Pues esto es que Zhang Yimou va, llama al Tony Scott, se van los dos de farra, y así acaba el chino, dirigiendo un esperpento mientras estaba enganchado a "Pasión de gavilanes" (y a lo que le pasaba el hermano de Ridley, claro).

Al parecer sólo hay elogios para el apartado visual. Bien, Yimou ha filmado obras que tienen un apartado visual impactante, como "Hero", "La casa de las dagas voladoras" o "El camino a casa", todas ellas magníficas y un placer para la vista. Ahora se pasa de la raya, y le sale un engendro de colores chillones que hacen parecer una fiesta del orgullo gay pasada por la mayor fumada del siglo; unos tonos dorados acentuados por una fotografía que hace que los actores de esta atrocidad se conviertan en los que se han fumado todos los porros (ahora los chinos sí que son amarillos, sería el malísimo chiste); y unos decorados, en general, más artificiales que la inteligencia del robot Emilio o de Aramis Fuster. Toda una tortura para la vista, sin duda alguna. Quedarse ciego viendo este engendro es totalmente plausible, más peligroso que "Pokemon". Si Takashi Miike vuelve a dirigir otro film con torturas, le aconsejo que al torturado le pongan esta peli sin que pueda cerrar los ojos, como en "La naranja mecánica". Eso sí que sería pavoroso.

Aparte de eso, tenemos una banda sonora de pasacalles, unas interpretaciones ídem, en las que lo único remarcable son los estrujados bustos de las intérpretes femeninas, que parecen a punto de reventar (no ocurre nada así, por cierto), y un maquillaje que llevan todos, mayor que el de los zombis del "Dawn of the dead" de Romero. Y ya, como colofón, una historia para la hora de la siesta en Antena 3, solo que poniendo nombres chinos cortos como Wan o Jai en lugar de Luis José Alberto y cosas así. Y se supone que es una peli de chinos que hacen kung-fu, así que también tenemos batallas, ridículas hasta decir basta, en las que no sabrás si estás viendo un filme épico o "Noche de fiesta", porque vaya vergüenza. Lo más cercano a la lucha es la que tendrán tus ojos por evitar cerrarse. Y luego están los ejércitos: unos soldados que acaban de salir de un salón del manga y se han dejado puestas las armaduras de oro de los caballeros del zodíaco; ninjas que incomprensiblemente van de negro azabache, cuando sólo podrían pasar desapercibidos usando el vestido de la Carmen Calvo en la gala de los Goya; y la realeza, con unos trajes pertenecientes a los antecesores del entrañable hombre del millón de dólares, cuyo único cometido es dejar ciego a sus enemigos (y bueno, a cualquiera que le mire). Y lo cierto es que poco más hay... escenas patéticas a cientos, momentos buenos con los dedos de una mano los puedo contar... y me sobran.

Vamos, que es como el Zhang Yimou de "La casa...", pero tan exagerado que da asco, y mil veces más somnífero (amén de la patética historia que nunca te tragas de Venezuela, pero aquí te lo meriendas porque hay ojos rasgados).

La jenga (al Google si no se conoce) es un juego la mar de simple, pero no por ello es menos entretenido. Al contrario, es entretenidísimo y tensísimo. Es un juego que es lento, puedes tardar una eternidad para sacar una pieza de la estructura, pero no por ello es carente de ritmo. En realidad, el ritmo es vertiginoso. Cada vez la cosa va a mejor, se vuelve más tenso, y en el momento menos esperado… ¡plaf! La torre se desmorona, y el que ha perdido tiene su esfuerzo en un estado de latencia. Así que, tras una discusión, se acaba el juego porque después de que se desmoronara todo por un acto de descuido tremendo, se acaba el juego.

Con "Alta Tensión" pasa algo parecido. El argumento es muy simple, pero el filme es increíblemente entretenido y tenso (el título es acertado). El ritmo puede ser algo lento, las escenas se alargan mucho. Sin embargo, el tiempo se pasa volando, no hay tiempo para aburrirse y todo parece más rápido de lo que en realidad es. Todo va cada vez mejor y… ¡plaf! Todo se desmorona por culpa de los malditos y tan de moda, abominables giros sorpresivos, que en esta ocasión irrita hasta el punto de provocar sarpullidos por lo innecesario, inverosímil y mongoloide que resulta. Una moda tremendamente asquerosa que se lo carga todo. Y claro, arreglar lo que acabas de destrozar es muy duro, así que se meten unos minutillos que dan hasta asco por lo mal resueltos que están, y fin. Te quedas pensando en la cagada que han cometido y lo bien que lo podrían haber resuelto todo si no se hubieran comido el coco en ese momento de lucidez extrema.

Así que sí, muy tenso y muy bien realizado, pero mejor si, al verla, lo dejas a 10 minutos o así del final. El resultado es mucho mejor, más simple, menos incoherente y deja mejor sabor de boca.

