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España España · málaga
Críticas de nachete
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Críticas 255
Críticas ordenadas por utilidad
5
20 de agosto de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saben qué: sí, es una fantasmada en toda regla, estoy de acuerdo. Y eso que adapta hechos reales. También coincido en la falta de mordiente, en lo limitadito que está Richard Gere y en lo cursis y simplones que resultan sus momentos más dramáticos. Pero entretiene. Mucho. Me ha gustado que no se obcece en mostrar todo el rato la violencia del conflicto serbio (un presumible buen gancho para espectadores morbosos y "serios") y que haga bromas en medio de situaciones muyyy jodidas. Me ha gustado su vena más aventurera, con esa piña estrafalaria de reporteros recorriendo territorio salvaje en busca de venganza y noticias. Creo que en esta línea es donde más se la puede disfrutar, a pesar de no aprovechar del todo sus posibilidades. Además plantea una idea valiente e inquietante: que a determinados organismos les interesa mantener libres (y evadidos) a determinados criminals de guerra.

Lástima que el tramo final ceda el tono (siempre oscilando entre la denuncia light, la comedia cínica y el cine comercial más hollywoodiense) al más disparatado espéctaculo palomitero, con los protas en plan cazarrecompensas como Pedro por su casa por la salvaje Bosnia (¡¡¡y sin armas!!!) y un Richard Gere cazando dictadores a base de cabezazos. Lamentable, inverosímil y muy ridícuo. Menos mal que el metraje anterior compensa un poco este desliz. Para echar la tarde tranquilito y ver cómo andan las cosas ahí fuera.

Lo mejor: no aburre nada.
Lo peor: el final.
nachete
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5
11 de octubre de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Renny Harlin, simpático bárbaro nórdico, debutó en USA dirigiendo al retoño de Chuck Norris en una de acción patriótica y descerebrada (Born American). Fue una carta de presentación clara y directa que reveló a su director como un servil artesano al servicio del buen cine palomitero yanqui, eso sí, con tendencia al músculo y la hemoglobina. De ahí a que fuera seleccionado para hacer una horror movie barata, varonil y claustrofóbica había un paso. Y así llegamos a Prison: una de espíritus vengativos derramando sangre entre las cuatro paredes de una penitenciaría/ratonera tirando a cochambrosa, con presos/as que son desechos de la sociedad y un alcaide-villano poco dispuesto a saldar cuentas con el pasado.

Directa al grano, con una ágil e inteligente presentación de personajes, la película propone un look de terror ochentero (la dirección cita a Lustig, a Cohen…) formalista y fibroso, de apuntes enfáticos y recargada intensidad, con una forma de interpretar el terror y el gore en la que Harlin parece ensayar la violencia delirante, casi surrealista, de su posterior e inminente Pesadilla en Elm Street 4: la cámara de aislamiento que entra en ebullición, la asfixia y perforación de los tubos, ese alambre con vida propia…

Gore competente e imaginativo anclado en una trama argumental de sencillez extrema, de personajes más bien planos y desarrollo algo cansado. Pese a las buenas intenciones, la cinta no logra mantener el pulso inicial y comienza a naufragar mediado el metraje, cuando la historia deja de avanzar y se limita a ilustrar, y a exagerar, ese flanco fantástico que casi emparienta al film con aquella tronada peli de Wes Craven, Shocker, 100.000 voltios de terror. Pese a su excesivo metraje, pese a perder fuelle hacia el final, resulta una obra tan curiosa como excesiva, amén de una gema para seguidores del vikingo Harlin o de los primeros trabajos del bueno de Viggo Mortensen.

Lo mejor: las muertes, la testosterona de Harlin.
Lo peor: desvaría demasiado en el tercio final.
nachete
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5
21 de noviembre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vagina es algo que parece obsesionar a los nipones, como el tamaño de los pies. De ahí puede nacer el argumento de este exploit lleno de prostíbulos, "mulas" con kimonos, venganzas y libidos desatadas que atiende al nombre de Female Yakuza Tale (olvidemos lo de Inquisición y Tortura). A Ishii sólo le interesa el potencial erótico del material que tiene entre manos; obligado a prescindir de planos explícitos de coños -por conocidas cuestiones culturales- se las apaña para excitar al respetable mediante un amplísimo catálogo de tetas y algunas escenas de humillación light que juegan con el constraste entre belleza y fealdad, poder y sumisión, represión y catarsis.

