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Críticas de Cinéfilo de mierda
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de julio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que David Fincher alterna una peli buena con una mala. Esto es verdad a medias, pprque no he visto nada de este hombre que se pueda catalogar como “malo”; pero sí es cierto que tras una burrada suele plantarnos una obra que puede NO convencernos con tanta intensidad. Lo último que hizo fue “Perdida” y, aunque no la he comentado por aquí, me parece una burrada loquísima y voy muy a tope con ella. Después participó en la serie que nos ocupa, “Mindhunter”, y pese a no figurar como creador absoluto de ella, podemos afirmar una cosa: su extraña leyenda urbana se ha roto.
“Mindhunter” es una original de Netflix, creada por Joe Penhall. A priori, puede parecer la clásica historia de asesinatos y detectives, protagonizada por una pareja de agentes del FBI; pero rápidamente comprobaremos que no es ese el rollo, y que la propuesta es infinitamente más sesuda y rebuscada de lo que puede parecer a simple vista. No voy a fingir que la he entendido completamente, porque no es el caso, pero la serie parece querer preguntarse “¿dónde nace el mal?”, y dedica sus primeros capítulos a cuestionarlo. Poco a poco va diluyendo sus fronteras, y sus respuestas van generando más cuestiones y afectando a sus personajes. Es un acercamiento teórico y psicológico al crimen, que rehuye del clásico rifi-rafe entre la policía y el asesino: muchas veces se sabe explícitamente quién es, y el conflicto está en lograr incriminarle.
Para sustentar una historia así, hacen falta unos personajazos que flipas, y “Mindhunter” los tiene. Solo los protagonistas están construidos con un buen gusto inimitable, y son llevados por terrenos muy complejos a través de unos diálogos sutiles, pero satisfactorios, y un plantel de secundarios que aporta la chispa de carisma que pueden faltarle a los personajes principales. Y todo esto, los creadores lo consiguen sin momentos efectistas, sin derroches interpretativos ni tensiones artificiales. Estos personajes no discuten acaloradamente, no lloran, no van por la vida soltando frases lapidarias ni hacen gala de un comportamiento histriónico: todas sus emociones son reales y consecuentes, tienen sentido y garantizan un nivel de verosimilitud que no he visto en mucho tiempo.
Por otro lado, aunque la historia de un estudio sobre mentes criminales pueda parecerme interesante, no puedo decir que sea CINEMATOGRÁFICA. “Mindhunter” tenía todas las papeletas para ser un truñaco de campeonato, la máxima expresión de lo anestésico. Sin embargo, ocurre todo lo contrario y nos entrega una de las series más amenas que he visto, y creedme: podemos darle las gracias al señor Fincher. Su puesta en escena sobria y perfeccionista hasta el extremo resulta un deleite visual que servirá de broche de oro a un maravilloso guion. Todo aparenta estar pensado al milímetro, desde la posición de los actores hasta el más mínimo movimiento de cámara, y nos evoca a aquel Fincher de “Zodiac” y “Perdida”. Sí, lo sé, no es el único director de la temporada; pero no me cabe duda de que es el que establece sus bases, y de que su opinión y su estilo ha sido fundamental para el conjunto. “Mindhunter” nos recuerda que es una buena dirección, y nos deleita con secuencias como aquel montaje videoclipero del segundo capítulo, aquella que se desarrolla a oscuras o su espléndido y anticlimático desenlace.
Intrigante, inteligente, elegante, reflexiva, original, cautivadora… son muchos -y muy buenos- los adjetivos que pueden definir “Mindhunter”, una obra obligatoria para todo aquel que quiera alejarse del mundanal ruido de la ficción policial. Pero si tuviera que quedarme con una única palabra, esa sería MADURA. Porque tiene claro lo que busca, lo que quiere y lo que es; y no siente reparo en sacrificar público a costa de su arriesgado punto de vista. Sirva de advertencia: esta serie NO es para todo el mundo… pero si te interesa lo que lees, lánzate. Tengo seguro que la disfrutarás.
