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Críticas de Iván Roldán
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Críticas 124
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
14 de diciembre de 2017
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mayhem es la última película de Joe Lynch; un fanático del heavy metal - black metal y el cine de serie Z (Troma Entertainment) que debutaría en el 2007 con la segunda entrega de Wrong Turn (¿quién diría que se convertiría en una saga de 6 películas de mutantes caníbales?) y mantendría su estilo en sus siguientes incursiones, ese “gamberrismo norteamericano” que a veces puede parecerte más soso y moralista que desafiante. Es el caso de Mayhem… ¿Conoces el comic Crossed de Garth Ennis? Es el mismo concepto pero minimizado al 99% (por supuesto, llevar algo como Crossed al cine sería una bestialidad), y conducido más que en aras del horror más nauseabundo y brutal, a la comedia en pos de una ligera crítica corporativista. Porque Mayhem es violenta, pero nunca deja de ser una inofensiva e inocente comedia. Me agradan sus intenciones, muy básicas. Menos oscura que la coreana Office (2015) de Hong Won-Chan (está en Netflix México) y menos pretenciosa que The Belko Experiment (2016) (no me malentiendas, está entretenida pero se toma muy en serio a sí misma) con la que guarda un mayor parecido. Finalmente, un híbrido entre, humm… The Purge (2013) de James DeMonaco y Office Space (1999) de Mike Judge.

Hoy en día el trabajo constituye socialmente la actividad más importante de nuestra vida ¿a qué te dedicas?, queramos o no; tanto por el tiempo que uno invierte en dichas actividades como por el hecho de que es parte de nuestra identidad, ¿qué eres? Independiente a que seas o no una rata esclava del consumismo (checa el cortometraje de Steve Cutts, Happiness) el trabajo no sólo es odioso (trabajas en algo que odias para comprar algo que no necesitas VS trabajas en algo que odias porque lo necesitas), no, también es apasionante (te sientes realizado) y adictivo, tan adictivo que sin darte cuenta terminas sumando números a los casos de karōshi, con un repentino derrame cerebral o un ataque cardíaco. ¡Pues bien! Steven Yeun (así es, Glenn en The Walking Dead) protagoniza está encarnizada lucha por llegar a la cima corporativa, no en busca de un ascenso, quizá, sino de la justicia laboral a la cual tiene derecho, dado que es un empleado modelo y literalmente su sudor, sangre y lágrimas le ha costado.

En sus primeros minutos Lynch establece la premisa de su película de acción de bajo presupuesto (la fotografía es uno de los aspectos que más sale perdiendo) para explicarnos qué es el virus Idiosa Dartellum 7, mejor conocido como ID-7: una vez infectado, los niveles de estrés incrementan la producción de cortisol a nivel cerebral, inhibiendo la razón ante la emoción, ¿qué evita que le revientes la cara a golpes al sujeto que está contigo en la fila o que si así lo desees forniques en vía pública? Exacto: la razón. En algún momento el virus –altamente contagioso– representó una amenaza mundial, hoy en día está controlado por el CDC (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos) a base de cuarentenas, y por otro lado, la firma de abogados Towers &amp; Smyth Consulting (TSC), a la que pertenece el coreano Derek Cho, ha establecido que todo infectado se encuentra absuelto legalmente de los crímenes realizados durante el secuestro emocional ocasionado por el ID7. Ahora, ¿qué sucedería si el ID7 se propaga en un edificio donde el estrés y la competitividad son el pan de cada día?

Similar a un videojuego –muy en uso últimamente– la narrativa de Mayhem lleva al recién despedido injustamente, Derek, acompañado de una clienta insatisfecha, Melanie, a emprender una carrera a contrarreloj (los crímenes sucedidos bajo el efecto el ID7 sólo son permisibles durante las horas de cuarenta) para llegar al último piso del edificio y enfrentar a la mesa directiva. Armados con todo tipo de artilugios de almacén (tijeras, clavos, sierras, destornilladores…) avanzaran alegremente dentro del caos empresarial.

