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Críticas de Antonio Morales
Críticas 1.537
Críticas ordenadas por utilidad
4
5 de abril de 2017
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emilio Romero fue un falangista mejor periodista que escritor, falangista y no franquista pero integrado en el régimen, con ideas ultra conservadoras, de buena pluma para la crítica y acerada ironía para el verbo. Llegando a ser el gran patrón de la prensa del movimiento, nunca olvidaré cómo era ensalzado por el ínclito José M.ª Garcia quien comenzó su larga trayectoria de periodista deportivo en el diario Pueblo, cuando Romero era su director. No es extraño, por tanto, que escribiera una novela tan descabellada y maniquea como ésta que le hizo ganar el premio Planeta de 1957 que José Manuel Lara se lo regalaba a quien le parecía más oportuno para el negocio de las ventas. Se trata de una visión complaciente desde el bando vencedor que a día de hoy resulta lamentable.

No es de extrañar que esta película haya dormido tanto tiempo en el olvido, seguramente por su anacronismo y escaso valor histórico. Aunque aparentemente lo parezca, no habla de reconciliación sino de sometimiento o exterminación. Se trata de la cruzada de un falangista integrado en las milicias violentas, López (un Adolfo Marsillach inadecuado al papel por su físico de señorito relamido) lleno de grandes ideales, un patriota que busca la justicia social desde el lado opuesto al comunismo, sacrificándose por un futuro mejor desde su juventud y durante gran parte de su vida, intentando limpiar la sociedad de enemigos de la patria. Que no duda en poner en peligro a una antigua novia (una estupenda Concha Velasco) ni abandonar a su familia para erradicar a los maquis. León Klimovsky tira de imágenes de archivo para mostrar la guerra, dentro de una realización rutinaria y poco cuidada, aunque el pulso narrativo es de elogiar.

La adaptación es un despropósito absoluto, por lo rocambolesco de su argumento, de intriga, carcelario y novelesco, de cine de aventuras bélicas que entretiene si no te lo tomas en serio. De lo contrario, te puedes sentir decepcionado por el falso tratamiento histórico de la contienda y sus formas para presentar y juzgar al enemigo, porque lo que les hace es un buen favor al recrearlos tan burdamente. Y lo peor es su mensaje reaccionario, sectario y vergonzoso que incluso desagradó al dictador, seguramente por motivos diferentes, pues esta película no dejaba de ser amarga y falangista, algo que desagradaba a Franco, porque en lo único que les estaba agradecido a los del frente popular era el que hubieran fusilado a José Antonio Primo de Rivera, eliminando al líder carismático fascista que le podía hacer sombra al Generalísimo. El film se reduce por tanto a un mero panfleto bienintencionado y amable con el Régimen, totalmente olvidable y sin especial relevancia artística, aunque tiene buenos actores secundarios.
Antonio Morales
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4
30 de marzo de 2016
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso el acontecimiento popular de una película de raíces inequívocamente monárquicas en la España franquista de 1958, que el respetable acogió con júbilo. Quizás influenciado por la exitosa y popular “Sissi, emperatriz” (1956) con Rommy Schneider. Luis César Amadori, un cineasta argentino exiliado en España tras la muerte de Perón – por raro que parezca, su militancia peronista estaba aquí bien vista – realiza un estimable trabajo en esta novela rosa de papel couché, en realidad posee un puñado de títulos aceptables para el cine popular español.

El guión se inspira en el argumento de Manuel Tamayo “Carita de cielo”, y se acerca bastante a los hechos históricos desde un tono de comedia costumbrista plagado de diálogos jocosos sin pretensiones de molestar. Asistimos a la ascensión al trono de Alfonso XII, tras la renuncia de su madre Isabel II (Mercedes Vecino) y el romance del joven monarca con su prima María de las Mercedes, un matrimonio perseguido por la fatalidad. La puesta en escena es brillante y lujosa, de una fotografía en un color fascinante, con un Vicente Parra y una Paquita Rico que saltaron a la fama y reforzó sus carreras profesionales, sin olvidarnos de unos estupendos secundarios.

Película que cumple su cometido sin excesivas ambiciones artísticas, que pasa de puntillas por los problemas sociales de la época, no toca temas escabrosos o polémicos, sino que asistimos a espectáculos teatrales de danza y fiestas de alto copete en un reino idealizado por el amor de un joven monarca protegido y vigilado por su madre en un mundo donde todo es positivo y entrañable. Una obra que ha pasado a la historia por su tema melodramático y fatalista de un amor en una corte de opereta con tufillo a naftalina.
Antonio Morales
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7
25 de agosto de 2015
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosamente muchas veces nominados y nunca premiados por la Academia (finalmente sólo reconocidos por el honorífico a toda su carrera) : Cary Grant, Robert Mitchum y Jean Simmons, así como la gran dama y estrella de la escena, la pelirroja y distinguida Deborah Kerr, que me ha deslumbrado con su belleza singular en este papel tan seductor y fascinante. La esposa que lleva una vida gris y monótona en su matrimonio y que de repente irrumpe un extraño y atractivo millonario propiciando los celos irresistibles de un flemático y despistado marido inglés.

Víctor Rhyall (Cary Grant) y Hilary Rhyall(Deborah Kerr) forman una típica y tópica pareja aristocrática, venida a menos, que vive en un castillo en la campiña inglesa con sus hijos y sirvientes. Tienen la obligación, dadas las características de la mansión de abrir sus puertas a los turistas diariamente, cobrando un módico precio establecido por el gobierno para las visitas guiadas de los curiosos en conocer cómo viven los ricos. Una comedia que demuestra que Donen no sólo era un director de cine musical.

