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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Charly Barny
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Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
7
7 de marzo de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Paul Getty fue el hombre más rico del mundo durante el siglo XX. Su fortuna superaba los 1000 millones de dólares y básicamente se encontraba invertida en acciones de empresas, arte y antigüedades que ahora pueden apreciarse en el Museo J.P. Getty de la ciudad de Los Angeles, California, Estados Unidos.
El 10 de julio de 1973, una banda de delincuentes secuestró a su nieto de 17 años, John Paul Getty III, en la Plaza Farnese de la ciudad de Roma. El muchacho capturado fue llevado a Calabria, en el sur de Italia, donde permaneció privado de su libertad hasta el 15 de diciembre de 1973, cuando fue liberado previo pago de un rescate de 2,2 millones de dólares, exactamente la cantidad máxima que el Sr. Getty podía deducir de impuestos. Un mes antes de su liberación, los secuestradores habían cortado una oreja del muchacho y la enviaron por correo a su madre.
El veterano Ridley Scott, autor de películas de culto como la saga de Alíen y la famosa Blade Runner, toma el prolijo guión de David Scarpa sobre el hecho policial y lo transforma en imágenes, dándole un ritmo sostenido que narra paralelamente las frías relaciones familiares de los Getty, en particular la confrontación entre la nuera y su famoso suegro, en medio de los pormenores del secuestro. En esos casi 6 meses, no solo se discutió el precio de un rescate sino también un entramado de relaciones basadas en el más puro materialismo.
Scott, navegando entre la descripción costumbrista y el policial, agregando un fuerte sentido de humor inglés tendiente al absurdo, da vida a esta obra que parece confrontar racionalismo contra sentimiento. Es que el Sr. Getty se niega a pagar el rescate, sintetizando su pensamiento en una frase que se volvería famosa: “Tengo 14 nietos. Si pago sólo un centavo por un nieto, entonces tendré 14 nietos secuestrados.”
Hechos reales convenientemente dramatizados, dan lugar a dos grandes actuaciones de Christopher Plummer como el Sr. Getty y Michelle Williams como su nuera, desaprovechando a Mark Wahlberg como jefe de Seguridad del multimillonario que está absolutamente demás en la trama. El enfrentamiento entre madre del secuestrado y el abuelo del mismo marca una relación que constituye un enfrentamiento entre el sentimiento y la materialidad, el mundo de los afectos, las emociones contra el universo del dinero y la codicia. El anciano es un hombre que no vive rodeado de sus 14 nietos sino que lo hace solitariamente en un castillo rodeado de sirvientes en el que acumula objetos y obras de arte, todo aquello que no puede ser cambiado por amor sino por dinero.
Está claro que la vida no tiene precio. Pero la situación planteada permite preguntarse, por ejemplo, ¿Es el personaje principal un avaro o tan solo un capitalista? ¿Para qué sirve el dinero? ¿Cómo se distribuye el ingreso? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Es necesario pasar toda una vida acumulando capital? Algunas de estas preguntas las responde las propia ciencia económica, otras la religión, alguna otra, el sentido común. La película las deja planteadas para que cada espectador saque sus propias conclusiones.
Por otro lado, visto de esta manera el film parece poner sobre el tapete cuestiones cada vez más actuales. Caído el muro de Berlín hace ya casi 29 años, cabe preguntarse si el triunfo del mundo capitalista sobre el mundo comunista ha conducido realmente a millones de personas a un mejor estándar de vida. Y si es así, ese bienestar refiere a lo puramente económico o es una mejoría que ha llegado vía una mayor libertad personal para las personas, entendiendo como libertad la de moverse libremente a través del mundo y decidir absolutamente sobre la propia vida. O en su defecto, acaso ha sido un retroceso.
No estamos ante lo mejor de Ridley Scott, pero la película deja verse, es entretenida y plantea cuestiones interesantes y actuales. El film carece de equilibrio entre la dramaticidad de los hechos narrados y la particular visión, la frialdad de un hombre de negocios que parcializa y empuja la simpatía del espectador hacia la parte más débil del conflicto. Este enfrentamiento desigual obviamente desnivela la objetividad, caricaturiza y deshumaniza al personaje principal. ¿Acaso los ricos, no son también humanos?
Charly Barny
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8
26 de febrero de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de dibujos animados realizada en Polonia, con la colaboración de más de 100 dibujantes franceses e ingleses, que indaga sobre los motivos de la muerte del pintor Vincent Van Gogh a la vez que presenta un perfil del mismo.
Auténtica obra del cine de arte, su trama desarrolla una investigación de tipo policial, dotando al film de un sostenido interés y suspenso en su tercio final, presentando a Armando Roulin, hijo de su mejor amigo, Joseph Roulin, un archivista de la estación de ferrocarril de Lambesc, Francia, como una especie de investigador privado que no cree en el suicidio del pintor.
De esta manera, el film recrea la pobre vida de Van Gogh, y sobre todo sus últimos meses antes de su muerte, mostrando la indiferencia general ante una obra que más tarde y después de su muerte, se convertiría en un antes y un después en la historia del arte, dando comienzo a lo que ahora llamamos el Arte Moderno.
Los dibujos animados que observamos en Loving Vincent tienen absolutamente el estilo inigualable e inconfundible de Van Gogh. Su obra fue el reflejo de su vida: los lugares que visitó, la gente que conoció, sus amigos, y sobre todo los campos en Auvers-Sur-Oise, al norte de Paris, en Francia. Su pintura se caracterizó por la pincelada de trazo grueso y corto, la utilización de colores claros, y la acentuación de las líneas. Ahora, y para la película, esa misma técnica es recreada a través de miles de fotogramas pintados al óleo, a mano y pasados a una computadora dando la impresión de movimiento para recrear los meses finales de su vida. Es decir, la película luce en cada escena con la misma mirada y estilo que pintaba el propio Van Gogh. Una maravilla técnica cargada de humanismo que constituye un gran homenaje al pintor, cuya visión produce un gran placer estético no exento de una gran emoción.
