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Críticas de Tú a Móstoles y yo a Calamocha
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
8
28 de febrero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver "Bestias del sur salvaje" sin saber nada sobre ella, salvo que había triunfado en Sundance, Toronto, Cannes y otros festivales, y había sido nominada a varias categorías en los Oscar. Lo que me encontré fue un relato fresco y original,notablemente narrado,basado en la relación de una niña con su padre. El viaje de iniciación de Hushpuppy, protagonista de la historia, otorga a Benh Zeitlin un punto de partida ideal para elaborar una fábula acerca de la naturaleza,el devenir y la existencia humana. Zeitlin se apoya en el uso de la cámara al hombro y una maravillosa banda sonora (firmada por él mismo junto a Dan Romer), y ofrece una película de ritmo agitado y realización nerviosa, que tan solo se estanca en momentos muy concretos. Pese a todo, la narración funciona perfectamente a modo de poesía, canalizada en todo momento por la voz en off de la protagonista, que intenta encontrar un sentido a lo que le rodea. Zeitlin se queda a un paso de sonar pretencioso, pero resuelve con soltura una película arriesgada.
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8
28 de marzo de 2013
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El año 1988 marcó el final del período más negro en la historia de Chile: la dictadura de Augusto Pinochet. "No" narra con precisión la habilidosa jugada publicitaria llevada a cabo por la oposición chilena para ganar el plebiscito convocado por un gobierno en jaque ante las múltiples presiones de la comunidad internacional. Pablo Larraín aborda el film mediante una realización cercana al documental que procura el naturalismo en cada plano y deja entrever un exhaustivo trabajo de documentación. El acierto de "No" reside en afrontar desde una perspectiva poco convencional un conflicto oscuro y atroz, sorprendiendo a un espectador que espera desde el primer instante una feroz diatriba contra el régimen. Canaliza la trama René Saavedra, personaje interpretado por Gael García Bernal, publicista a cargo de la campaña y artífice del triunfo posterior. Saavedra huye ya en el inicio del extremismo y elabora una campaña que omite deliberadamente las brutalidades cometidas por el dictador. Su intención es apelar a un sentimiento enérgico y entusiasta, alejado de la nostalgia, la solemnidad y el horror. Saavedra, pragmático y visionario, no anhela venganza sino esperanza. Su planteamiento, en origen, resulta muy naif, pero a medida que avanza el metraje vamos intuyendo que quizá no existía una alternativa mejor. Las imágenes de archivo ofrecen al espectador la garantía de empatizar con lo que se está contando y la ambiguedad de algunos personajes dota a la película de una innegable honestidad. Son los diálogos, sin embargo, el apartado en el que "No" proyecta mayor verosimilitud. Cuando acaba el relato, uno sale del cine con el antojo de saber más acerca de esa convulsa etapa.
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7
18 de febrero de 2021
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"Tumba abierta", "Trainspotting", "La playa", "Slumdog Millionaire", "Trance"... La carrera cinematográfica de Danny Boyle acumula ya varios éxitos de taquilla, todos ellos cimentados en un estilo propio, conseguido a partir de una serie de recursos narrativos con frecuencia vinculados a las preferencias del público juvenil. Cuando uno acude a ver una película de Boyle, lo hace a sabiendas de que el cine del británico no es precisamente austero y se prepara para una ceremonia visual siempre construida sobre unos elementos muy concretos: ritmo frenético y realización nerviosa, ausencia casi total del plano fijo, música electrónica como base de la banda sonora, giros de guion tramposos, temática psicodélica y siempre cercana al thriller psicológico... Con "Steve Jobs", aunque aglutina alguno de esos rasgos, se desmarca en su conjunto del sello Boyle y propone una puesta en escena mucho más sobria y alejada de las excentricidades que caracterizan al resto de sus obras.

"Steve Jobs" no es un biopic al uso y eso juega a su favor. El guion, obra de un inconfundible Aaron Sorkin, se centra en tres momentos puntuales de la vida profesional de Jobs (el lanzamiento del Macintosh en 1984, el lanzamiento del NeXTCube en 1988 y la presentación del iMac en 1998), circunstancia que permite a Boyle demostrar su dominio del montaje paralelo, ahorrar metraje y, sobre todo, prescindir de momentos de la vida de Jobs que irremediablemente habrían obligado a introducir en la película convencionalismos propios del género biográfico.