Pese a las comodidades y lujos, el matrimonio no tiene la sensación de vivir en un hogar propio, más bien en una casa transitada por desconocidos, así será cómo entrará en la vida de ellos, por casualidad el petrolero norteamericano Charles Delacro (Robert Mitchum). Los tres personajes más la distendida amiga de la señora, Hattie (Jean Simmons) componen las piezas de este vodevil muy “british” socavado por la malicia estadounidense que ostenta Donen, un cineasta con oficio, en su visión de la guerra de sexos y apuntalado en las canciones escritas por Noel Coward.

Adaptación de una obra teatral de Hugh y Margaret Williams, un film sobre la infidelidad que se convierte en un juego, sobre la estrategia de la seducción, impulsiva por parte de Charles y paciente en el caso del inglés Víctor. “Página en blanco” se fundamenta en el brillante juego actoral con ideas de puesta en escena muy interesantes (elipsis y escenas fuera de campo que son evidentes en su significado), y sin renunciar a su origen teatral. El film pertenece a esa venerable tradición de la comedia matrimonial en la que un hombre intenta recuperar a la mujer que ama, un género consagrado precisamente por Cary Grant en comedias como “La pícara puritana” o “Historias de Filadelfia”. Una comedia clásica de acerados diálogos y situaciones ridículas que retratan el choque de culturas de ambos lados del Atlántico que parece que sólo coinciden en el idioma.
Antonio Morales
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2
17 de febrero de 2015
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre que censuro de forma inmisericorde un film, y suele ser en contadas ocasiones, quiero pedir disculpas por si alguien se puede sentir molesto por mis comentarios, si tiene la amabilidad de leerlo, por supuesto. Pues siempre prefiero ser positivo comentando lo bueno que desperdiciando mi tiempo en films prescindibles, pero en esta ocasión no me he podido resistir al ser el ¿Oscar al mejor film de 1988?

Es la tercera vez que intento ver esta película, pero una vez más, me ha sido imposible terminarla por la irritación que me produce algo tan burdo, y no es que mi estado de ánimo quizás fuera el culpable de no conectar con el film, pues siempre estuve predispuesto a apreciar los valores que lamentablemente no he encontrado, muy al contrario de la opinión de los académicos de Hollywood, que la votaron como la mejor del año, y también al director… ¡Barry Levinson!, por muy mediocre que me parezca. Pero el engendro de “road movie” es tan académicamente sosa, tan pedante, tan pretenciosa y previsible, tan falaz y vacua que me parece una aberración y un despropósito, sobre todo compitiendo con films tan interesantes aquel año, como “Arde Mississippi” y “Las amistades peligrosas”.

Un film itinerante, de dos hermanos que se desconocen pero unidos irremediablemente, al menos para uno, por una herencia, desarrollando una relación mutua que cambiará a ambos, todo ello aderezado con un humor primario y troglodita, facilón y vulgar al servicio de sus dos estrellas, un amanerado Tom Cruise (como casi siempre pésimo), y un Dustin Hoffman adocenado y patético que con su actuación deplorable sedujo a sus compañeros para otorgarle un Oscar inmerecido. La historia de los actores premiados está repleta de borrachos, discapacitados y personajes estrafalarios. Muy lejos quedan sus magistrales trabajos en “Cowboy de medianoche”, “Kramer contra Kramer” o “Perros de paja”.

El episodio de Las Vegas, ese oasis de neón que tantas veces ha servido para expresar el espejismo del sueño americano, es de vergüenza ajena. Igualmente ocurre con el descubrimiento del sexo por parte del antipático autista, es una concatenación de estupideces demenciales y lamentables continuas. Es imposible extraer una conclusión positiva de este bodrio insoportable plagado de una verborrea cargante por parte de Hoffman, su gestualidad, su mirada perdida es similar al resultado del film, un ejercicio absurdo e inane.
Antonio Morales
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5
14 de julio de 2013
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La versión de la guerra civil es sectaria y manipuladora, la documentación y recreación de España es de una ignorancia supina. El guión es malo (a pesar de James M. Cain) de solemnidad: al inicio del relato existe una gran incongruencia, el rótulo sobreimpreso proclama Spain, The Spring of 1936 y, como se observa luego, la acción corresponde al día anterior al estallido del conflicto, o sea 17 de Julio, por lo tanto es verano y no primavera. También resulta extravagante que la población que sufre el bloqueo se llame Castelmare, un nombre que parece más italiano que español (por estos lares sería Castelmar). El folclore que exhibe el film está más cercano al mexicano que al español.

La historia de amor y espionaje está narrado sin convicción resultando poco creíble, no se profundiza en los personajes. Mario (Henry Fonda) es un campesino que, ante el alzamiento militar, promueve la resistencia por lo que es incorporado al ejército democrático. Un aventurero fascista, André (John Halliday), trabaja como espía para los rebeldes en unión de Basil (Vladimir Sokolov) y la hija de éste, Norma (Madeleine Carroll); el trío procede de Shanghai, lo que tal vez sugiera similares actividades en China a favor de Japón.

Las relaciones amorosas entre Mario y Norma avanza en dirección contraria a la lógica de los acontecimientos tras el encuentro entre Mario y el padre de Norma, y lo que resulta inverosímil es que la espía tras vivir unas escenas dramáticas, golpean en su humana conciencia y tras un bombardeo decide redimirse cambiando de bando. En definitiva el productor Walter Wanger y el director William Dieterle, a pesar de la polémica en el momento de su estreno, ambos le hicieron un flaco favor a la causa. Por cierto el discurso filosófico final de Henry Fonda, es patético.
Antonio Morales
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