La cámara de Mercedes Álvarez nos adentra con suma paciencia y cuidado al mundo de las ferias immobiliarias, los comerciales, los brokers de la bolsa, los gurús del éxito empresarial y demás especuladores y timadores; son vendedores de sueños, de lo invisible, de lo que no está y, como es el caso de los bungalows paradisíacos, no hallaremos nunca.

Nos muestra estos mundos con ritmo pausado, dejando que vayamos uniendo poco a poco lo que vamos viendo y escuchando. Con un equipo reducido, sin focos de iluminación, se acerca a sus trabajos de comerciales, ejecutivos, brokers. Pero el montaje tiene siempre una intención. En la película de Mercedes Álvarez se convierten en personajes ridículos dentro de una escena, la capitalista, donde los ridículos parecemos el resto. Son actores del mercado. Venden humo.

En oposición a ellos, la directora se va al mercado. Donde empezó todo. En concreto, al de Los Encantes de Barcelona. Conocemos a don Jesús, señor viejo, con barba larga y blanca, que no vende nada. Los objetos están allí, son visibles, chatarra, en medio de la cual vemos jugar unos gatos, pero don Jesús que permanece sentado no quiere vender los objetos que tiene.

El tránsito de un mercado a otro, de unos objetos a otros, de las personas que mercadean con ellos, es el acontecer del documental. Una voz en off hilvana una trama que recorre los años de crisis económica. Se trata de una crítica al capitalismo, pero también un ejercicio del arte de la memoria, citando al poeta griego Simónides de Ceos.

Como ocurría en su anterior film, el recordado "Brokeback Mountain", Ang Lee pone en pantalla una historia harto conocida. Aún sin las referencias explícitas a films de 1941, como "Suspicion" de Hitchcock o "Penny Serenade" de George Stevens, la película del taiwanés Ang Lee, ambientada en la Shanghai de 1942 ocupada por los japoneses, desprende el aroma del cine clásico de Hollywood.

Como en esa historia de amor entre vaqueros, decíamos, no importa tanto el "qué" como el "cómo" se cuenta el relato. Por lo tanto, el metraje de 4.306 metros va ligado a cierto clima emocional que acompaña el curso de la película; no tendría sentido a mi modo de ver pedir un recorte en su duración. Creo que la historia queda sujeta a ese clima emocional, a esa contención reflejada en los primeros planos de los rostros de sus dos protagonistas (Tony Leung y el "alter ego" de Ang Lee la actriz Tang Wei).

Si el espectador es capaz de sumergirse, es posible que pueda reparar en esos detalles harto significativos (el carmín de labios en la taza de té, los cigarrillos que se fuman, el juego del majhong, la lluvia, el anillo...) que convierten "Se, jie" en una experiencia sensorial reconfortante. Una película de bella factura que reafirma Ang Lee como un realizador especializado en trasladar al cine relatos escritos por mujeres (Jane Austen, Annie Proulx o, ahora, Eileen Chang).

Cuatro actores y un piso. Un bloque de pisos en Seseña. Municipio de la provincia de Toledo, a 36 kilómetros del centro de Madrid, icono de la burbuja inmobiliaria. Un pueblo fantasma. He ahí donde se ambienta el primer largometraje de Pau Teixidor.

Rodada en diciembre de 2013, con un presupuesto de 200.000 euros, "Purgatorio" es un prometedor debut que se mueve entre el género de terror y el drama psicológico. Como si el director hubiera querido introducirse en el genero, con sus claves reconocibles, para luego adentrarse en otras tortuosidades. Una atmósfera conseguida que aporta el tono necesario para este «Érase una vez en Seseña». Se saca todo el jugo de los pasillos, del rellano, de las escaleras de este bloque de pisos fantasma y de los detalles más nimios como son los sonidos de los timbres, las alarmas, los móviles.

El argumento es simple: una mujer joven acepta cuidar el hijo de doce años de su desconocida vecina. A partir de este sencillo planteamiento se sugiere más que no se ve. Se huye de la película de género convencional y toma un rumbo casi mágico, velado. Dentro de un terreno en el que ayuda, y mucho, la interpretación de Oona Chaplin en el papel de la mujer que queda sola en un fantasmagórico piso de Seseña. Lo que me interesa particularmente es el tema que encarna el personaje de Oona y el diálogo que establece con el Otro. Es una mujer rota y encerrada entre cuatro paredes (véase la Deneuve de "Repulsión", la Deborah Kerr de "The Innocents" o la Kidman de "Los otros").

Con una actriz apellidada Chaplin en el reparto, en su primer papel protagonista en cine, el de Pau puede llegar a tener también un nombre entre los muertos. Del purgatorio al paraíso.

Esta película de John Ford, con guión de Frank S. Nugent, parte de un hecho real acaecido el dieciocho de diciembre de 1860 que parece ser inspiró a Alan Le May en la redacción de su novela titulada "The Searchers", a partir de la cual se elaboró el guión de la película que conocemos como "Centauros del desierto". Pues bien, sin lugar a dudas se trata de un referente cinematográfico que ha influído, sin ir más lejos, a Wim Wenders (cuyo film, "París, Texas", seguramente no se puede entender del mismo modo sin el film de Ford).
Dicho esto, al referirme a "Centauros del desierto" no puedo dejar pasar mis impresiones una vez cerrada la celebrada puerta. "¡Qué capacidad más asombrosa para convertir un episodio de exterminio de un poblado comanche en una acción heroica de repatriación de una hija perdida!"

Escribió Marlon Brando, actor estadounidense: "John Wayne probablemente causó más daño a los indios que el general Custer en toda su vida, al proyectar la imagen estúpida de un blanco valiente que lucha en la frontera contra los salvajes ateos. Hollywood necesitaba malos, y los indios pasaron a ser la personificación del mal."

Cuando uno termina de ver alguna de estas películas de la llamada Escuela de Barcelona, como "Biotaxia", piensa que las hicieron al salir de ver Antonioni, Bergman, los films de la Nouvelle Vague, etc. en las salas de arte y ensayo de finales de los años sesenta. Y es que Núria Espert, la actriz elegida para representar ese personaje de mujer, "creado en una tarde de borrachera por los barrios del puerto de Barcelona", bien pudiera ser el rostro de Monica Vitti, Jean Seberg o Anna Karina por las calles de París. Pero es Barcelona. La Barcelona de Gaudí. Y el tedio.

La película que gustaría hacer por esa época.