Cinéfilo de mierda
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8
31 de mayo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Oh! ¡Que bonito es reencontrarse con la infancia! He disfrutado de “El gigante de hierro” cientos de veces, pero jamás lo había hecho pasada esa complicada edad que es la adolescencia. No tengo ni idea de cómo funcionan las cabezas antes de ella, pero tengo claro que he descubierto una película nueva, diferente; bajo los mismos planos que antaño me apasionaron. Esta obra de Brad Bird, sea mejor o peor, aguanta sin importar la edad de su espectador, y es capaz de encandilarte con sus personajes y con su marcado tono. Una vez dicho esto, veamos si además está bien hecha.
Muchas personas la conocerán, pero ahí va la sinopsis: un niño de un pueblecillo norteamericano descubre, en plena guerra fría, a un robot gigante venido del espacio con el que entablará una relación muy especial. La propuesta no destaca por su originalidad, pero tampoco quiere hacerlo: con esta película, su creador quiere homenajear una época, tal y como hacen obras como “Stranger Things” actualmente; y para hacerlo se vale de premisas y estructuras que nos resultan muy reconocibles por haberlas visto anteriormente. La bestia incomprendida, la madre soltera, el niño de voluntad intachable, el malo malísimo… es en los detalles discursivos y en el planteamiento de muchas de sus situaciones dónde podemos encontrar un verdadero lucimiento a nivel de guion.
Los personajes también ayudan, y aunque son bastante cliché, tienen rasgos que los salvan de caer en el pozo de los arquetipos. Además, teniendo en cuenta que hablamos de animación es conveniente destacar el cuidadoso diseño de cada uno de ellos -menos el de un par de extras que me desentonaban-. Me gustaría destacar la figura del chatarrero sibarita, que me parece un personaje muy original y muy bien integrado en la historia. Y, además, es muuuy guapo.
Por desgracia, no es oro todo lo que reluce, y está película se ve muy lastrada por la duración de su metraje. Normalmente esto se dice cuando le sobra, pero aquí pasa al revés: la película es MUY cortita, y en conjunto lleva un ritmo muy acelerado. Aquí todo ocurre muy rápido, y saltamos de escena en escena sin parar, a veces fijándonos en momentos muy concretos de las mismas, recordando a la obra de un director amateur. Si añadiéramos ese metraje sería muy agradecido, pero no es lo único, pues existen muchas ideas desarrolladas a medias que habrían dado mucho más juego. IMAGINO que parte de culpa la tiene la naturaleza de la obra. No sé muy bien cómo funciona la animación, pero me supongo que no se tirarán a la basura tantos planos ni tantas escenas como en el cine de actores de carne y hueso. Brad Bird ha demostrado mucha pericia en proyectos posteriores, por lo que NO me extrañaría que su celeridad se deba a la falta de imágenes.
Por otro lado, en la recta final de la obra su ritmo se encuentra más justificado, y se puede sentir una escalada de tensión impecable. Aquí la cosa suelta toooda su fuerza y nos muestra el mensaje principal de la obra, reflejado principalmente en el arco evolutivo del propio gigante. Es un mensaje POTENTISIMO y conmovedor, capaz de hacerme derramar lágrimas de cocodrilo incluso durante los créditos finales. LÁSTIMA que sus ideas más potentes sean desarrolladas tan solo durante su tercio final, habiéndolas mirado un poco por encima antes. Cogiendo perspectiva, es curioso verlo: el foco de la obra está puesto en el niño protagonista y, llegados a un punto, este deja de llevar la voz cantante y se la pasa al gigante, volviéndose un mero secundario. Algo más de homogeneidad habría sido interesante, pero no resta un ápice de emoción a su desenlace.
Pero hay una idea muy extendida en la obra que me resulta muy curiosa. “El gigante de hierro” hace MUCHÍSIMO hincapié en su contexto histórico -interno-, haciendo que incluso se embarronen sus ideas. Nos plantea una sociedad temerosa, conspiranoica, de antiguos y arraigados valores que confrontan directamente con el desarrollo al que aspiraba el resto del mundo en ese momento. Y en esos aspectos sí que han cuidado todo al máximo: el satélite inicial, los vídeos de la escuela que ven los niños, los periódicos, las preocupaciones del gobierno, lo que coge el protagonista para investigar… e, incluso, el aire mágico de su cuidada imagen.
