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Críticas de Razumikhin
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
El crítico
Documental
España2022
6,3
2.281
Documental, Intervenciones de: Carlos Boyero, Fernando Trueba, Antonio Resines, Icíar Bollaín ...
5
27 de octubre de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante documental sobre la figura más representativa de la crítica de nuestro país. Sirve para comprobar que la mayoría de la crítica profesional está al servicio de la industria subvencionada. Me temo que la crítica amateur tampoco se salva. Comprueben la cantidad de negativos que acumulan las primeras críticas que ponen mal una película de estreno en esta misma página.

En este mundo donde se vende todo, donde todo es válido y hasta magnífico, donde se exaltan películas de mierda solo porque se es amigo del mediocre director de turno, o por corporativismo odioso, aparece Boyero para decir lo que le sale de la flauta.

Boyero ha elegido pasar por la vida con su verdad por delante. Pasar de todo y de todos. Con un par.

Eligió ser un borracho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Razumikhin
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2
20 de marzo de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Te apasiona la cultura pop oriental? ¿Te gustó Battle Royale? ¿O Cube?.¿Seguiste el juego del calamar?

Netflix pone a tu disposición 2 productos:

Alice in Borderland: un espantajo japonés en el que te sentirás muy listo resolviendo fácilmente los puzles que tanto le cuestan al soso protagonista de la serie. Si llegas a la playa, corres el riesgo de sufrir una vergüenza ajena atroz. En personas muy sensibles, se han dado casos de derrames cerebrales, caprichosos ictus en todos los lóbulos. Nada recomendable este subproducto para otakus despistados. Auténticos titanes los que empiezan la segunda temporada.

Habilidad física 100: 100 coreanos y coreanas en excelente condición física. Un premio suculento y pruebas de fuerza, agilidad, velocidad, juego en equipo y cuidada planificación. Vergüenza ajena asegurada. Nada demasiado recomendable tampoco. Una especie de humor amarillo con cuerpos esculpidos y sudorosos.

Entre las dos, suman la puntuación dada. Live or Die. It's your choice.

Para pensar seriamente en desuscribirse.
Razumikhin
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9
15 de marzo de 2023
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
He quedado con Monsieur Clouzot en una cafetería de las afueras de Paris. Justo al otro lado de la Porte de St Cloud. Cuando llega, tarde, su cara de bruto no me inspira demasiada confianza. Trae con él un cartel que muestra el horror de lo que ha venido a proponerme. Entra y la música deja de sonar bruscamente. El pitido de una cafetera se eleva entre la cháchara habitual. Pido un pastis. Me traen whisky. Me gusta su color así que me lo bebo. Clouzot me tiende una nota escrita con tinta roja. Parecen apuntes para un libro de Poe. Leo lo siguiente:

Una furgoneta Citroën 2 caballos. Un internado para chicos. El director, la directriz y una amante. Un ojo morado. Un comedor atestado de pillos. Dos borrachines que saben latín. Un nutritivo pescado podrido. Un misterio. Un viaje por el infierno. Un juego entre Clouzot y el espectador.

¡Será flipado este Clouzot! Pienso divertida.

- Traga, me dice secamente el gorila sentado frente a mí. Clouzot me está mirando con los ojos muy abiertos. Ahora parece un pescado. Pienso en una novela de Maigret y en Philip Marlowe. Parece que esto va en serio.

- La presentación está muy bien pero ya veremos, respondo a su petición. ¿No tienes música? Esto parece cine dogma, añado tímidamente, bastante segura de que los apuntes rojos vienen con segundas. Clouzot no es trigo limpio y le pone precio al miedo. Acabo el segundo vaso como una autómata. Nada malo. No sabía que los franchutes hicieran buen whisky. Me piden otro vaso y sigo leyendo:

Suspense. Cine negro. Drama psicológico. Thriller. Angustia. Policíaco. Terror. Naturalismo. Maupassant. Le Horla.

- ¡Traga!

Clouzot me grita esta vez. Quiero levantarme y soltarle un guantazo. En vez de eso, me encuentro, obediente, bebiendo otro sorbo. Me da una arcada. Estoy mareada y enredada en su tela de araña. Es superior a mis fuerzas. ¡No es culpa mía!, quiero gritar. Hago un último intento por escapar de sus redes y digo con el hilo de voz que me queda:

- Va a ser imposible. No me convences. Las diabólicas son idiotas. ¿Por qué aguantan a un tipejo así? Protesto sin ganas mientras digiero la primera gran escena de la película. Tres días de luna de miel... Non.., non..., NON!

