"Al Final De La Escalera" se inserta en el final de un periodo mágico para el cine de terror, que abarca desde finales de los sesenta y la década de los setenta (la película se rodó en 1979). De este mismo periodo son "La Semilla Del Diablo", de Roman Polansky (1968); "El Exorcista", de William Peter Blatty (1973) y "La Profecía", de Richar Donner (1976). Se trata, en todos los casos, de grandísimas películas, que sobrepasan su encasillamiento y que consiguen aterrorizar al espectador por la carga psicológica que aportan, por el miedo que las historias llevan implícito, por el juicio ético a que nos obligan, apartándose de los golpes de efecto llenos de sangre y de los sustos de las películas de terror al uso.

Curiosamente, las cuatro películas mezclan la infancia y el horror, lo que nos sitúa, comos seres morales, al borde el abismo. No hay calificativo para el horror y el terror que produce un niño capaz de asesinar a sus padres, encarnación del mal viviente, o el espanto que nos causa ver a una niña, en otro momento dulce y asustada, convertida en una fiera blasfema y malvada. Se trata de la ternura de la infancia destrozada, de la perversión de la inocencia, del espanto mezclado con la mirada infantil (en el caso de "La Profecía" esta expresión alcanza la literalidad). "Al Final De La Escalera" se aparta un tanto de esta temática, pero vuelve a ponernos en la obligación de contemplar a un niño, en este caso y para más dolor inválido, cuya vida es cercenada por el dinero y la ambición, pero que a fin de cuentas verá cumplida su venganza. Un niño cuyo rostro apenas veremos en la película, pero que será capaz de infundirnos toda clase sentimientos.

"Al Final De La Escalera", sin llegar a mi juicio al calificativo de obra maestra, que sí tienen las otras tres películas, es un film extraordinario en todos los sentidos. Quizá a su director le faltó rematar ciertos detalles de la obra para que la película se conviertiera en un clásico imperecedero. No obstante, George C. Scott está genial en su papel de músico atribulado que llega a una casa que guarda un oscuro secreto. Hay ciertos momentos (la bañera que se llena sola, la pelota que cae de las escaleras, la rotura del espejo...) que son capaces por sí solos de erizarnos los cabellos y que han sido copiados hasta la saciedad por posteriores directores menos talentosos.

Recomendable desde todo punto.

...puede que pienses que "Gomorra" es una buena película o, incluso, una gran película. Sin embargo, si has leído el estremecedor documento del periodista napolitano, seguro que pensaste: ¿van a llevar este libro al cine? ¿¡Cómo!?
El resultado es una película interesante, fría, desgarrada, con algunas escenas memorables, pero que arrastra una pesada losa: quiere justificar su título, el del exitoso libro, intentando plasmar muchos de los temas que se tratan en él, lo que trae como consecuencia una película deslabazada, a veces incoherente y cuyo argumento (si es que lo tiene, aparte de la historia de los dos muchachos) se difumina en escenas que no tienen demasiada fuerza dramática y que se convierte en un puzzle que cuesta trabajo organizar porque algunas piezas no encajan. Matteo Garrone quiere pintar un fresco del Nápoles camorrista (valga la redundancia) y se queda en un bosquejo borroso pero con algunos trazos brillantes.
Si te ha gustado la película, entonces lee el libro y te sobrecogerás aun más con el relato de Saviano, sabrás el porqué de las frases que cierran la película, qué hay detrás de la Camorra que se esconde en las calles de Nápoles, en las casas de la gente...¡¡Y bajo la tierra del sur de Italia!!

Lo mejor de la película: los tres niveles de lectura, las tres historias que se mezclan formando un todo, por una parte la historia en tiempo real, el investigador que empujado por el amor trata de buscar un remedio contra el mal que carcome a su esposa; la historia que ella escribió sobre el conquistador español y la reina (metáfora de su propia situación) y, por último, el cuento que se desarrolla en el interior del personaje masculino, la lucha filosófica y vital que acontece en su mente/alma.

No obstante, la película se hace a veces lenta y las tres historias podrían estar mejor engarzadas para conseguir un mejor efecto en el espectador. Hay un abuso del color dorado en la tonalidad de la fotografía que resulta excesivo. Jackman es extraordinario y Weisz excelente en su papel de mujer sensible y fuerte. Aronofski se arriesga y no sale mal parado. Pero queda la sensación de que podría haber sido mucho mejor, una obra maestra.

Oldboy no es una buena película, de hecho es una mala película. Y lo es por varias razones, quizá la principal de las cuales es su pretenciosidad. Una película mediante la cual el director nos está queriendo decir todo el tiempo lo cojonudo que es, una de dos: o el tío lo es y es capaz de mantener el pulso en todo el metraje, con lo cual la película se convierte en una obra maestra como El Padrino de Coppola, por ejemplo; o por el contrario el sujeto en cuestión, Chan-wook Park, no es ni mucho menos un genio y la película, a fuerza de querer ser un film magistral en cada maldito plano, en cada maldito diálogo, en cada maldita frase de la voz en off, se convierte en un plomazo insufrible que estás deseando que termine cuanto antes para poder dedicarte a otras cosas (a hacerte la cena, pongamos por caso).

Y eso es lo que le ocurre a Oldboy. Que a la media hora de película ya estás deseando que acabe el sufrimiento, que con los primeros planos ya sabes que el director te va a endilgar un anuncio publicitario de dos horas de duración y que encima pretende que te lo creas y que comulgues con su filosofía existencialista de medio pelo. La película resulta en todo momento artificial, no hay ni un momento de autenticidad verdadera. Como espectador no sientes nada, no te identificas con nadie. Es todo vacío y artificioso...El director está intentando siempre hacer época con su película, superar a los maestros, reuniendo un batiburrillo de imágenes que deben pleitesía a muchos talentos del cine actual.

Y ni siquiera el final te redime de un peñazo tan gigantesco, pues lo adivines o no lo adivines, ya sabes que lo que va a pasar es una rueda de molino que no te puedes tragar...

Canciones mal cantadas por actores sin gracia envueltos en números musicales que parecen diseñados por un coreógrafo aficionado y embriagado. Lo único que sentí fue vergüenza ajena y frustración. Y todavía hay gente que la califica de derroche de talento...Así nos va en el cine español. Si esto lo llega a hacer Holywood, algún miembro de la SGAE se hubiese quemado a lo bonzo; pero como el asunto lo ha perpetrado un director español con la colaboración de los medios y los poderes españoles entonces es una obra de arte. ¿Recuerdan el cuento de Andersen que se titula "El Sastre del Rey"? Pues eso...

Sólo se salva Paz Vega, cuya belleza y talento están a eones de distancia del resto.