Me apena haber hecho esta crítica taaaan pobre sobre una obra tan grande, así que en definitiva diré que recomiendo mucho disfrutarla. A niños, a mayores… “El gigante de hierro” cuenta con un mensaje universal que debe ser disfrutado.
Cinéfilo de mierda
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1
23 de mayo de 2018
17 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría comenzar hablando de mi relación con las notas. Estoy un poco en contra de juzgar una película mediante una escala numérica, pero Filmaffinity me obliga a hacerlo así que aprovecho para clasificarlas de una forma orientativa. No creo que sea transcendente, por lo que no le suelo dar mucha importancia… pero voy a explicar cómo lo suelo hacer. Jamás pondré un 0, como en los exámenes, ya que conozco lo mucho que cuesta hacer una película y creo que hay que saber reconocer el “mérito” de rodarla y estrenarla. El 1 y el 2 lo reservo para las obras que NO FUNCIONAN, que son aburridas, soporíferas, que ni tan siquiera saben mantener el interés del espectador y cuyo visionado resulta una tortura. Si la cosa no es tan hardcore, pero sigue sin sostenerse demasiado bien, les pongo un 3, y si al menos tienen un mensaje, 4. El 5 y el 6 serían para obras pasables, generalmente películas vacías de profundidad pero que te permiten un visionado relativamente decente. Cuándo ya se puede afirmar que es una buena obra, le pongo un 7, cifra a partir de la cual puedo recomendar el visionado. El 8 y el 9 se lo otorgo a aquellas que no se conforman con ser buenas y llegan a la excelencia en el conjunto de sus apartados, y que además saben transmitir sus ideas y generar emociones potentes. Y por último, el 10: esta nota está reservada a la genialidad, a la coherencia y, sobretodo, a aquellas películas que son capaces de marcarte de por vida, llegando incluso a aparecer en el momento justo. Pongo bastantes 7 y 8 -porque sé elegir bien-, pero apenas tengo 10 y, conforme más cine veo, más difícil me parece alcanzar esa cifra. En fin, que “Dark Crimes” tiene un 1.
Ésta película está basada en un artículo escrito por un tal David Grann en The New Yorker: “True Crimen, a postmodern murder mystery”. Lo podéis encontrar con facilidad. Yo no lo he leído, pero el guion de ésta peli habla de un detective que investiga un asesinato que guarda demasiadas similitudes con una novela, por lo que el escritor será investigado. La propuesta suena interesante, ya que alude a varios temas fuertecitos que dejan espacio al suspense y a la reflexión, peeeero la obra en términos argumentales se encuentra lastrada por cuestiones que hacen sombra a su historia, la vuelven turbia y no le permiten explorar a fondo las connotaciones de este asesinato post-moderno.
Uno de sus principales atractivos lo encontramos en su protagonista, Jim Carrey. El bueno de Jim, querido por todos, se esfuerza por introducirse en un detective en horas bajas, hastiado de vivir, obsesionado por la última oportunidad de lucimiento que le queda. Y no hay duda de que logra hacernos olvidar el resto de sus papeles, incluyendo el que hacía en “El número 23”, gracias en parte a la prominente barba que cubre su rostro. Peeeeero su interpretación se encuentra lastrada por cuestiones que le hacen sombra, la vuelven turbia y no permiten explorar a fondo los matices de este trabajo actoral.
Vale, ¿a que me refiero? ¿Qué elemento es capaz de lastrar un guion y una interpretación aceptable hasta reducir la nota de una obra hasta la mínima posible? Pues LA PUTA DIRECCIÓN.
La cosa es que su autor, Alexandros Avranas, ha tomado las peores decisiones que podía, y ha conseguido crear un monstruo SOPORÍFERO. El rollito es que esta es una obra de tono independiente, con un uso del plano muy contenido y un ritmo intencionalmente pausado, muy confiada en el interés del espectador. Pero joder, eso hay que saber hacerlo también, y el señor Alexandros Avranas NO SABE. Me he tragado bastantes obras densitas y leeeentas como ellas solas, pero esta es la única que pronto acaba resultando INSOPORTABLE. Y lo peor es que NI ES LA OBRA MÁS LENTA, NI SE ATREVE A AGUANTAR LOS PLANOS MÁS DE UN MINUTO, NI ES LA MENOS INTERESANTE. ES QUE ES MALA. Cada plano es una puta tortura en la que nuestra cabeza LUCHA por aguantar inutilmente, y aunque no tiene mucha duración se hace ETERNA.