Nos libramos así de ver en la pantalla secuencias sobre la infancia de Jobs, escenas que aventurasen la relación con sus padres o escarceos sentimentales durante su etapa universitaria, tramas que, por otra parte, hubiesen significado penetrar en el terreno de la especulación. Boyle y Sorkin, por tanto, aciertan en la estructura, pero no es esa la única virtud de la película. Es en el tono donde quizás hagan gala de mayor puntería.

Boyle dibuja un Jobs ególatra y misántropo, obsesionado con defender la figura del creador frente a las injerencias del capital y la opinión del público potencial. Y es en esa propuesta donde la cinta gana más enteros, porque convierte la narración en un estudio acerca de la ambición y en un análisis sobre el liderazgo. Michael Fassbender y Kate Winslet (ganadora del Globo de Oro por la película) contribuyen con su talento y química a redondear la función, y conectan con facilidad con un texto ágil que en ningún momento amenaza con el tedio.

"Steve Jobs" es, en definitiva, un notable producto de entretenimiento que, además, se presta a interpretaciones no exentas de profundidad. Ojalá Hollywood acostumbrase a ofrecer más películas así.
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7
15 de febrero de 2021
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El cine del estadounidense Jim Jarmusch siempre ha estado marcado por unas constantes, por unos rasgos diferenciadores que dotan a sus películas de una estética muy peculiar y las convierten en fácilmente identificables para el espectador cinéfilo de turno. Así, las situaciones surrealistas, el gusto por las imágenes potentes, la marcada presencia de simbolismo, el tema de la soledad o la solemnidad en los diálogos son, por poner algunos ejemplos, patrones que nos indican la firma del director tras la cámara.

"Los límites del control" no es una excepción y reúne gran parte de las características que han dominado el resto de su filmografía. La película se vale de una estructura casi circular, en la que el personaje principal revive continuamente situaciones prácticamente idénticas, para narrar la historia de un individuo que debe recorrer España para citarse con una serie de personajes y concretar un encargo de carácter turbio. El personaje central está interpretado por un hierático Isaach de Bankolé, en un papel muy diferente al que realizó en Ghost Dog, el camino del samurai, también a las órdenes de Jarmusch.

El itinerario recorrido por De Bankolé es un pretexto para filmar algunos de los encantos de la geografía española e insertar cada una de las intervenciones de los diferentes personajes con los que se va encontrando. De esta manera, Jarmusch no deja pasar la oportunidad de mostrar varios lugares icónicos del país (la Plaza Mayor de Madrid, la Torre del Oro de Sevilla, la estación de Atocha...) antes de dar paso a cada uno de los encuentros.

Encuentros en los que un De Bankolé lacónico y taciturno es testigo de varios discursos (monólogos, prácticamente, debido a la casi no presencia hablada del protagonista) pronunciados por una sucesión de excéntricos personajes y marcados por la alusión a distintas disciplinas. El fantasma de la incomunicación, otro de los temas recurrentes de Jarmusch, está presente en todo momento y nos encontramos con personajes que hablan diferentes idiomas y no se entienden entre sí (algo ya abordado por el director en "Ghost Dog" o "Dead Man").

El guion está plagado de expresiones que, en principio, carecen de sentido, pero que con su repetición constante dotan a la película de un tono poético muy atractivo (mientras que en "Dead Man", por ejemplo, a Johnny Deep le preguntaban continuamente si tenía tabaco, aquí Isaach De Bankolé recibe de todos los personajes la misma pregunta: "Usted no habla español, ¿verdad?").

Frente a lo parco del lenguaje, Jarmusch ofrece una enorme potencia visual (a destacar el plano de presentación del personaje de Tilda Swinton, con una indumentaria y un paraguas que contrastan sobremanera con la estética arquitectónica del centro de Madrid) y un ritmo narrativo muy lento, prácticamente estático, que se estanca premeditadamente con una serie de escenas que se repiten sin cesar: De Bankolé en la cama con los ojos abiertos, De Bankolé practicando Tai Chi, De Bankolé tomando café en una terraza...