Una película entretenida y ligera que nos da lo que nos vende. Sin trucos ni envoltorios extras. Algo que se aplaude y motivo por el cual podemos omitir sin problemas algunas de sus carencias. Como cierta pobreza en el uso de la cámara, algo más de versatilidad habría aportado un mayor dinamismo, y la actuación; afortunadamente es algo a lo que podemos restarle importancia debido a la propia naturaleza de sus personajes, una caricaturización de los estereotipos empresariales, no obstante, cabe mencionar que Steven Yeun no logra que observemos a su personaje como el antihéroe que quisiéramos, por su parte Samara Weaving como Melanie me parece encantadora, lástima que quede reducida meramente a un personaje de apoyo.

Creo que Mayhem es la mejor película de Lynch al momento (tampoco es que su filmografía sea extraordinaria). Premiada en el Festival de cine de horror de Brooklyn y el festival de cine de Chattanooga. Por cierto, sí, sale Glenn de TWD, pero ¿reconociste también a Dallas Roberts quien hizo de Milton, el consejero de El Gobernador en la temporada 3?

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Iván Roldán
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7
6 de diciembre de 2017
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mugen no Jûnin (La espada del inmortal) es la última película de Takashi Miike. De su extensa (desmesurada) filmografía, para ser “exactos”, es su película número 100 –tal vez 99 o 101, quién sabe–. Un año en el que también dirige JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond is Unbreakable y para la TV Idol X Warrior Miracle Tunes. “Desmesurada” y “Exagerada” me parece hoy en día son palabras que pueden definir la filmografía de Miike y cualquiera de sus películas, desde su título más taladrante y vergonzosamente infantil (checa el enlace de Idol X) a aquellos bizarros y violentos (esos que ya no hace y quedaron en el pasado: Gozu (2003), Ichi the killer (2001) o Visitor Q (2001)). Si no estás tan habituado al “universo Miike” puede que consideres que, a base de fantasía y violencia explícita, Blade el inmortal trasciende las convenciones de las películas japonesas de samuráis, una delicia de más de 2 horas. Sin embargo, si conoces a Miike y no eres un detractor, reconocerás que sí es muy divertida, pero no tan violenta ni tan llamativa como quisiéramos, para películas de samuráis me quedo con 13 asesinos (2010) y Hara-kiri: Muerte de un samurái (2012). ¡Pero! Blade of the Immortal es una buena película.

Común en Miike y no sólo en la actualidad (es el onceavo Live-action en los últimos diez años), sino habitual en su carrera, por ahí de 1992 se estrenaba su primer filme basado en un manga (A Human Murder Weapon), muestra nuevamente su apego en el manga japonés. Mugen no Jūnin está basado en el manga homónimo de Hiroaki Samura, que en el 2008 tuvo una adaptación al anime del mismo nombre (me parece es un poco más violento, lo puedes ver en youtube).

Mugen no Jūnin se encuentra ambientada en el tercer shogunato del Japón feudal. La historia está centrada en Manji, quien por sus pecados (en el pasado mató a 100 hombres) ha sido condenado con la inmortalidad. Para un asesino como él, ni el harakiri podría redimirlo. Finalmente, ¿qué es la redención sino la liberación del dolor? Los kessenchū, gusanos de la sangre, depositados por Yaobikuni (la monja de 800 años) sanaran cualquier herida que sufra su cuerpo, incluso mutilaciones. Posteriormente, la muerte de su hermana, sin una razón ya por la cual vivir, lo conducirá a buscar la redención y pagar la muerte de esos 100 justos con la de 1000 villanos. En su camino se encontrará con Rin Asano. Una niña en busca de venganza por la muerte de sus padres a manos del dōjō Ittō-ryū y su líder Kagehisa Anotsu. La misión de Anotsu es que su dōjō (el cual no corresponde con las técnicas del esgrima japonés) sea reconocido, aunque para ello, deba de llevar la muerte a todas y cada una de las escuelas de esgrima. ¿Qué busca Anotsu? ¿Poder? No, no… algo más ancestral. No sólo Manji o Rin han sufrido en esta vida.

¡Bueno! Esa es la historia. Y es casi idéntica en la película de Miike salvo algunos detalles: el porqué de la inmortalidad de Manji, y el momento en que ésta ocurre. Miike apuesta por la tragedia personal. Me pregunto, ¿era necesario? ¿Dónde está el Miike que huía de los convencionalismos? No lo sé (para entender esto sólo necesitas ver el primer episodio del anime). Pero en fin. No está mal, me parece una buena adaptación, el guion de Tetsuya Oishi consigue sumar y redistribuir los elementos del manga necesarios para construir un Live-action decente (para quienes conocen el anime o el manga) y una película de acción samurái dinámica, con su dosis de humor negro y misticismo… por otro lado, la historia de Anotsu y Rin son muy parecidas al manga, y por supuesto su la caracterización de todos sus excéntricos personajes. Obvio, el debate acerca de la vida y la muerte, el pecado y la redención que sostiene el manga se desdibujan a favor de un argumento directo y orientado a la acción… son 30 volúmenes publicados en casi 20 años… resumirlo en una película (e incluso en un anime), tarea complicada.