Los culpables son un personaje protagonista anodino, que se limita a observar pasmado todo lo que ocurre; una fotografía que, aunque a priori parece interesante, cuando le ves el truco de los flares se vuelve monótona y poco atractiva; la ausencia total de intensidad o suspense en la narración y una banda sonora invisible. Espero que alguien le quite la cámara al amigo Avranas, por que no ha sabido cumplir con lo mínimo exigible en una película: que se pueda ver.
Cinéfilo de mierda
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7
11 de septiembre de 2018
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Annihilation” es un caso complicado. No voy a caer en el topicazo simplista de “o la amas o la odias”, pero es cierto que LA GENTE, en general, es bastante radical con la nueva obra de Alex Garland. Las opiniones navegan entre “una de las mejores películas de ciencia ficción del siglo XXI” y “bodrio pretencioso”, pero la existencia está llena de grises, y creo que son fundamentales en esta obra para entenderla. Por ello, vamos a alejarnos del amor o del odio absoluto dejando claro previamente que la cosa no esta mal del todo, pero que no me supone la revolución loquísima en el género que muchas personas contemplan.
Al mundo le ha crecido algo muy extraño, y Natalie Portman debe aventurarse a descubrir que es. Junto a su equipo, nos adentraremos en un mundo desconocido que nos obligará a reordenar las reglas del mundo que conocemos para adaptarnos a otras, que funcionan de otro modo. Además, se añaden a la fórmula elementos muy de thriller de terror -que nos pueden recordar a las mismísimas “Alien” o “Distrito 9”-, otros puntitos de thriller psicológico y un trasfondo filosófico para conformar una experiencia intensa y repleta de sorpresas que, por otro lado, no es capaz de deshacerse de la estructura formal del género, dejando la sensación de estar viendo la misma aventura de siempre con nuevo contenido.
Por suerte, el visionado es muy grato y Garland parece haber aprendido a gestionar el ritmo de su narración. “Ex machina” se me hizo un poco bola en su día en este aspecto, pero “Annihilation” sí que logra mantenerme pegado al asiento gracias a unas secuencias de suspense muy bien medidas y a una gestión de la narrativa correcta, que no coloca todo el peso en el diálogo expositivo. Ayuda mucho la amplitud del reparto, contando con unos personajes femeninos interesantes y bien construidos que Garland va destrozando en directo sin compasión alguna. Tengo que destacar a Tessa Thompson, que nos deja un personaje que logra hacernos olvidar su rol en “Westworld”. Y creedme: odio a su personaje de “Westworld”.
Otro pilar fuerte de “Annihilation” es su apartado visual, en el que mezcla un diseño de producción muy sólido con una dirección de fotografía cumplidora. Sus responsables, Mark Digbi y Rob Hardy respectivamente, dan forma a un universo repleto de color y formas imposibles lo suficientemente peculiar como para ser uno de los principales distintivos de la obra e, incluso, parte de su narrativa. Me gusta mucho la gama de colores escogida y nos deja estampas preciosas, que incluso toquetean la poesía visual, peeero debo criticar que en ocasiones se puede volver excesivo. La imagen a ratos parece barroca y sucia, muy alejada de la elegancia de la que hacía gala el anterior trabajo del director y que, no nos engañemos, era uno de sus aspectos fundamentales.
Pero si “Annihilation” tiene un punto flaco, no es otro que su propio mensaje, o sus múltiples lecturas, y cuidado porque en este párrafo rozamos el SPOILER. Garland es un rayado, y se nota reflexivo a la hora de abordar las cuestiones que plantea. Sin embargo, no creo que sepa enfocar estas reflexiones, pues luchan constantemente unas con otras. Una primera lectura muy muy cargadita de movidas por sí misma, una alegoría de fondo demasiado explícita y que no tiene mucho que ver, reflexiones feministas de por medio y un universo que, de simplemente funcionar, nos plantea serias dudas. Los elementos son agradables por separado, pero juntos conforman un pastiche que se muestra desordenado y algo aleatorio. Creo que Garland merece un estudio exhaustivo sobre cómo maneja sus mensajes -PORQUE “EX MACHINA” SE LAS TRAÍA, TAMBIÉN-, y no dudo que lo acabe haciendo en un futuro próximo: ahora mismo, no sabría si meterlo en lo fantástico o en lo pretencioso.
