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España España · Burgos
Críticas de Dmon1987
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
4
17 de abril de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando salí del cine, mis peores presagios se habían cumplido. Después de hora y media de metraje, podía decir que Tim me había decepcionado. Burton es, sin ninguna duda, uno de los directores más personales del cine contemporáneo. Con su estilo bizarro y oscuro, de metrajes con aspecto infantil, pero mensaje adulto, revolucionó la industria cinematográfica desde sus primeros cortos en la factoría Disney. Alicia en el país de las maravillas tenía todo lo necesario para convertirse en una obra maestra. De nuevo, Burton contaba con su actor fetiche, tenía un presupuesto de lujo para llevar a cabo su empresa y, como siempre, total libertad de movimientos para diseñar, crear y parir uno de sus proyectos más ambiciosos.

Para empezar, el guión lo firma Linda Woolverton. Se basa, por decir algo, en la archiconocida novela de Lewis Carroll. Sin embargo, su adaptación ha sido libérrima. Alicia tiene veinte años y el país de las maravillas se ha convertido en un lúgubre mundo subterráneo. Prácticamente nada recuerda a la obra de animación de Disney porque Burton lo ha reinventado todo, y esta vez, el tiro le ha salido por la culata.

Durante la primera media hora, uno espera expectante, con las estúpidas gafas de 3D puestas, que Alicia se encuentre, por fin, con el Sombrerero Loco, la Reina de Corazones, o el Conejo Blanco. Y la verdad es que, cuando aparecen, no decepcionan. La dirección artística, el maquillaje y los decorados, son magníficos. Helena Bonham Carter resulta tan irritante como su personaje requiere e intimida con su ejército de cartas armadas. El resto de los personajes están creados con mimo y esmero. Desde los rechonchos y carismáticos gemelos, hasta el frenético Conejo Blanco, todas las caracterizaciones sorprenden por su fuerza visual. Otra cosa diferente es lo de Johnny Depp. Nada más hacer su aparición, comienza a resultar cargante y pesado. Su papel es muy similar al de Willy Wonka o Sweeney Todd. Un tipo raro, donde los haya. Lo malo es que empieza a mostrarse más excesivo que fascinante. La asociación entre Burton y Depp obtuvo sus mejores frutos con Eduardo Manostijeras y Ed Wood, y da la impresión de que cualquier tiempo pasado fue mejor. También resulta bastante insoportable Anne Hataway dando vida a la Reina Blanca. En algunas ocasiones, incluso parece que tuviera alguna suerte de retraso mental.

Después de un rato sumergido en los mundos de Alicia, la trama empieza a perder fuerza. El guión resulta aburrido, demasiado convencional. Los diálogos son recurrentes y tópicos. No hacen reír, no dan que pensar, no tienen el más mínimo ingenio. La historia naufraga entre estupideces y palabras inventadas sin ninguna gracia. Por su parte, Mia Wasilowska, a pesar de que físicamente es similar a la Alicia que todos tenemos en la imaginación, no convence. Su registro es limitado, su conexión con el espectador es nula.


La crítica continua en el spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dmon1987
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7
12 de abril de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver en el reparto a Spiderman, Donnie Darko y la princesa Amidala en una misma película, puede que no anime demasiado a acercarse al cine. Saber que es un remake de un film danés, rodado allá lejos, en tierras escandinavas, puede suponer un impedimento para mentes retorcidas que conciben aquello como una suerte de repetición, con actores americanos y clichés yankis que despojan a la historia de todo atractivo original. Sin embargo, no hay nada de eso. Brothers es tensa e intensa, oscura, melancólica y áspera. Nos introduce en un atípico triángulo amoroso que nos mantiene con la conjoga en la garganta durante los noventa minutos de metraje, sin saber quien es bueno, quien es malo, o si, tan siquiera, esas consideraciones son válidas. Y en medio de todo, Natalie Portman como vértice bello, sensible y maternal, sobre el que todo se sustenta.