Todo esto pinta muy bien sobre el papel, pero no cuaja como debiera. Al guión le falta claridad, emoción, ritmo. No es una película aburrida, pero su desarrollo se siente algo arbitrario, indeciso en la presentación de personajes y en el rumbo que debe tomar la historia. Aunque la puesta en escena es creativa y decente, la acción carece de la intensidad que exigía el relato. Ishii, en otras palabras, se encuentra con graves problemas a la hora de modular el impacto dramático del filme. Es una cuestión de credibilidad, de ensayo y confianza. Añado entre sus déficits una ausencia importante de sangre y violencia, reservadas ambas para su tramo final, y un sentido del humor tan extraño como lamentable.

Tampoco parece importar esto demasiado a su director, la verdad. Y quizás sea mejor así: la honestidad es lo primero. El interés de Ishii radica únicamente en hilar una historia mínima que dé pie a un montón de desnudos y algunas escenas de sexo bizarre. En hacer chister verdes (sólo hay uno bueno: el que afecta a la mujer del Gran Tigre y su interés en que no le corten el dedo corazón a su marido) mientras escenifica peleas algo faltas de adrenalina y deja caer todo el peso del filme en la firme desenvoltura de la gran Reiko Ike. Todo desemboca en un clímax final arrebatado que pondría burro a Tarantino, pero no nos hace olvidar que el caos y la reiteración son los motores que han ido moviendo la trama.

En fin, delirante y simpática, pero no una buena película.

Lo mejor: el desmadrado final, pura exploitation de muchísimos kilates.
Lo mejor: su sonrojante sentido del humor.
nachete
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6
20 de agosto de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué bueno es Jean Becker. Qué bien habla de las cosas que importan, de las cosas pequeñas. Divertido, tierno, sencillo, con la magnífica complicidad de Jean Cosmos va hilvanando diálogos insustancialmente sustanciosos, pinceladas impresionistas (Renoir al fondo del jardín) que acaban conformando un fresco humano conmovedor. Podrá achacársele, y yo mismo se lo achaco, un discurrir narrativo bastante predecible y un diseño de algunos personajes secundarios tendente al tópico, pero todo esto son cosas que piensas después. Mientras pasa por los ojos, ligera como el viento, sólo cabe disfrutar, sonreir y, finalmente, emocionarse. Humanidad lo llaman. Yo añado vigoroso pulso narrativo, extraordinaria atención al detalle, grandísimo reparto. Otra hermosa película sobre el sencillo arte de vivir.

Lo mejor: el dúo protagonista.
Lo peor: algunos rasgos de los personajes bastante sobados.
nachete
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6
21 de febrero de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, en su acercamiento al problema del terrorismo en Irlanda, propone una mirada que pretende alcanzar el punto medio que divide el cine espectáculo del cine político de rigor. No lo consigue, pues la balanza cae inexorablemente del lado de las palomitas, pero ello no impide que en su médula pervivan arquetipos con alma (el personaje de Ben Kingsley) y un trazo narativo contundente, firme y poco dado a florituras innecesarias.

El guión se erige sobre la experiencia personal de un infiltrado en la cúpula del IRA (interpretado convincentemente por Jim Sturgess) al que Skogland no logra dibujar con toda la precisión que uno hubiera deseado, ocultando al espectador sus verdaderas motivaciones y centrándose directamente en sus acciones. Esta mínima complejidad psicológica repercute en la credibilidad de lo narrado, que acontece sin mayores reparos morales que los que se le despiertan al conejo cuando se siente cercado por todas partes. Una laguna ética que la directora parece resumir en esta frase: el precio de la conciencia es la propia muerte.

Que Skogland pase de puntillas por la problemática moral del traidor (en ningún momento se ve al protagonista cuestionarse si lo que hace está bien o mal, o el por qué, únicamente si compromete su vida o no) se compensa con esa visión más global, más cínica, del individuo instrumentalizado por órganos superiores que juegan una partida de ajedrez donde se derrama por igual la sangre de héroes, inocentes y asesinos. Y si bien las simpatías se orientan inequívocamente del lado británico, no se ocultan las frías estrategias que éste lleva a cabo para conseguir sus objetivos ni las razones que esgrimen los miembros del IRA para emprendar una lucha que creen justa y necesaria.

Más cerca de El lobo que de The Boxer, filmada con cierto brío pese a algún momento de puesta en escena alguna embarullado, e impulsada por una narrativa fluida sostenida en unos actores inspirados, 50 hombres muertos funciona a medio gas como ficción política destinada a reflexionar sobre una realidad social especialmente peliaguda, pero en su condición de genuino cine de entretenimiento (con sus topos, sus sacrificios sentimentales, sus engaños y sus buenos momentos de tensión) se revela competente, sólida y estimable. Le faltará riesgo y hondura, pero al menos hay que reconocerle que entretiene algo más que Omagh.

Lo mejor: los lazos del terrorismo apretando progresivamente al protagonista.
Lo peor: no se explica bien al personaje de Jim Sturgess.
nachete
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