Ante la duda, prefiero dejarlo en ese océano inmenso de las películas notables que cuentan con un visionado grato. No me considero un intelectual de mierda, pero creo haber desentrañado sus secretos con relativa facilidad tras un primer visionado, por lo que no me siento llamado al segundo. Ahora bien, eso no quita que la obra sea perfectamente disfrutable y controvertida: no todas las propuestas que jueguen a desafiarnos como espectadores deben acabar magistralmente su jugada. A veces basta con, simple y llanamente, entregarnos algo con la suficiente profundidad como para no permitirnos desconectar un segundo. Y sin estar a la altura de obras tan gigantescas para mi como “La Llegada” debo decir que lo ha conseguido.
Cinéfilo de mierda
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6
11 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Canino” es la opera prima de Yorgos Lanthimos, un director griego que se puede considerar uno de los mejores exponentes del surrealismo actual. Únicamente le había disfrutado en “El sacrificio de un ciervo sagrado”, una obra que me pareció sobresaliente en su día -tenéis mi reseña por ahí-. Toca regresar a sus comienzos, a lo primario, y descubrir cuáles son las bases de este autor inconfundible.
La historia nos sitúa, una vez más, en el seno de una acomodada familia burguesa, compuesta por papá, mamá y tres hermanos. Éstos viven totalmente aislados del mundo, en una paz eterna en la que sus padres controlan cada aspecto de sus vidas, pese a su avanzada edad. Pero como en todas las obras de este particular género, una amenaza externa les trunca la vida y la lía parda.
La cosa comienza siendo una especie de ensayo sobre la influencia doméstica en la educación, continúa explorando la sexualidad en el proceso de madurez del individuo y termina con una búsqueda -bastante obvia y previsible- de la libertad y de la independencia. Debo señalar que la separación entre los discursos no es tan obvia, pues cada uno de éstos influyen y se retroalimentan, mostrándose como un TODO unitario que funciona sobradamente.
Pero para no liar demasiado, voy a empezar con lo que FUNCIONA: lo mejor, por ejemplo, es la magnífica gestión que hace Lanthimos del ritmo y la narrativa, logrando aunar su particular estilo -sobre todo en la dirección de actores- con los estandares de lo visible. Por otro lado, el autor muestra un buen dominio de la imagen, exprimiendo al máximo un espacio muy concreto que no destaca por su belleza. También resulta de interés, y uno de los focos de la obra, la gestión de las relaciones familiares; que aunque no alcanzan la complejidad de “El sacrificio…”, si que bastan para sostener la obra.
Pero “Canino” no es perfecta, y para comentarla no nos podemos olvidar de lo que NO FUNCIONA: para empezar, no temo decir que lo más acusado es una historia que, pese a estar bien gestionada, puede verse venir desde bastante lejos. Además, sus personajes no cuentan con el toque de carisma que necesitan –incluso contando con su estilo-, por lo que el metraje se hace algo más denso de lo debido. Y, aunque no me gusta meterme en esto, debo decir que la obra habría agradecido una calidad de imagen ligeramente mayor, pues aunque sus planos son bellos e inspirados, no terminan de impresionar por su falta de contraste y nitidez.
Entonces, ¿”Canino” sí o no? La película se deja ver con facilidad, sin duda. No es inaccesible a cualquier espectador que tolere las propuestas relativamente más pausadas. Por desgracia, tampoco cuenta con los elementos suficientes como para resultar recomendable por sí misma, ya que no temería afirmar que Lanthimos ha dado varias vueltas con su última obra. Existe una brecha profunda que “Canino” no ha superado: es muy aconsejable verla si se tienen conocimientos de psicopedagogía o similares. Para el resto de seres humanos, incapaces de encontrar y sacar jugo a su delicada construcción, deberemos conformarnos con una obra que cumple sin alardes, y que en un futuro ha sido perfeccionada.
Cinéfilo de mierda
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