Es innegable que como película la cinta de Haneke es irreprochable, y no seré yo quien lleve la contraria: buenísima ejecución, escenas con cámara fija memorables, interpretaciones maravillosas... se trata de un filme que estaría rozando el 9 (o el 9 largo). Sin embargo, dada la dureza, el impacto, la zozobra que ha causado en mí su mensaje, su temática, su desarrollo, me veo obligado a bajarle 2 puntos.

En el plano técnico casi perfecta. En la vertiente emocional la encuentro demasiado deprimente, demasiado sin sentido, demasiado decepcionante. Quizá sea por el momento vital que atravieso (no demasiado optimista, o al menos con serias dudas acerca del optimismo), pero me ha resultado muy frustrante, angustioso, y no pongo más adjetivos porque prefiero no darle muchas más vueltas, la visión de la vida, la vejez, el amor (ésta parte es, sin duda, la más bonita de la película) que se da en la película.

Coincidiendo paralelamente en el tiempo, y aunque de temática diferente, tenemos El lado bueno de las cosas - la vi hace dos semanas -, la cual ante una situación difícil (no sé si se pueden comparar una ruptura con una enfermedad terminal de la vejez) plantea otro enfoque, con una visión más optimista que (repito, en este mi actual momento vital) me resultó mucho más esperanzadora. Mucho más alegre.

Y no sé vosotros, pero yo vivo para estar alegre (aunque el dolor nos rodee, eso ya lo sabemos)

Buena y entretenida cinta en la que nunca sabes realmente las intenciones del "secuestrador". Me parece muy bien llevada, y en seguida y sin preámbulos nos encontramos con la protagonista en plena odisea angustiosa. De acción rápida, escenarios reducidos y elenco más que ajustado, si te van los thrilers psicológicos no te defraudará.

No podía ser de otro que de Robert Rodríguez. El políticamente incorrecto director no deja títere con cabeza (literalmente y en sentido figurado) en lo que a sus vecinos americanos "de arriba" se refiere. Ridiculiza las fuertes medidas antiinmigración de los EEUU, muchas veces tan hipócritas y que utilizan siempre la ideología del doble rasero (son basura y no les dejamos pasar, pero que sean la mano de obra barata y trabajen para nosotros), más frecuente tristemente de lo que podría parecer.

Aunque tratándose de este director, obviamente todo está engrandecido e hiperbolizado, como el propio protagonista, casi caricaturizado como súper héroe (ya lo dejaban bien claro en aquel falso tráiler de Grind House). Sea como sea, le sale una cinta más que entretenida, con el humor que le caracteriza entre tal espiral de violencia (al "estilo Tarantino"). Y aunque precisamente este director para mí será siempre una sombra del enorme Tarantino, y nunca dejará de ser más que eso, no deja de ser una sombra que entretiene y que se deja ver, entre tanta bazofia como abunda hoy día en las salas.

Reparto aceptable, y papeles de De Niro y Jessica Alba pasables (no creo que sea para darla el premio a la peor actriz del año). Buenos mensajes, buena violencia en estilo ridiculizante (como les gusta hacer a Rodríguez y Tarantino en todas sus pelis), y un guión con altibajos pero en general de notable.

Recomendable si te gusta el estilo "Tarantoniano" (por ser más reconocible hasta para los profanos, y darse un aire con el de Rodríguez).

La mejor definición del cine de lo que es el amor de pareja la encontré por casualidad en este desconocido filme para las grandes masas. No en vano es cine independiente y ya cuenta casi con 20 años de edad. No mentiré, aún me faltan muchos dramas y muchas comedias románticas por ver con las que poder comparar, pero su sencillez, la ausencia de tópicos cansinos, de las típicas canciones de amor, de la típica introducción chica conoce chico o viceversa, del típico desarrollo en el que se topan con algún que otro problemilla para realizar su amor y del típico desenlace en el que ambos acaban felices y comiendo perdices, hacen de la cinta una definición verdadera original del amor hacia esa persona tan especial con la que compartirías a priori el resto de tu vida con tan solo conocerla en una noche.

Y sin embargo, todo sucede en esa noche. Esa noche mágica. Porque puede que al amanecer se lo lleve todo por delante, como un huracán arranca árboles y casas por igual.

Dudé entre un 8 (muy buena película) o un 9 (casi obra maestra, entre las mejores), y decidí dejarle el 9, seguramente influenciado (¡y quién no lo está!) por mi actual situación vital de desamor. La película supone para mí un gran canto al amor espontáneo y verdadero. Ese que sale de dentro, ese que va contra viento y marea. Ese que te engancha a esa persona irremediablamente, no sé si para siempre, pero, ¿quién necesita un para siempre cuando te olvidas de que existe un mañana?

Bueno, he de decir que me metí a ver esta película un poco rebotado dada la escasa oferta que daba el Kinépolis un día de entre semana a media tarde. La escogí más que nada por su buena nota en FilmAffninity y, una vez más, mi portal favorito de cine no me decepcionó. Por poco no la aúpo al umbral de obra maestra del cine. Quizá porque nunca he sido muy de automovilismo, ni de coches en general. No los odio, pero soy de los que tienen uno "para transportarse y punto". De los que no se fijan en la marca (y a veces ni en el color) del coche al que acaban de subir, vamos. Pero la película arrasa en su terreno, es una épica del deporte, y creo que incluso crea afición al automovilismo (si este puede considerarse deporte, claro).

Está perfectamente hecha, muy bien llevada, los actores protagonistas hacen muy bien su papel, sobre todo el de Niki Lauda. El guión es maravilloso y, sin entrar en su fidelidad a la realidad (una realidad que por otra parte no he vivido ni de lejos pues nací en el 89 y lo poco que conozco de la rama es algo de Schumacher y del más reciente y marca de la casa Alonso), destaca lo que tiene que destacar, pone de relieve dos caracteres opuestos como la noche y el día, un don Quijote y un Sancho Panza de cuyos ambos todos tenemos algo.

Sin duda me quedo por encima de todo, del buen guión y de la impecable puesta escena, del respeto a este "deporte" (tanto es así que no creo que levante demasiadas ampollas entre los freaks del tema), me quedo sobre todo con esa forma de entender la competición tan opuesta. Una misma cosa enfocada de forma tan diferente, y en ambos casos que te lleva a ser un ganador, un campeón del mundo. Sin duda, esto nos recuerda que a veces en la vida hay diversas formas de afrontar un mismo problema - muchas de ellas opuestas - y todas igualmente válidas. "¡Hunt, asienta la cabeza de una vez!" "¡Niki, sal a divertirte!" ¿Tópicos? Tal vez, pero al fin y al cabo, el día a día está hecho de millones de trocitos de tópicos, y sin duda, esta dicotomía, presente en todos y cada uno de nosotros, con la balanza inclinada a uno u otro lado según cada cual, es la esencia de esta película y una de las esencias de comportamiento humano: ¿Lo calculas todo, prevés hasta el más mínimo detalle, trabajas duro día y noche, arduamente y sin descanso? ¿O quizá te sientas relajado, con un buen cigarro (o porro) en una mano y un buen par de domingas (tetas de toda la vida) en la otra, a ver pasarse el día para luego echar un órdago a todo o nada en la ruleta rusa de la hora de la verdad?

No sé si decir que la elección está en tu mano o no. En el caso de nuestros amigos (o enemigos más bien) Niki y Hunt parece que no lo estaba mucho. En cualquier caso, los dos fueron unos absolutos ganadores, cada uno a su particular manera.