En cuanto al reparto, uno se queda con ganas de que actores como Gael García Bernal, Bill Murray o ese extraordinario producto nacional llamado Luis Tosar no hayan gozado de algún minuto más en pantalla.
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9
14 de febrero de 2021
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Ya nadie pone en duda el papel predominante de China en el tablero geopolítico actual y son pocos los que niegan una más que probable hegemonía internacional del gigante asiático en un futuro a medio plazo. Sin embargo, la sociedad china sigue siendo en muchos aspectos un enorme interrogante para Occidente, una circunstancia propiciada por la opacidad de un gobierno que limita enormemente las informaciones de cara al exterior y que censura también a nivel interno cualquier voz disidente con el sistema. A pesar de esta espiral coercitiva, el cineasta Jia Zhang-Ke se las ha apañado en los últimos años para que su discurso crítico con el modelo chino consiga no sólo llegar a sus compatriotas, sino también traspasar las fronteras del país y mostrar a los espectadores de todo el mundo las miserias de un régimen contradictorio como pocos. Aun así, Zhang-Ke no se ha librado siempre de la represión: la película que rodó antes de "Más allá de las montañas", "Un toque de violencia", fue prohibida dentro del país.

Ante esta situación, acercarse a la obra de Zhang-Ke es una de las mejores vías para conocer el complejo entramado social chino. Como ya hiciese con "Naturaleza muerta" o "Un toque de violencia", con "Más allá de las montañas" Zhang-Ke canaliza su alegato contra el sistema a través de una serie de personajes cuyos conflictos funcionan como arquetipos del problema global que acucia al país. "Más allá de las montañas" cuenta la historia de Tao (impagable el trabajo de Zhao Tao, esposa de Zhang-Ke en la vida real), una joven de Fenyang que, para casarse, debe decidir entre dos amigos de toda la vida. Al final opta por Zhang, que se ha enriquecido gracias al viraje capitalista chino de la última década, y renuncia a Liang, que trabaja en una mina de carbón. A partir de aquí, las vidas de cada uno de ellos se bifurcan (Tao tendrá un hijo con Zhang, pero no tardará en divorciarse de él) y seremos testigos del apagamiento vital de cada uno de ellos, todos incapaces de adaptarse al crecimiento arrollador de un país centrado en lo colectivo y que olvida el humanismo de puertas para adentro.

La metáfora sobre el despiadado modelo chino y la sociedad anacrónica incapaz de seguir su estela está siempre presente, con unos personajes perdidos e impotentes, rodeados en todo momento por la nueva tecnología, y fagocitados de forma inconsciente por el sistema hasta el punto de llamar a su hijo "Dólar". En cualquier caso, el dibujo de la transformación económica del país es más sutil que en anteriores trabajos del director y Zhang-Ke otorga prioridad a las historias personales en perjuicio de la diatriba anticapitalista.

Y es ahí donde la cinta alcanza la excelencia porque, además de ser un perfecto retrato de la China contemporánea, "Más allá de las montañas" es, sobre todo, una película con alma. El trabajo de Zhang-Ke está muy cerca del lenguaje poético y depara planos de una belleza extraordinaria: la escena en la que el padre de la protagonista muere, sentado y con un teléfono móvil sonando en la mano, es probablemente una de las alegorías más desgarradoras sobre el mundo presente que se han filmado en los últimos años. Y es que "Más allá de las montañas" es también una película que habla sobre el paso del tiempo (no en vano Zhang-Ke divide el tempo en tres etapas diferentes de la vida de los protagonistas, haciendo uso de una audaz estructura narrativa que incluso imagina un futuro hipotético en 2025, ejercicio del que sale airoso) y ofrece uno de los planos finales más conmovedores que recuerdo en el cine reciente, con "Go West" de Pet Shop Boys acompañando a la imagen y cerrando un relato que se revela cíclico a ojos del espectador tan sólo al final, en el último minuto.
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