La película no tiene un argumento definido, más bien es una serie de situaciones sin gracia, pretendiendo ser graciosas, lo cual es más patético si cabe.

Pero lo que no soporto es la vulgaridad gratuita que abunda a lo largo de la película, con constantes referencias a la mierda, la defecación, la orina, el estreñimiento, etc.
Ah, y unas tetas que no falten, al más puro estilo Pajares-Esteso. De hecho, la puta que se acuesta con Landa, en más de tres minutos de interpretación, lo único que hace es mostrar las tetas, sin decir ni mú, ni siquiera en la despedida.

Lo único que se salva es la interpretación de Alfredo Landa, al cual hay que reconocer una vis cómica espontánea.

En definitiva, un auténtico bodrio y vergüenza para conmemorar el Quinto Centenario del descubrimiento de América. ¡Si Colón levantara la cabeza!

Puesto que la mayoría de las críticas se centran en la habilidad narrativa del director o en el mensaje humano de la película que admito es original y entretenido, yo me voy a centrar en su mensaje político que obviamente también lo tiene.
En general da una visión edulcorada y a veces hasta entrañable del nefasto y criminal régimen comunista, así se percibe cierta melancolía de esa economía comunista que llevó a la ruina material y moral de sus ciudadanos. Mientras, se presenta al capitalismo como el ogro inhumano y despiadado que todo lo arrasa.
Pienso que en "La vida de los otros" se hace un análisis bastante más aproximado (al menos en ciertos aspectos) de lo que significó el comunismo en Alemania.
Un título más adecuado para la película habría sido: Fuck you, Lenin!

A los 2 o 3 minutos me plantée dejar de verla pero tengo la costumbre de empezar todo lo que termino (sólo con Entrevista con un vampiro fui incapaz de continuar).

Hay que ver lo mal que envejecen las películas de ciencia ficción, a medida que pasa el tiempo se acaban metamorfoseando en películas de humor absurdo.

En el caso de esta película, escenas de auténtico humor surrealista son:
- Cada vez que Charlon Heston llama por telefóno desde un caja que está en la fachada de un edificio, abriéndola con una llavecita. Mortadelo hacía algo parecido.
- El compañero de Charlton Heston, el vejete simpático con boina rodeado de libros. ¡Pero si es don Pío Baroja redivivo!
- Todas las escenas que transcurren en el lujoso apartamento de la chica. Las puertas correderas automáticas les debió de parecer muy futurista.
- La muerte de Pío Baroja viendo escenas del campo con música de Vivaldi de fondo. ¿Está inspirada en la muerte de Sócrates tomándose la cicuta?

Hay muchas más pero tampoco quiero aburrir al lector. Así que en definitiva, una auténtica patata.

En primer lugar he de advertir que sólo tuve estómago para ver los primeros 30 minutos, ni siquiera llegué a ver a Banderas (eso que me ahorro). No porque me causara espanto o terror las maldades de estos dos pseudovampiros, si no porque el guión es tan insulto y tan carente de ningún interés que fui incapaz de mantener un mínimo de atención.
Hay que reconocer, no obstante, y de ahí que la nota no haya sido más baja, que el vestuario, la ambientación y los decorados son muy acertados.
Quizá más adelante intente verla completa y pueda ser más justo en su valoración.

Y profundamente decepcionado. Así me he quedado al terminar la película. Pero, ¿es real lo que estoy viendo? ¿la película la ha hecho un adolescente después de leer al Che y fumarse unos canutos? Esa y otras preguntas que no conviene reproducir me hacía practicamente desde el comienzo, cuando el revisor le da la gracias efusivamente al protagonista por venir a luchar por la causa republicana.

Extramadamente simplista, Loach trata de mostranos, de una forma demasiado tendenciosa y burda, el desarrollo de la guerra civil española en el frente del Ebro. Así los milicianos tienen un gran corazón (incluso daban de comer a los prisioneros), mientras que los nacionales son viles y malvados. Totalmente inverosímil. La película de "Raza", con guión de Francisco Franco, es incluso más mesurada en ensalzar un bando y denostar el contrario.

Lo único que tiene cierta verosimilitud es la ferocidad que dentro de la zona republicana enfrentaba las numerosas facciones izquierdistas que lo soportaban, que es precisamente lo que el libro de Orwell en que se basa la película, hace hincapié.

Pero es que además, artísticamente es pésima. El guión y los diálogos parecen improvisados sobre la marcha, y la interpretación es penosa y sobreactuada.

Sin embargo, también hay que reconocerle algún punto de humor. La escena del ataque de los milicianos que luego se quedan abandonados por sus propios compañeros, con Vidal llamando por teléfono desesperadamente es digna de Gila, francamente desternillante.

Sinceramente, incluso para los filorepublicanos debe de ser un insulto a su inteligencia.