¿Por qué siguen gastándose millonadas en este tipo de productos, si Jack Kevorkian creó un aparato que ya cumplía esa función? Si esto es arte, también lo es lo que acaba en el váter después de que me tome un bol de cereales con mucha fibra.

Ladrillo más aburrido que una clase de filosofía con un profesor al que no le guste su trabajo, se le pueden buscar muchas explicaciones al sinsentido que es esta tontería. Claro, que si el propio Lynch dijo no tener ni guarra de lo que significaba el final, yo doy mi explicación propia: una tomadura de pelo más grande que el Pirulí. Se le pueden seguir buscando pies al gato, hasta que uno se dé cuente de que no es un gato, sino un gamusino.

Que sí, que sí, que las imágenes son muy hipnóticas y su música también. Son tan hipnóticas que caigo en un sueño muy, muy profundo. Por mucha escena lésbica que haya, también las hay en las pelis porno, y no por ello me parecen una maravilla. Recomendable verla fumado, si eso.

El hecho de ver esta peli en sesión doble junto a "Pink Flamingos" (sí, fue una forma cojonuda de completar el día, ¿verdad?), me hizo darme cuenta de que era más penosa de lo que parecía a primera vista, por lo artificial de su contenido.

Como la anteriormente mentada, lo único que se quiere mostrar en la peli es una colección de momentos grotescos que provoquen el vómito. Lo único que ésta está disfrazada supongo de crítica social o alguna gilipollez de ésas, salpicadas con frases delirium tremens que pretenden ser filosóficas o algo asín, pero que son únicamente un remedio contra el estreñimiento. Y qué voy a decir, pero falsas escenas de sexo pedofílico y homosexual (al mismo tiempo), no me provocan el vómito. Asco y vergüenza sí que me dan, al ver que bazofias aburridísimas como esto son 'lo mejor de lo mejor'. Y un banquete de bodas coprófago tampoco me provoca el vómito. En realidad, lo delirante de la situación me sume en una sonora carcajada (involuntaria). Y las torturas pues lo mismo, es como "Hostel" pero con menos medios y por lo tanto, menos látex. No me lo creo en ningún momento, ni las masturbaciones, ni las mierdas devoradas (bueno, esto en algún que otro momento sí que me lo llegaba a creer), ni las escenas de violencia. Y si no me lo creo, pues no me asusta, ni me repugna, ni nada. Sólo veo un aburridísimo espectáculo (con unos bonitos exteriores, eso sí, aunque sólo se ven durante los primeros 10 minutos).

Recomendable como sustituto al discursito de Juanqui durante la cena de Nochebuena. No os dejéis nada en el plato, ¿eh?

El hecho de hacer remakes suele ser algo puramente comercial y sin sentido de intentar mejorarlo. Hacer remake de un slasher suena esperpéntico. Fotocopiar un clásico que ya ha sido copiado en infinidad de ocasiones es para irse patas abajo. Rehacer una peli que ya era genial tal y como estaba, y que no necesitaba nada más, que no ha envejecido un ápice, pues... es de cirrosis quística.

Y tras ver el remake que ha hecho el sobrevalorado de Rob Zombie (que me parece muy bien que sea fan del terror de serie B, pero eso no me dice nada de él como cineasta), cuya mejor obra es un falso trailer de 2 minutos o menos, y que lo salva sobretodo Nicolas Cage, pues... me reafirmo. Se ve que la planificación de la peli se hizo con todos hasta arriba de coca, y claro... el sentido del tiempo se va a tomar por culo. Mayormente, el prólogo de los huevos, que se resume en que el chaval está como una puta cabra y acaba transformado en una bestia diabólica, te dura casi la mitad de la peli, y encima es aburrido de narices. Luego lo que debe ser el elemento principal (uséase, el Myers cargándose a la peña con sus dosis de tensión y tal), es una maldita fotocopia en plan resumen de la peli original. Vamos, cagada total. Aparte de eso, hay unos cuantos diálogos en plan "Death Proof" «Polla para ella, polla para ti», y un final que dan ganas de echar el desayuno por todos los poros.

Vamos, la tensión desaparece como después del mejor masaje, hay más sangre que ciertamente no escandaliza ni a Carmen Sevilla, hay un intento de profundización en Michael Myers, que acaba por hundirse en un pozo de mierda gigante, y diálogos anodinos. Y ni siquiera acierta al fotocopiar la original, porque quita lo mejor, es decir, los interminables momentos de rechinar los dientes hasta que se te choquen las encías. Por lo menos la banda sonora de Tyler Bates no está mal y ayuda a crear tensión, aunque no alcance la grandiosidad de la del Carpintero, y la peli parece eso, una peli, y no un maldito videoclip con flashes por todas partes. Pero eso sí, personajes estúpidos con diálogos sifilíticos, a cientos, sólo se desea que mueran todos, incluido el antiguo drugo Alex.

Ah, y se podría decir que hay final sorpresa (oh, sorpresa).