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España España · málaga
Críticas de nachete
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Críticas 255
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de agosto de 2007
37 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mejor trazador de paranoias colectivas del siglo XX bordó otro brutal descenso a los misterios y anhelos de la psique humana en esta formidable película, una fantasía distópica en torno a la búsqueda de la felicidad trocada en claustrofóbica pesadilla dominada por entes superiores que parecen controlar cada palmo de nuestra existencia. Rostros amenazantes, bacanales en honor al dios Pan, droga en la bebida y corporaciones secretas puntean tan inquietante historia para que Frankenheimer la filme en plena posesión (febril) de sus facultades y su talento, completamente desbordado. De paso, Rock Hudson logra la mejor interpretación de toda su carrera. Un clásico a reivindicar.

Lo mejor: la alucinada dirección de Frankenheimer.
Lo peor: un final un poco previsible.
nachete
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7
27 de julio de 2007
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La forja de un héroe es un proceso complicado, y no tiene tanto que ver con las habilidades físicas del héroe en cuestión como con la fortaleza mental que presente. Fortaleza mental que atañe a la capacidad de elección, la estrategia, una concepción nítida del bien y del mal y un código de honor y lealtad justo e inflexible; en definitiva, un cómputo global de aquello que podemos llama sabiduría. En la filmografía del japonés Hiroshi Inagaki abundan muchos de estos héroes, pero donde encontramos una descripción más amplia y pormenorizada de su gestación es probablemente en su trilogía sobre Musashi Miyamoto, iniciada en 1954 y protagonizada por el inmenso Toshiro Mifune. No es casual que ganara el Oscar a la mejor película extranjera en su momento, y los motivos de dicha victoria los sitúo en su inteligente apropiación de ciertos modelos narrativos estadounidenses que no implican una renuncia de personalidad (hay mucho Kurosawa aquí, aunque ¿acaso no era Kurosawa el más occidental de todos los directores orientales?), cimentando su narración en un ritmo intenso, infatigable, y en una puesta en escena de una riqueza plástica asombrosa.

Samurai presenta un complejo entramado de relaciones humanas que actúan a modo de iceberg, ocultando más de lo que se ve a simple vista y de lo que ellos mismos están dispuestos a aceptar: amistad, amor, ambición…, sentires cruzados ante la arbitrariedad de los acontecimientos, pero sin llegar a perder de vista el sentido del humor ni precipitarse de lleno en las simas de la tragedia. Inicialmente, es un afán de fama y reconocimiento lo que impulsa a los personajes protagonistas al peligro de la batalla, para luego bifurcar sus trayectorias y enfrentarlos a sus propios anhelos y debilidades (los de la soberbia y los de la carne). Hay ecos de los Cuentos de la luna pálida y de Los siete samuráis, incluso del western americano, por eso de que los samuráis son el reflejo asiático de los pistoleros del Oeste, y es en esa amalgama génerica y estética donde halla su razón de ser la historia del aprendizaje de Takezo para acabar convirtiéndose en el temible Musashi Miyamoto. Por el camino se armará de valor, derramará sangre, aprenderá a desconfiar, encontrará el odio como recompensa a la amistad y forzará huidas imposibles cuando se vea Acorralado (¿vio Ted Kotcheff esta película?). Es parte de la formación, y como tal certifica el sentido último de una buena película de aventuras: el protagonista debe actuar y enfrentarse a mil y una adversidades, para en última instancia evolucionar, crecer interiormente y seguir su camino, incierto y enrevesado. Y es que nadie dijo que ser un héroe fuera algo sencillo.

Lo mejor: su intensidad.
Lo peor: quizás le falte algo de personalidad.
nachete
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8
17 de agosto de 2007
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo no se puede amar una película tan deliciosamente kitsch, tan malévola y superficial, tan rebosante de ideas demenciales y de puro genio como esta? Este es el cine que me gusta: un cine que va al grano sin prejuicios y ofrece lo que su póster promocional vende desde un principio: diversión y fantasía. Porque eso es Diabolik, una relectura sexy de Arsène Lupin pasada por el filtro del James Bond más imaginativo, una vuelta de tuerca a la figura del antihéroe que roba a los ricos no para dárselo a los pobres, sino para desperdigarlo en su lecho de amor junto a la increíblemente hermosa Marisa Mell (tengo que esforzarme para encontrar una escena más sugerente y genial que esta).

Pero Diabolik no vive sólo gracias a su ingenioso guión, la otra parte del león pertenece a su psicodélica puesta en escena, anclada en plena fiebre de un trip de ácido (memorable la escena del chute colectivo en el local del mafioso) o moviéndose plácida y sensualmente por una abrumadora paleta cromática mientras suena de fondo la música de Ennio Morricone, en un intento de enfrentar la Estética a la Ética (entendiendo la ética como la vía más adecuada para acometer un guión cinematográfico, esto es, atendiendo a factores “decisivos” como la evolución y profundidad de los personajes, la verosimilitud de los acontecimientos, etc.). Aquí todo resulta mejor cuanto más decorativo y descabellado es, porque su lógica es la del espectáculo y la del disfrute puro e infantil.

