Con no odiar las canciones es suficiente. Richard Lester rodó de una manera muy atractiva la mezcla de documental y comedia. Y habría sido mejor aún si no le hubieran dado vueltas a la pulcritud del traviesísimo abuelo.

Los Beatles no son buenos actores, excepto Ringo Starr, y el guión no es la leche en verso. Algunas películas parten de mimbres muy superiores, y sin embargo sale un cesto que no está a la altura. Esta resulta apañada, concisa y muy entretenida.

Mis momentos preferidos: la encantadora sonrisa de Ringo y la frase "Le ataría a John una cadena con una bola, pero la usaría de sonajero y en público".

Todos somos subjetivos. Es natural, todos somos distintos. La película que al vecino le deja frío a ti te llega. Y al menos en parte no puedes concretar por qué, pero sabes que tu mente y/o tu corazón se han enganchado.

Esto se acentúa con las rarezas. Si consigues entrar en "El gran hotel Budapest" probablemente lo pasarás bomba. Yo acabé hasta el moño de tanta simetría, no me hizo ninguna gracia y me aburrí de lo lindo. Pero digo y recordaré lo que me gusta: lo bien que quedan el rojo y el morado juntos, la interpretación de Ralph Fiennes y el diálogo entre Gustave y su ayudante al salir de la cárcel.

Producida por España y Argentina; no sé si allí se habrá visto mucho, pero lo que es aquí... Otra interesante película rescatada del baúl de los olvidos por "Historia de nuestro cine".

Una chica que acaba de chuparse cinco años de cárcel empieza a trabajar como enfermera de una mujer rica. El otro protagonista es el sobrino de la señora, un caradura y un vago que no ve la hora de heredar.

La primera hora es muy chula. El resto no está mal, pero baja lo suyo el nivel. No se resuelven tan bien las elipsis, la cosa va un tanto atropellada, lo de poner la misma canción entera dos veces me aburre, la tensión decae. Pero merece la pena verla hasta el final.

Supongo que el director y el guionista temían que si todas las escenas transcurrían dentro del camión de los detenidos, la claustrofobia resultaría excesiva. Pues para mí el error está en conectar de vez en cuando al camión con el exterior. Son escenas que no me aportan nada, y además innecesariamente alargadas. Ojalá hubiesen explotado más las diferencias ideológicas y de circunstancias de vida de los detenidos.

Otra cosa que no me gusta es el abuso de la cámara en mano. Resulta de lo más incómodo para la vista, y creo que debe reservarse para algún momento muy puntual y escogido.

Por lo demás, no me arrepiento de haberla visto. La frase de la película: "Una imagen puede convertirse en una causa".

Pienso que este argumento, basado en hechos reales, sólo daba para tres cuartos de hora. A partir de que las chicas desaparecen se me hace un tanto pesada.

En su segunda película Weir explora, y experimenta con cosas que en cintas posteriores utilizaría con mucha más eficacia para el desarrollo de la historia y la impresión para el espectador. Y ya era lo bastante bueno como para que merezca la pena verla entera por sí misma. Los amantes de la fotografía disfrutarán como los enanos. Si quieres usar la versión original subtitulada pero te cuesta, es muy cómoda: se habla poco y despacio.

Mi momento preferido es el tremendo plano de las chicas atándose el corsé.