En relación con la humilde vida del pintor, una existencia llena de sufrimientos espirituales y corporales (sufría una enfermedad mental: depresión para unos, epilepsia para otros), que no le impidió realizar una obra de 1600 dibujos y 900 pinturas de las cuales solo pudo vender una sola sumergiendo su vida en la pobreza y reflejando la misma en la austeridad de sus cuadros.
Su obra solo fue reconocida después de su muerte y marca un antes y un después en la Historia del Arte.
El film, una coproducción polaca-inglesa fue dirigido por Dorota Kobiela y Hugh Welchman. Dorota es una directora polaca especializada en cine de animación proveniente de la Escuela de Cine de Varsovia, habiendo realizado anteriormente 5 cortos siendo Loving Vincent su primer largo. Hugh Welchman tiene una dilatada carrera como productor en cortometrajes de animación.
Charly Barny
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7
4 de mayo de 2019
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Metáfora cruel sobre una sociedad enferma (la Argentina), la dupla guionista Duprat – Cohn (El Artista, 2008; El Hombre de al Lado, 2009), El Ciudadano Ilustre 2016, La Obra Maestra, 2018) vuelve a unirse para construir un guión impecable sobre la realidad que vivimos.
La oportunidad hace al ladrón dice el refrán. Ciro, un ladronzuelo de pasacasetes, magníficamente interpretado por Peter Lanzani, ve la oportunidad de un robo en un auto estacionado en una calle de un barrio de Buenos Aires. La calle está desierta, no hay nadie a la vista. Ciro se acerca sigilosamente a una camioneta y con suma habilidad y destreza abre la puerta. De la misma manera opera para extraer la radio pasacasetes. El robo esta consumado. No ha pasado más de dos minutos dentro del vehículo cuando intenta huir con su botín. Sin embargo, no puede hacerlo. Un mecanismo de protección le impide su salida. Ciro queda encerrado en la camioneta.
El film, dirigido por Cohn, se transforma en la historia de la pesadilla que comienza a vivir el ladrón. Es la historia del ladrón burlado. Encerrado en el auto, mecanismos de protección activados le impiden la salida y el escape. La película se transforma, entonces, en un verdadero masterpiece sobre el encierro.
De hecho, Cohn encierra a Lanzani dentro de una 4 x 4. Durante más de una hora de película que equivale a aproximadamente 3 días de encierro en el film, y con una habilidad digna de todo elogio logra atraer la atención del espectador sobre cada detalle de lo que le pasa al ladrón sin perder nada de tensión ni interés en lo que está narrando. Room de Lenny Abrahanson (2015) y Panic Room de David Fincher (2002) pueden ser modelos de este film argentino que posee sus propios méritos.
El film es todo un desafío, tanto para el Cohn, como director como para Lanzani, como actor, cuya actuación sin lugar a dudas es consagratoria. Cohn logra mantener la atención permanente durante esa hora de encierro, de aislamiento en la que el ladrón solo toma contacto visual con la realidad que lo circunda donde unos vidrios polarizados lo vuelven invisible. Nadie lo ve. Nadie puede ayudarlo.
El trabajo de Cohn es minucioso. Sigue al actor desde diferentes ángulos que no solo muestran una destreza fotográfica notable sino que contribuyen perfectamente a la situación de desesperación por el encierro, la falta de comida y sobre todo de agua que van mellando la fortaleza del ladrón.
Hasta aquí, como ejercicio de estilo, el film ronda los 10 puntos. Pero la situación se vuelve insostenible y en consecuencia los guionistas deciden liberar un poco de presión y distender la trama. El film comienza a caer porque cuando la ficción se torna realidad, la dupla Cohn – Duprat se asusta de lo que han construido y aparece la idea de ajusticiamiento por mano propia.
El fantasma del ladrón carilindo como víctima de una sociedad injusta e insensible se instala en la pantalla. Por lo tanto, el film bira violentamente y ensaya un final políticamente correcto que tranquiliza a toda la audiencia pero que sin lugar a dudas no parece dar la solución al problema social que describe dado que ni la cárcel ni la puerta giratoria de la justicia son soluciones a una sociedad que continua siendo incapaz de generar bonanza y vive de espaldas al delito.
No obstante, en resumen, es un film cinematográficamente notable. Un ejercicio de estilo impecable. Actuaciones de Lanzani y Brieba memorables. Un guión bien escrito e interesante. Una puesta de escena riesgosa y bien resuelta. Y un final que deja un sabor a poco, que parece de otra época donde reina lo naif.
Charly Barny
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6
22 de junio de 2018
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La investigación conduce a una oscura madeja de intereses donde la cuestión es la trata de blancas, es decir el comercio ilegal de personas con propósitos de explotación sexual y trabajos forzados a nivel internacional. Este quizás sea el punto más flojo de la trama toda vez que no se necesita ir tan lejos para ocuparse del tema, pero es ciertamente funcional a los intereses de una coproducción en la que intervienen producción y actores españoles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charly Barny
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8
19 de noviembre de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre el documental (el incendio de bosques) y la ficción (un pobre piro maníaco que acaba de salir de la cárcel y que va en busca de su madre) ocurre este drama en la Galicia más profunda en las sierras cercanas del límite con Portugal. El film es una cruel parábola sobre la culpabilidad de un individuo que es acusado por su pueblo por la sola existencia de sus antecedentes policiales. El film es visualmente deslumbrante pero encuentra sus costados más débiles en su faz narrativa, descuidando la historia de su protagonista.
Charly Barny
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