que una película y un soundtrack.

Edgar Frog (Feldman) es el personaje principal de esta. Siempre está como cansado de lo mismo. Trabaja pero se mantiene vendiendo sus cómics. Tiene un último trabajo. Su hermano Alan reaparece y es un vampiro que vive en recesión tratando de buscar una cura y alimentándose de animales. No hace falta decir más nada de una trama que no tiene ningún tipo de sentido.

Lo poco bueno de la película es que al no tomarse a sí misma en serio, se convierte en un splatterfest para fanáticos del género. Muy nostálgicas las escenas donde salía Corey Haim (protagonista de Lost Boys) como compañero de los Frog Brothers y compañero en alma de Feldman. Sus lágrimas estoy seguro que no fueron forzadas, ya que Haim falleció en Marzo 2010.

**** Originalmente publicado en www.cinelipsis.com ****
Federico Furzan
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