Por eso podemos decir que gana la Estética, al igual que gana el entretenimiento frente a la reflexión y el conflicto emocional/intelectual profundo. Esta joya es sexy, amoral, inteligente y casi surrealista, y si algunos críticos sesudos alzan condescendientemente la voz en clara actitud perdonavidas no hay de qué preocuparse, pues más alta se escucha aún la sardónica carcajada cómplice con que el bueno de Diabolik (al que siempre admiraremos y envidiaremos en secreto) despide la película.

Lo mejor: su absoluta falta de prejuicios.
Lo peor: que su feliz superficialidad genere injustas diatribas.
nachete
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8
21 de agosto de 2008
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Dickens son una bendición del cielo: insólitos, terribles, hermosos, complejos... Es decir, que el británico pone media película para que alguien con talento la complete. Si Cuarón la desbarató en su "modelna" adaptación, Lean la encarrila por la vía del gran cine, del cine clásico por perdurable, no por antiguo. Su folletín es un ejemplo perfecto de progresión narrativa, de puesta en escena y de depuración literaria. Habrá quien se mosquee por los cambios respecto al texto original, sin darse cuenta que dichos cambios no merman (en absoluto) el poder brutal del mismo ni su esencia, edificante, romántica y socialmente crítica.

Retorcida historia de pasiones y ambiciones, de sueños alcanzados y truncados, de ricos fagocitando a pobres (tan Dickens) y viejos amargados jodiendo a jóvenes aún con mucho que vivir, Grandes esperanzas cohesiona su multiplicidad de registros y acaba rompiendo la crisálida de un espectador que, primeramente interesado, y luego literalmente absorbido, se deja abandonar ante la hipnosis narrativa que el propio original literario ya inspirara en lectores de medio mundo. Lo hace con ritmo, grandes actores (de edades excesivas, cierto), lecciones de moral subversivas (aquí es la "mala gente" y las clases bajas los que ayudan a progresar en la vida, no los poderosos) y una limpieza descriptiva que sublima la misma carne de sus personajes, todos inolvdables.

Su riqueza visual, narrativa, su buen pulso y su mágico balanceo genérico (hay drama, gotas de comedia, incluso terror purísimo) hacen de esta adaptación una de las películas más brillantes de los años 40. En su emocionante discurrir, en su lenta revelación de secretos, en la tristeza legendaria de algunos de sus personajes (escalofriante Martita Hunt) alcancé un gozo que difícilmente encuentro en las películas que se estrenan actualmente. ¿Que ha envejecido? Me entra la risa. Yo la terminé de ver con los pelos de punta. Espléndida.

Lo mejor: la historia es fascinante, y Lean la traduce a imágenes magníficamente.
Lo peor: no cuelan Mills y Guinness de veinteañeros, ¿no?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nachete
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8
17 de agosto de 2007
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Las tres caras del miedo Bava se acerca a un territorio del terror clásico que ya había explorado en la extraordinaria La máscara del demonio. Basada en tres famosos relatos de dos maestros de la literatura clásica (Tolstoi y Chéjov) y otro que desconozco (Snyder), el italiano ofrece una amplia perspectiva de sus inquietudes estéticas y narrativas acometiendo su tríptico con una mirada que equipara formas y tonos para divergir en el germen del suspense y el terror. En “El teléfono”, por ejemplo, el miedo aparece de forma mucho más real y temible, a la vez que preludia el inicio del Scream de Craven y homenajea a Hitchcock en su milimétrico y engañoso desarrollo dramático y en su perverso sentido del voyeurismo.

Con “Los Wurdalak”, sin embargo, Bava se enfrenta a una tradicional historia de vampiros (eso son y no otra cosa los tal wurdalak) con el pulso firme y el gusto por el detalle que le caracteriza, y beneficiado por la asombrosa interpretación del inmenso Boris Karloff (que también ejerce de maestro de ceremonias de la película, todo un lujo). Desplegando una puesta en escena sencillamente insuperable (esa fotografía no tiene nombre) y un aliento entre trágico y poético que le añade charme a la narración, Bava logra filmar uno de sus trabajos más potentes y conseguidos, una historia sencilla que desborda los sentidos y subyuga como los cantos de esos seres sin alma que la protagonizan (amén de funcionar como bello homenaje a las pelis que la Hammer producía por aquel entonces).

El último episodio, “La gota de agua”, es el más terrorífico de todos. La historia la firma Chéjov, pero es muy Poe en su discurso sobre la codicia y la visión de los espectros como representaciones del remordimiento y la conciencia herida. Y es, ante todo, Bava al 100%: luces verdes que parpadean, pasillos largos teñidos de rojo, violeta y dorado, y pequeños signos de terror que desembocan en ese inolvidable y escalofriante final (pocas veces una aparición fantasmal había dado tan mal rollo). Una pequeña obra maestra.

Lo mejor: el ESTILO de Bava.
Lo peor: el primer episodio está un poco por debajo de los otros dos, quizás...
nachete
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