Es agradable ver como los elementos sobrenaturales de la historia dotan de libertad el filme, liberándolo de los códigos del cine de samuráis, subgénero conocido como chambara (onomatopeya que alude al sonido de la carne al ser rebanada), de modo que sin problema alguno podemos ver a Anotsu peleando con un hacha, los movimientos de combate son más caóticos, al igual que la forma de las armas, y por supuesto, esto va acompañado del toque humorístico-violento de Miike.

Acerca de los aspectos técnicos, me parece genial el prólogo en el elegante blanco y negro del que parte Miike, para, tras obtenida la inmortalidad, cuales gusanos en las venas revitalizando los tejidos del asesino, la imagen vira a color, en donde apreciaremos la vivida fotografía de Nobuyasu Kita, quien también trabajó con Miike en 13 asesinos y Harakiri, aún más estética que en esas dos películas, destacando la belleza de la naturaleza y el fulgor de la sangre (ríos de sangre) empapando la tierra. Los movimientos de cámara cumplen pasando de ajustados primeros planos a panorámicas para saciar nuestra curiosidad: contemplar el esplendor de la masacre. Los efectos especiales… pues… supongo que la intención no es que sean tan realistas, así que cuadran con la idea.

¿Qué hay del reparto? La actuación no es sobresaliente, pero así pasa con estás películas. Sin embargo, es bien tolerante y curioso reconocer a varios actores. Entre su reparto se encuentra Takuya Kimura, actor, locutor y cantante (tenía una banda de J-Pop)… dicen… es muy conocido, yo no tengo idea, nunca lo había visto; a quién sí: Sôta Fukushi, el lindo jovencito que protagonizaba torpemente (aun sus cualidades como actor no son buenas, pero es lindo) As the Gods Will (2014) de Miike, interpretando a un hierático Anotsu; Hayato Ichihara, a quien vimos protagonizando la disparatada Yakuza Apocalypse (2015) también de Miike; y Erika Toda, quien hace de Misa Amane en las películas de Death Note (2006) de Shusuke Kaneko y Shinsuke Sato (2016).

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Iván Roldán
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7
2 de diciembre de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable, aunque menos original de lo que espera, propuesta del director y escritor Jung Byung-Gil. Estrenada durante la sección Proyección de Medianoche en el Festival de Cannes 2017 junto a la también coreana The Merciless (2017) y la británica A Prayer Before Dawn (2017). Byung-Gil que en un pasado exploraba el cine documental con Actions boys (2008) y el thriller policiaco con Confession of Murder (2012), en esta ocasión se embebe en el cine de acción de los últimos tiempos (Hardcore Henry (2015) de Naishuller y TheRaid I (2011) y II (2014) de Evans), sin prescindir de los “clásicos” (Nikita (1990) de Besson, Kill Bill (2003) de Tarantino y la trilogía de la venganza finalizada con Sympathy for Lady Vengeance (2005) de Park Chan Wook), para ofrecernos un thriller de venganza un poco más romántico de lo que pudiésemos desear, y por supuesto, más cargado de sangre y asesinatos inmisericordes… esto último lo escribo por una escena relacionada con una explosión… aunque tampoco es para tanto, y es que así es el cine coreano, no le incomoda mucho mostrar o sugerir situaciones que al cine occidental sí (siendo más exactos, situaciones con niños).