-No te preocupes. Déjalo en mis manos, lo tengo todo pensado. Voy a añadirle una escalera y un baúl enorme. Vas a ver. Me los suelta mientras me observa fijamente, como tomando medidas...
-Y unos quiméricos inquilinos, añade. Y una piscina, que siempre es sugerente. Más si está llena de mierda y el fondo no se ve. Y un tirachinas. Que lo lleve Monsieur Moinet.

-Todo esto suena muy críptico, Clouzot. ¿Acaso te crees Hitchcock?. El whisky me está envalentonando. ¿Y quién es Moinet? me atrevo a preguntar.

-Es un mentiroso, como yo, me dice suavemente Clouzot, colocando una mano gigantesca sobre mi hombro.
Me da un escalofrío.
-El final te va a encantar, me asegura, sonriente.

-¿No vas a tragar ahora que te mira todo el mundo?

Miro a mi alrededor. Clouzot tiene razón. La gente se ha girado hacia mí y me observan en silencio, como vacas curiosas. Tengo que tragar. Entonces, trago.

Elixir exquisito. Sabe a buen cine desde el primer al último minuto. Cóctel inclasificable que cumple lo que promete. Un viaje electrizante y pausado en busca del crimen perfecto. Un retrato del mal, desde el más concienzudamente cínico al más místico y pecaminoso, con tres actores en estado de gracia. Ambrosía cinematográfica. Pérdida de inocencia. Obra maestra. ¡Chapeau!

Cuando Clouzot me dice que no cuente nada de nuestro encuentro y se da la vuelta para marcharse, estoy temblando y empapada. La música vuelve a sonar, pero la cafetería ha cambiado. Los colores se han apagado. Un coro de niños me recuerda que estoy viva. Pero las risas suenan falsas. Las miradas son amenazantes o están vacías. Casi se puede sentir el olor a azufre que ha dejado tras él el diabólico maestro francés del suspense.

Siempre pierdo algo en mis tratos con Clouzot. Aunque no sé exactamente qué. Recuerdo vagamente haber firmado algo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Razumikhin
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3
17 de septiembre de 2023
28 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obras son amores y no buenas razones. Este sabio refrán confundió a la directora Jeanne Herry que habría tenido que renunciar a la obra de haberlo entendido prudentemente y antes de soltarnos su peculiar sermón, quiero decir, su peculiar drama carcelario. Sensu contrario, la directora nos machaca con tropecientas “buenísimas” y pesadas razones, bien cargadas de ideología progre francesa, para vendernos su espejismo carcelario, razones que son excusa para plantarnos una obra laudatoria y de parte que bien podría haberse ahorrado, en nuestra humilde opinión. Un coñazo tremebundo, para resumir y si quieren evitarse las largas explicaciones que siguen y que demuestran, más allá de toda duda razonable, la impotabilidad de la película.

Nacida en el 78, Jeanne es hija de la actriz Miou Miou, que aquí interpreta a una anciana atracada, ole ese detalle que tiene Jeanne con su mamá, lo aplaudimos sinceramente. Es también hija por parte de padre de Julien Clerc, un cantautor que hizo fama en los años 70, de los muy ñoños. Hay temitas suyos en Youtube, que no aplaudimos tanto. Julien y Miou Miou, Miou Miou y Julien (¡Cómo mola escribir y decir Miou Miou, qué bien suena!), ricos y famosos ya, los muy burgueses padres de Jeanne crían y educan a su hija en la muy desarrollada Francia de su época, son los treinta gloriosos. En los mejores colegios de París, entre vajillas de porcelana, sábanas de hilo, guitarras cantarinas, el humo de la pipa de Papá, los veranos en la costa azul, trajes de Prada y perfumes de Chanel en frascos de cristal, la directora, digo, una jipija pues de manual, se va haciendo mayor y sueña despierta con la felicidad. Nos da en la película mil y una razones para sentirnos felices. Felices cuando nos presenta unas chapas antológicas que gravitan sobre el vago concepto de reinserción mutua; siempre felices si nos arenga sobre la conveniencia indubitable del perdón y la reconciliación deseable entre víctimas y victimarios que ríete del concepto cristiano de poner la otra mejilla; felices finalmente, al soltarnos su utopía carcelaria, menos creíble que la teoría de la próxima llegada y conquista terrestre inminente por el muy malvado, hostil y no por ello menos inexistente pueblo de los temibles y feroces saturnianos arácnidos de las profundidades abisales de los océanos de Titán. Poco creíble, vamos. El film es menos creíble que el libro de JJ Benítez en el que afirmaba haber encontrado y recuperado el santo grial mientras paseaba por La Comarca, sí, donde los hobbits. Más falso y más perdido que un duro de seis pesetas dejado por un chorizo ateo en el cepillo de una parroquia perdida en Aldealpobre, provincia de Teruel. Un film feliz, eso sí. Felicidad que no falte. Felicidad desbordante para todos.