La historia comienza con Sam Cahill (Tobey Maguire) ultimando sus preparativos para viajar a Afganistán. Su hermano (Jake Gylenhall) acaba de salir de la cárcel e intenta, luchando contra sí mismo y sus instintos, y ocuparse de la mujer de Sam (Natalie Portman) y sus hijas. A partir de ahí, la constante evolución de los personajes dibuja un panorama estremecedor ambientado en los pequeñas casas bajas de las familias de clase media estadounidense. Y todo ello, dirigido con la precisa batuta y el evocador cincel del irlandés Jim Sheridan. Experto en dramas sutiles como Mi pie izquierdo y En nombre del padre, ahonda, en este caso, en la complejidad de las relaciones familiares. Celos y favoritismos, lágrimas y sonrisas, emociones subyugadas y gritos ahogados, con los sentimientos como leit motiv del film.

Pero Brothers es también una película sobre la guerra. Más bien, sobre sus desgarradoras consecuencias. Una crítica, velada y sutil, pero crítica al fin y al cabo. Maguire lo comprende y se muestra emotivo y cautivador, una vez que el espectador deja de identificarlo con cierto superhombre de rojo y azul. Da miedo, produce ternura y suscita compasión. Gylenhall logra un papel carismático a pesar de saber mantenerse en todo momento en segundo plano. Pero si hay alguien que destaca, es Natalie Portman. Nos lleva a su terreno. Al de la madre y esposa desolada, incomprendida y abandonada que espera noticias, temblorosa, sin saber si su marido es héroe o villano. Si a todo esto le sumamos unos secundarios más que correctos (sobre todo Sam Shepard, abuelo, ex-marine, y Baille Madison, la hija mayor de los Cahill) y una fotografía discreta pero efectiva, Brothers, lo tiene todo para atraer a aquellos que no buscan historias superficiales, ni carcajadas fáciles, sino gestos y silencios que hablan por sí solos. Sin necesidad de charlatanería ni diálogos vacíos. Sólo miradas que lo dicen todo.
Dmon1987
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6
1 de agosto de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Todd Solondz es uno de los más singulares que existen actualmente en el mundo del celuloide. Después de su ópera prima Bienvenido a la casa de muñecas, tan tierna como cruel, trazada como la fábula del lobo escolar que devora al marginado, creo una de las obras más originales de los últimos años: Happinness. En ella, demostró su tremendo savoir-faire en el mundo de la marginalidad, porque, si algo conoce el director americano, es sin duda lo raro, lo desagradable, aquellas partes de la sociedad que agachan la cabeza mientras el resto hace como que no existen.

La vida en tiempos de guerra viene a ser una especie de continuación de la anterior, muy parecida en la temática, aunque algo menos fresca que su predecesora. Mantiene el humor negro, y una alta dosis de cinismo como armadura para soportar las bofetadas de realidad que uno recibe más de una vez. Solondz sigue sirviéndonos una familia disfuncional, sin reglas ni mandamientos dogmáticos, similar a la de algunas series como A dos metros bajo tierra, o la genial Weeds. Auspiciado por unas interpretaciones que equilibran lo hilarante y lo compungido, aparece por encima de los demás, dentro del oasis satírico y excéntrico propuesto por el director, Alison Janney.

Y es que, en lo bueno y en lo malo, Solondz es el equivalente americano de uno de los auteurs más valorados del celuloide. Comparte con Almodóvar esa necesidad por mostrar al desplazado, el freak, a la atracción de feria que solo se encuentra cómodo entre sus iguales, pero tiene que convivir entre un grupo ajeno a la par que peligroso. El manchego bucea entre el travestismo y la homosexualidad mientras que el de New Jersey suele utilizar como base familias sin cabeza visible, madres sobrepasadas por las circunstancias, y sobre todo niños inocentes sobre los que se traza la historia.