Encauzando sus intenciones hacia el cine hongkonés de los 70’s y 80’s plegados de heroínas especialistas en artes marciales, The Villainess tiene su apertura en una secuencia de casi 7 minutos para ilustrarnos con dinamismo las habilidades de su asesina con una matanza en primera persona (a lo Hardcore Herny) en donde veremos caer un número incontable de mafiosos, apuñalados, degollados, tiroteados, etc. Un evento vertiginoso y colmado de acción (te sorprenderá si no has visto aquella película rusa, de lo contrario, quizá sólo te la recordará demasiado), con momentos casi calcados de Oldboy y una fuerte reminiscencia a The Raid, aunque más desternillante. Un extraordinario inicio para el espectador inexperto y aceptable para aquellos que disfrutamos de la violencia y el cine de acción. Debo confesar, no me sentí tan maravillado ni alegre hasta que le vi el rostro a nuestra diestra actriz-asesina. Ese abandono de la cámara en primera persona para ofrecernos otro enfoque no menos caótico me encantó.

Una enérgica apertura que pronto nos orientará hacía el cine de Luc Besson. ¿El motivo? La situación que describe la sinopsis. La joven asesina Sook-hee forjada desde las niñez para matar tiene una segunda oportunidad, que por supuesto, es bajo un acuerdo con la agencia que le rescato al menos si no de la muerte si de la prisión; y de este modo, aquella joven entrenada para matar ahora es entrenada para pasar desapercibida dentro de la sociedad y desde ahí hacer lo que mejor sabe: matar. Un elemento que para la agencia promete no sólo lealtad, puesto que aparentemente Sook-hee no tenía nada porque vivir al momento de ser reclutada, sino la mayor eficiencia. ¡Sin embargo! He ahí el error de la agencia. Los mejores soldados son los que nada tienen y nada temen, y es el momento en el que Byung-Gil diluye su filme de acción y suspenso en un entramado romántico y de afecto maternal, volcando sus intenciones sin ningún otro cause que la venganza, las traiciones y dejos de melodrama.

Agradable película. Quiero que eso quede claro…. Pero menos sólida de lo que esperaba. Me gustó, pero no tanto. ¿Sabes? Es el riesgo de apostar por dos géneros, no sugiero que son incompatibles, pero cuando uno te queda mal ensombrece al otro. Finalmente: es un promedio, no son independientes. El tema de acción y suspenso funciona. El tema romántico es bastante soso y predecible. Y por si fuera poco, The Villaines (lo comentaba antes), carece de originalidad enormemente. Que una película te recuerde Tanto otras no es bueno (no le encontré del todo “vida propia” al reciclaje). Otro aspecto no tan sólido es su afán por reiterar las cosas, peca de “auto-explicativa”, como si temiese que nos perdamos en densas conspiraciones de venganza y no atinásemos a sospechar del culpable correcto, insiste en que miremos el flashback más de una vez, llegando al final con menos contundencia (y aquí me recordó a otra película que no menciono por aquello del spoiler) y socavando el suspenso.

Técnicamente es genial. La fotografía y la edición, brillando en sus vertiginosos golpes de acción y en la velocidad del combate vehicular. Las coreografías sin ser tan grandiosas como en The raid lucen atractivas, y tiene ese gusto a videojuego que tanto gusto a muchos. En cuanto a las tomas en primera persona: se remiten por fortuna a la acción (no imagino un drama rodado en primera persona).

Un filme de acción que en sus dos horas, hasta en sus momentos más melosos y lentos (pocos), es capaz de mantener nuestra (mi) atención. Ganadora en el Buil Film Awards a Mejor Película y en el Grand Bell Awards, South Korea y en general muy bien recibida por la critica y el público. Se cuenta que en Cannes tras ser proyectada fue ovacionada por casi 4 minutos.

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Iván Roldán
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8
18 de noviembre de 2017
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima y frenética película representante del mumblecore y el cine indie. Si acaso no estás tan familiarizado con los términos (cabe mencionar que es muy delgada la línea que los separa) demos un repaso rápido: Sabemos, el cine independiente es aquel que está alejado de las grandes industrias, en consecuencia, su espectacularidad recae en el guion y el lenguaje cinematográfico, ensalzando la cotidianidad de sus personajes, generalmente parias de la sociedad. Con el tiempo la calidad de este cine es reconocida, y es creado el Festival de Cine de Sundance… y como es obvio: las grandes industrias deciden también hacer cine independiente, para muchos, perdiendo su esencia. Y es entonces que nace el mumblecore (el cine indie del cine indie), apostando por la naturalidad y el realismo (empleando ocasionalmente actores aficionados o personas que no son actores), cámara en mano, cuadros sucios, ruido, etc.