La justicia restauradora parece el concepto con el que quedarse, aunque no tenemos muy claro en qué consiste exactamente. La película tampoco nos lo explica y nos muestra más bien un estado de aplicación ideal e idealizado. A poco que reflexionen y si investigan un poco el tema, la idea fuerza sólo se sostiene en el paraíso creado exprofeso y para la ocasión, dentro de la propia película y es impensable o inaplicable en el mundo real, donde no deja de ser una extravagante y minoritaria ocurrencia de una Francia que parece querer olvidar su pasado y el de sus famosos presidios de ultramar. Una ocurrencia importada reciente y curiosamente desde las excolonias británicas: Canadá o Australia, esta última, destino final de los convictos británicos de peor ralea, curioso ejemplo histórico que imitar en materia penitenciaria. Una ocurrencia que cuenta con 12 empleados para toda Francia, como dato también curioso y orientativo. Ocurrencia que se puso en marcha para poner a raya y como rápida reacción ad hoc hacia un Sarkozy enloquecido, que tildaba por aquella época con soltura y naturalidad de “racaille”, un término muy ofensivo, que significa literalmente escoria a los jóvenes y multiétnicos criminales franceses, en la deriva autoritaria y racista que acabó tomando el exministro del interior y luego presidente de Francia. Con 800 y pico proyectos abiertos desde el 2014, en un país con 550.000 crímenes anuales, la política es un fracaso, sin medios, simple propaganda gubernamental y de partido. En la película, que es pura imaginación de la directora, pues, se nos presenta una cárcel de angelitos metidos con calzador donde todo es demasiado endeble, blandito y fantasioso. Los hijos de la “gauche divine”, en este caso, una hija, haciendo cine protesta social en plan documental, falsísimo documental, para que el mensaje cuele mejor, si cuela. Moralina sin moraleja. Forraje barato, pienso para engordar patos.

Y es que Jeanne nos toma por un palmípedo cualquiera (a mí me gusta imaginarme cisne, que para todo hay clases) y se dispone a hacer Foie con nosotros. Nos ponemos en posición y abrimos el pico. Nos van a meter una moralina purísima y lo sabemos. Hay que estar muy preparado. Hay que tener una cierta tolerancia también con el cine francés subvencionado que además triunfa comercialmente. Son drogas duras, muy peligrosas. Estamos acostumbrados a cine gabacho de festival, eso nos puede ayudar. La superioridad moral que nos caracteriza acompaña también. Dudamos a pesar de todo hasta el final de nuestra capacidad para resistir la gota malaya de humanidad inhumanamente falsa con la que nos tortura Jeanne. El cuello se nos va hinchando de humanismo new-age francés, que es si cabe más aterrador y agresivo en su estrategia de lavarte el cerebro que el original americano. Los franceses ya lo han hecho todo antes en materia de tortura, si lo piensan bien. La revolución, el terror, la guillotina. ¿Visualizan los pasos? ¿Su orden preciso? Pues esto es justo al revés. En vez de cortarte el cuello, te lo atiborran de comida basura hasta que te estallan las venas, se te salen los ojos de las órbitas y pierdes la voluntad. Sigue en spoiler por falta de espacio, sin desvelar muchos detalles del argumento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Razumikhin
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3
8 de enero de 2023
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha pasado ya casi un siglo desde la publicación en 1939 de diez negritos. Todas las versiones de la obra más conocida de Agatha Christie son entretenidas como mucho. La que nos ocupa también lo es (sólo si te la tomas a coña, requisito imprescindible para durar más de 10 minutos viéndola). Es un género que funciona indudablemente mejor leído que en pantalla, aunque no perdemos la esperanza de que se ruede algún día una nueva obra maestra. Buscando el grial de las adaptaciones de Christie o Conan Doyle, uno se traga productos industriales como éste. ¡Qué lejos queda ya “Testigo de cargo” (1957)!