La vida en tiempos de guerra se caracteriza también por enseñar o sugerir, de forma más o menos explícita, una serie de escenas de sexo que rozan lo repulsivo por quienes las protagonizan. Esto le sirve al realizador para soslayar los baches de un guión más que aceptable y mantener al espectador atento, aunque sea a base de provocar asco en los estómagos más sensibles. Por si fuera poco, la película se atreve a desafiar a los tabúes más recónditos, y no tiene problema en entrar en terrrenos delicados y controvertidos como la pedofilia. Al final no queda muy claro el mensaje, pero siempre quedará como un ejercicio valiente, que habla sin tapujos y no trata de ofrecernos ningún tipo de moraleja. Muestra lo que quiere sin doblarse ante las exigencias de una sociedad que no critica, aunque la ofrece como viciada, vil y mezquina.

En definitiva, recomendable por insólita y diferente al resto pero eso sí, cuidado que empiezo a ver la trampa y el cartón de Solondz, y veremos lo que le dura su rollo rarito sin reciclarse.

@dmontesvigo
Dmon1987
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2
12 de abril de 2010
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La memez llevada al extremo. Una soberana estupidez vacía y sin sentido. Eso es “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”, una película que, incluso en su titulo, y en el cartel de presentación, destila cierto tufillo a las célebres y genialmente absurdas películas de los hermanos Coen, pero sin personalidad, ni mucho menos ingenio.

La historia comienza como muchas de las sitcoms americanas. Un narrador nos pone en la piel de Bob Wilton (Ewan McGregor), un periodista que, por azares del destino, aparece en Irak dispuesto a encontrar una vía de escape a su frustrada existencia. Allí se encontrara con Lyn Cassidy (George Clooney), un hombre que cree pertenecer a una suerte de orden jedi, además de contar con ciertas habilidades psíquicas que le hacen especial. A partir de ahí, y con Jeff Bridges y Kevin Spacey como secundarios de lujo, se embarcaran en una aventura disparatada, en el peor sentido de la palabra.

Aunque no empieza mal, y la primera media hora tiene ciertas escenas con gracia, la película, pronto empieza a desinflarse. En realidad, cae por su propio peso y, al final, sólo estás pendiente de la pantalla esperando que aparezcan Bridges o Clooney y hagan algo que merezca la pena. Por supuesto, esto nunca sucede, y en cuanto agotan la previsible gracia que supone ver a McGregor pronunciando la palabra jedi, una y otra vez, sólo queda una especie de road-movie, en la que nunca tienes muy claro el objetivo o la finalidad del viaje que emprenden.

Lo cierto es que todos los actores están a la altura. Ewan McGregor, sin demasiado lucimiento, pero preciso y efectivo, George Clooney, mágnetico e hilarante y Jeff Bridges en una reencarnación psíquico-militar de “El nota”, personaje que hizo famoso en “El gran Lebowski”. Todos cumplen y se nota que se encuentran a gusto, y se divierten en un papel para un film sin pretensión alguna más que la de hacer reír al personal. Y en eso mismo, es en lo que falla. Y fracasa porque maestros del absurdo hay pocos, y lo más curioso de ello, es que, para ser dar con la absurda tecla de lo absurdo no basta con trazar una historia sin pies ni cabeza y salpicarla con cuatro actores de renombre que traten de sobresalir en gags sin ninguna gracia. Hay que saber hacerlo bien. Como los Hermanos Marx o como los Monthy Pyton. No como Grant Heslov, director y debutante. Anterior guionista de una película efectiva y de continua tensión argumental como “Buenas noches y buena suerte”.

En definitiva, un anodino intento de acercarse a la comedia por la vía rápida. Parafraseando al gran Woody Allen, “Una película de éxito es aquella que consigue llevar a cabo una idea original”. Puede que la idea sea original, pero su desarrollo resulta tan lineal como confuso. Así, el film fracasa antes de empezar porque, cuando tratas de copiar a los mejores, lo más normal es que te estrelles con el muro de tus propias limitaciones.
Dmon1987
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