De ascendencia judía, Benny y Josh Safdie, son un par de cineastas nacidos en las calles de Queens y Manhattan, con una inquietud permanente por mostrar la decadencia ¿y por qué no? la calidez de los barrios neoyorkinos y sus habitantes menos favorecidos. Ya lo mostraban con su largometraje anterior (y debido al cual, la totalidad de su trabajo cobra interés): Heaven Knows What (2014), cual Christiane F (1981) de Uli Edel pero menos oscura, narra la destructiva vida de Arielle Holmes (gracias a los Safdie, en la vida real, pasa de indigente drogadicta a actriz desintoxicada) al filo de la heroína y el amor. Pues bien, Good Time (un título irónico) tiende más a la ficción que al retrato documental, mezcla del realismo Safdie y el género de atracos, resultando en un efectivo thriller de amor fraternal, protagonizado por Connie (Pattinson), un no muy avispado ladrón, y su hermano discapacitado mentalmente, Nick. Ambos hombres “hechos y derechos” de poco más de 30 años, y sin embargo, común al estereotipo del marginado que se crío en las calles (en este caso, bajo la dura mano de su abuela): dos hombres carentes de empatía, es como si fueran ellos contra el mundo. Ante la primera oportunidad, dispuestos a robar, mentir, golpear, destruir, puesto que el único amor (y confianza) es la que sienten uno por el otro, y en nada ni en nadie más.

Ficción en el sólo acto de crear una historia; realismo en el entramado y las decisiones argumentales de dicha historia; ficción a través de su abordaje frenético y secuencial (banco – hospital/prisión – casa – parque – edificio); realismo en las localizaciones y caracterización de sus personajes. Elementos unificados por la grandiosa fotografía de Price Williams, y desde aquí, no me espero al final de esto que escribo, menciono el trabajo alucinante de Pattinson, sumergido en una espiral nocturna de desesperación por recuperar a su hermano.

Cámara en mano con la constante del primer primerísimo plano, la película inicia pendiente de las facciones y gestos de un mentalmente vulnerable Nick. Estamos asistiendo a su evaluación psiquiátrica, en donde una vez el médico apenas ha obtenido un poco de información es interrumpido por la aparición de Connie. Opuesto a su hermano, su andar es ciclónico, impreciso. Desfachatado, doliente, protector, ansioso, torpe, oprimido, vacío, como si estuviese, más que enojado con la vida, aterrorizado y presto a huir no sin antes haber dado algunos zarpazos. Ése es Connie. Tóxico y leal a Nick. No conocemos el pasado de estos hermanos ni las circunstancias que les llevaron a robar, sin embargo, son… extrañamente creíbles, y la historia del crimen un mero pretexto para un examen más exhaustivo del amor fraternal disfuncional. Y no es chocante ni melodramático, sólo afectuoso, violento, y áspero pero jamás gratuito.

Y no sólo la historia es apreciable. Sino cada uno de sus personajes secundarios. Desde el psiquiatra asignado por el tribunal, a los oficiales, la adolescente afroamericana y su abuela, e incluso la novia de Connie (que bien podría ser su madre) interpretada por Jennifer Jason, a quien recordarás en Los odiosos ocho (2015) de Tarantino. Todos ellos personas ignoradas, unos humildes otros delincuentes en forma y otros sencillamente "viendo pasar la existencia". Otro gran acierto son las localizaciones, dibujándonos sus hogares y la urbanidad de este "mundo subterráneo". También es debido puntualizar la tácita crítica hacía los prejuicios sociales, muy superficial pero presente: raciales (las máscaras al atracar el banco), y de carácter marginal (el primer encuentro con la policía), y por supuesto, aunque menos sutil y más humorístico, al abuso de autoridad cuando Connie y Crystal ven la Tv.

Un filme bastante singular. Agradable. Desde su factura técnica que ya mencionábamos al principio: sus sempiternos primeros planos, herméticos y agitados, a su ambientación retro que nos recuerdan esos filmes urbanos como Taxi Drive (1976) y Dog Day Afternoon (1975)… y una banda sonora ideal: psicodelia electrónica a lo Tangerine Dream (ligeramente atorrante) coronada por la melodiosa colaboración de Iggy Pop y Oneohtrix Point Never.

Recomendable.

