Interesante elenco de actores para una representación del mito artúrico con una premisa atractiva de primeras, ser testigo de la historia mil veces narrada a través de los ojos del Mago Merlín, que, sin embargo, no hace sino cojear continuamente, lo que derivar en dialogos con grandes pretensiones pero realmente vacios. La estetica es correcta, explayandose lo justo y necesario con los efectos en los momentos mas mágicos y fantasticos del mito.
Realmente, sin ser nada fuera de lo normal, al ser un producto televisivo, se agradece ver films televisivos donde, al menos, se ve que han querido esforzarse algo en el proceso, aunque quede en el intento. Recomendable para tardes de aburrimie

Recuerdo releer capítulos enteros de las aventuras de Sherlock Holmes desentrañando todos aquellos detalles que se me pudiesen quedar en segundo plano, analizando una y otra vez el lugar del crimen para finalmente coincidir con el detective en el diagnóstico del crimen. Esta relectura continua de la escena es la que nos ofrece Duncan Jones en su última película. Otorgar un cierto componente literario en el que el actor y lector se unen durante 8 minutos para descubrir dónde se encuentra un explosivo terrorista que ha acabado (o acabará) con la vida de los pasajeros de un tren camino de Chicago.
La verosimilitud de la premisa, con física cuántica de por medio, es tan sólo la excusa para ofrecer un ejercicio de narración en primera persona en el que será tan importante la ubicación de la bomba como la del propio protagonista.
Los referentes son múltiples, desde "Groundhog Day" hasta el episodio "Monday" de X-files, pasando por la literatura de Philip K. Dick. Más importante que todo resulta que, después del acertado ejercicio de estilo que nos ofreció con "Moon", Jones demuestra que es posible maniobrar en la dirección elegida por el autor dentro de la industria. Sin duda no se convertirá en un clásico de la ciencia ficción, pero ojalá la mitad de los thrillers mantuviesen la misma tensión.

Como ya nos ilustrasen clásicos de la Serie Z como "Plan 9 del espacio exterior" o "Jesucristo: cazavampiros", la última película del dúo Neveldine-Taylor nos regala una gamberrada que desde el minuto 1 te pide que llames a tus amigos más cercanos para que traigan cervezas y acompañamientos y poder tragarte, al menos con unas risas, semejante julandrada. Mención especial merece la trama digna de un programa nocturno de 4º milenio, además del maquillaje de Carrigan al nivel de los celebrities de Joaquín Reyes en Muchachada Nui.
En ese sentido, solo puedo arrodillarme ante semejante obra de culto instantánea del cine cutre. El único escollo es que Ed Wood, en su caso, no necesitó de desorbitado presupuesto para alcanzar las cotas de calidad de su obra. Sin embargo, en "Ghost Rider: espíritu de venganza" necesitan tirar de CGI para redondear este excremento cinematográfico. Ante la lógica de "filmemos en Rumanía, es más barato", hubiese sido admirable que, en lugar de los efectos digitales señalados, hubiesen hecho uso de máscaras del bazar chino de la esquina.
En fin, no se puede ser perfecto en cada detalle. En todo caso, una película recomendable para nutrir vuestras listas de espera, siempre y cuando vuestros amigos gafa-pastas no estén al tanto.

Scorsese ha vuelto a filmar una excelente película de género negro, pero sólo en su superficie. El castillo de naipes en clave pulp que se articula a lo largo del film es justificado con lo que realmente esconde. Dentro se encuentra una formidable reflexión sobre la lucha cotidiana entre la ficción autocomplaciente y lo monstruoso de lo real.