No nos es lícito hablar de lo sacro por boca de ganso, de la misma manera que Love requiere un análisis exhaustivo que prescinda de un somero descrédito hacia lo escatológico. Love es un trago de arena caliente, una gominola de hachís. A través de un triángulo amoroso –hombre, mujer y su amante- se desarrolla una historia de romanticismo obsceno, carnalmente prosaico y pueril. Averiguamos, sin embargo, que con un poco de paciencia no son todo libaciones, rituales iniciáticos a la sagrada sacristía de Onán, ni lúbricas prácticas bárbaras de supervivencia de la especie. Estamos ante algo mayor, algo más parecido a "La philosophie dans le boudoirque" en la que Smolders parafrasea al eniesto Sade. El amor aquí es paxorístico como en The Empire of Sins, notamos como la pasión bracea hacia una bocanada más de aire, la lucha de gladiadores entre Eros y Tánatos se vuelve a librar de nuevo.Es una pelea titánica, fatigosa, cruel. No podemos evitar sentirnos incómodos a veces en la cruenta belicosidad de los acontecimientos, incluso nos planteamos parar la filmación entumecidos de placer herético. No cabe lugar para recato, ni moral ni carnal. Hay lugar para un Maggot Brain, o para Erik Satie, no sé, la cosa se pone demasiado interesante muchas veces. A juzgar por la crítica esto debería ser la crítica de una peli porno, retozona, descabezada.Bueno, la crítica siempre se equivoca, hasta en mentir: Gaspar y Noé,queridos.

Espectacular. William Friedkin firma una sublime historia de amor entre el “Miedo y asco en las Vegas” de Gilliam y el “Jeux d'enfants” del galo Yann Samuell. Michael Shannon (¿o debería decir Howard Hughes?) no defrauda y realiza una espectacular interpretación de desequilibrado cargado de Focusyn, obsesivo y conspiranoico, y Ashley Judd borda el papel sumiso y vulnerable de la mujer maltratada y solitaria entregada a una nueva aventura amorosa. Una trama que acontece prácticamente en un solo escenario y planos secuencia sin cortes que mantienen la tensión argumental y potencian la fuerza interpretativa, nos zambulle en un film paradójicamente discreto en taquilla que nos zarandeará entre el delirio y la cordura para acabar consumiéndonos en la pasión.

Inteligentísima película de guión controvertido, manido, pero que parece relucir por su excepcional resolución. Una película que me ha tenido atento desde el primer minuto, tan creíble – secundarios, absurdos atrezzos, escenarios de una mitología americana profunda y cateta, tribus urbanas desfiguradas por la depravación corrupta y el nihilismo explícito- como dogmáticamente oscura. Inteligentes planos y colores que dan luz a una oscura historia que te atrapa en la red azul del trauma infantil, de la sinrazón adulta y de la desazón profunda. Hay mucho tino en el minutaje, un buen uso del tiempo y unas interpretaciones alucinantes. En fin, la verdad es que una valoración que reta a la mayoría de valoraciones es más difícil pero, creo, que esta película lo merece, y mucho. Desde mi singular punto de vista se trata de una pequeñita obra de arte. Pequeña, y fea por momentos, sí, pero bellísima en su conjunto.

Martín Cuenca se marca una peli difícil, no para todos los paladares (¿LO HABEÍS COGIDO?¿EH?¿EH?). De primeras, y sólo viendo el título, uno ya se va haciendo a la idea de lo que va a encontrar: A de la Torre haciendo de cocinitas. Pero claro, después de tanto Hannibal Lecter y sucedáneos montándose sus barbaquiús, pues es normal irse preparando para la descripción del asesinolocoperointeligenteeleganteymetódico de marras. Ahora bien, aquí no, no no nou. Todo ese arquetipo caníbal queda vestigial, latente en un automatismo secundario, al igual que el clásico toma y daca con la el detective de turno. Hay una tensión sostenida que se mantiene prácticamente hasta el final. Ya, ya sé que la mayoría va buscando el cuchillo YA, muertos y vísceras, – y, ahora que caigo, ¿no nos convierte así a nosotros en caníbales? – pero no y no. Llega el invierno, en Granada hace frío y, claro, no todo va a ser matar, cojones, también hay que meter la puntita.

Que al final la cosa se lía y mira, cada uno a su casa y la Virgen en la de todos.¡Y tan pichi hostia!

Ridícula. Si alguien me recomendase verla bajo la premisa de que disfrutaré de una "alegoría psicoanalítica de la transición en tonalidades dadá" directamente me parto el culo. Decepción personal para mí que estimo al Saura de La Caza como el que más. Ay, ay, ay. Vamos, que esto es lo que pasa si mezclas el culo con las témporas, el tocino con la velocidad y que pa tu culo un futbolín Saurita. Ah, y un buen par de tetas que no falten.