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Iván Roldán
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6
15 de noviembre de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ojalá los días tuviesen más horas o las semanas más días… o simplemente, tuviese la capacidad para organizar mejor mí tiempo…. ¡En fin! De manera más esporádica pero constante, ése es el plan, retomo la escritura del blog; y que mejor forma que abordando el Festival de Cannes del 2017, del total de filmes exhibidos intentaré conseguir y charlar por acá 15 de ellos, ya veré si más, porque también quiero abordar un número de títulos similar de los exhibidos en el Festival de Sitges 2017.

En cuanto al septuagésimo Festival de Cannes, cabe mencionar la buena aceptación que tiene el cine coreano, demostrada esta vez con la proyección de 5 películas (no son muchas, pero sí más que las rusas, alemanas, suizas, etc., la mayoría como bien sabes, son francesas –el festival es francés– y estadounidenses). Me agrada. Siempre el cine surcoreano nos da muestra de su preocupación estética y su particular inquietud artística. Esta vez los títulos son Okja, Claire’s Camera, The Day After, The Villainess y ésta, The Merciless.

Ganadora al Premio al Mejor Actor por la participación de Kyoung-gu Sul, en el Grand Bell Awards (el primero festival de cine surcoreano), The Merciless es la segunda película de Byun Sung-Hyun. Un thriller de acción criminal ambientado en la ciudad costera de Busan. Byun Sung-Hyun parte de una escena introductoria fantástica, en donde dos de estos criminales conversan sobre el paralelismo entre la gastronomía marisquera y el asesinato a sangre fría. Un comienzo violento cargado de cinismo y humor, que nos sugiere pensar que estamos ante una versión más oscura, desfachatada e inteligente del cine de gánsteres… Desgraciadamente no es así. No por ello deja de ser entretenida (hasta cierto punto) y divertida, sin embargo, el hecho de servirse de un entramado excesivo de clichés criminales, y el abuso de los giros argumentales, le restan puntos. Demasiado ambicioso tal vez.

Con reminiscencias a la hongkonesa Infernal Affairs (2002) de Chong y Mak… posiblemente no la recuerdes como tal, pero sí su remake protagonizado por Leonardo DiCaprio: Infiltrados (2006). El filme de Byun gira entorno a la relación fraternal entre el joven Hyun-soo y el veterano Kim Sung-han, la cual más que una relación, es una amistad surgida de la convivencia diaria en prisión, y la ayuda mutua para sobrevivir a la brutalidad de la corrupción y rivalidad carcelaria. En la superficie Hyun-soo es un joven insolente dispuesto a pelear con cualquier que se cruce en su camino, pero en realidad es un policía obligado por las circunstancias a permanecer en prisión por 3 años y ganarse la confianza de un importante miembro de la mafia coreana, Kim Sung-han. Quien más sabio y prudente, frío y calculador, no sólo logra hacerse del control de la prisión, sino que a su salida, tiene la intención de liderar su asociación criminal aunque para esto deba de traicionar y matar a su jefe.

A través del uso de flashbacks bien estructurados (aunque excesivos), The Mercilles funciona como un rompecabezas, en donde cada pieza revela más detalles, consiguiendo girar el argumento más de una vez. Un ir y venir de secretos compartidos y traiciones. Aportando con el tiempo mayor sustancialidad a sus personajes inicialmente incompletos, pero a su vez, cayendo en una insistencia tal por sorprender, que lo impredecible es predeciblemente impredecible. Restando por su puesto nuestro interés como espectador una vez transcurridos los dos primeros tercios del filme. Es uno de esos metrajes que a pesar de la acción y violencia pulsátil, te deja esa sempiterna sensación de que le sobra tiempo.

De modo que, en contra yace su ambición e intento por sorprendernos, y que finalmente resulta una obra dramáticamente conservadora, sin embargo es bien tolerable gracias al humor negro presente en la mayoría de las situaciones importantes. También al carisma de sus personajes, y a la actuación en específico de Kyoung-gu Sul; así como a sus coreografías dotadas de energía, la versatilidad de la cámara en ocasiones también desfachatada, la exquisita fotografía destacando la oscuridad portuaria y en sí, toda la tropelía de nuestros queridos traficantes de metanfetaminas.

En general, un buen trabajo de Byun Sung-Hyun, quien hasta entonces sólo había escrito y dirigido una comedia romántica y un musical. Sin duda, un filme que hay que ver si gustas del cine de acción y más aún del cine de suspenso “neo-noir coreano”.

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Iván Roldán
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