Puñales por la espalda, el misterio de la cebolla es un popurrí de diez negritos y otro par de novelas de nuestra querida Agatha. Si las has leído (y son las más famosas), la cebolla se va ahuecando rápidamente y pronto nos quedamos sin misterio. De menú pues, una simple cebolla de cristal aliñada en exceso. Los cuchillos los queremos, los necesitamos para hacerle cosquillas como poco al genio del guionista, que en este caso coincide con el director del engendro. Un tal Rian Johnson que, si el mundo estuviera un poco menos loco, debería andar escondido allá por la Siberia rusa más recóndita, cual Mortadelo arrepentido.

Todo es excesivo, grandilocuente y exageradamente maniqueo. También risible, a veces gracioso. La película cae en una autocomplacencia que parece buscada pero que puede resultar irritante, con momentos de vergüenza ajena: los continuos homenajes al género detectivesco (y a otros) parecen impostados; las autorreferencias de la famosa plataforma N y sus gracietas internas aburren a las ovejas; el guion enrevesado, arrogante y tonto a la vez hace aguas prácticamente desde la llegada a la isla. Parece que quiere ser una parodia inteligente pero no acaba de convencer, se pierde en sus múltiples y mareantes guiños culturales. Los chistes de pedos que salpican el visionado tampoco ayudan. Una película que se queda claramente a medias. Mitad, quiero decir. Mitad quiero, mitad no puedo.

Los participantes en la excursión psicodélica planteada están todos sobreactuadísimos y parecen competir por ver quién lo hace peor. Armados con un guion disparatado y unas actuaciones que recuerdan vagamente a las de “Kárate a muerte en Torremolinos (2003)”, la lucha estará reñida entre el histriónico detective Benoit Blanc (Daniel Craig); Miles Bron, el millonario excéntrico que hace las veces de anfitrión (Edward Norton); o el bueno de Dave Bautista en el papel de famoso “youtuber”, o “twitcher” para los modernos (si hubiera sido un camionero que pasaba por allí tampoco habría pasado nada). En la categoría femenina pasa tres cuartos de lo mismo, quizá se salve Kate Hudson porque se conserva muy bien, más que por otra cosa... La amistad del elenco reunido en la isla es cuestionable (todo lo es en esta historia que abarca mucho y aprieta poco), pero la pandilla basura resultante tiene su aquél si te la tomas a cachondeo.

No sé, de todas maneras, no acabo de pillarle el tranquillo a esta nueva serie de detectives con actores famosos riéndose de sí mismos (el metalenguaje es bastante infantil). Lo que también es indiscutible es que la peli se pasa en un suspiro, y eso que se va a las dos horas largas.

Consigue hacerte esbozar un par de sonrisas...

Si no te importa que el acento belga de Hércules se haya transformado en un gorgoteo (¿pretenderá sonar escocés?) en la boca de Daniel Craig o que se parezca más a Espinete recién salido de la lavandería que a un brillante y estirado detective londinense, la peli te puede hacer pasar un rato agradable. Si buscas calidad y sin salir del territorio de la sátira, ponte la serie Sherlock o una de las de Peter Ustinov, que no están mal.

La segunda entrega continúa como acabó la primera. Con unas reglas hilarantes apenas esbozadas, pero con dos equipos claramente diferenciados que representan el bien y el mal en una carrera por hacer el mayor de los ridículos y que no se note demasiado. El premio: la gloria eterna o un Ipad (o una mariscada en Moscú con caviar y blinis o un bocata de chopped en cualquier Poblacho Desértico y Abandonado ¿Qué más da? … Si ya se sabe que Benoit va a volver a ganar y que Rian te la está dando con queso).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Razumikhin
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