Blade debe seguir su inacabable lucha con los vampiros, mientras estos tratan de terminar con él. Esta nueva oleada de vampiros han despertado un antiguo ser muy poderoso, con habilidades por encima de las de un vampiro habitual, que hará algo más que dar problemas a nuestro héroe. Blade también tendrá detrás suyo al FBI, obstinados en detenerle y acusarle de terrorismo. En este contexto, Blade, se encontrará más solo que nunca, rodeado de enemigos que desean destruirle.
La tercera película en esta franquicia nos trae a un personaje ya desgastado. Todos sabemos quien es, que hace y como se las gasta. Desde la primera película no han tratado de ahondar más en la personalidad del híbrido vampiro y humano, lo que termina por pasar factura en esta película, porque le convierte en un sujeto plano, apagado y repetitivo. Se trata de compensar esta vacuidad con la inclusión de sangre nueva. Otros personajes que ayuden a nuestro protagonista en su lucha y que en cierta medida más bien lo que consiguen es acentuar lo insustancial del personaje principal.
El guión es infantil. No quiero decir con eso que sea para niños, sino que perfectamente lo podría haber escrito un crío de diez años. Los giros argumentales, las tramas complicadas o personajes con lealtad ambigua, se dejan completamente de lado para entregarnos una película de acción con buenas peleas, pero flojos diálogos. Aunque las peleas sean correctas y los efectos especiales estén bien implementados para acompañarlas, la acción se limita a un simple: Blade y sus amigos aplastan a los vampiros, seguido de los vampiros golpean a Blade y luego vuelta a empezar. Este efecto de repetición se recalca aun más si nos fijamos que los diálogos son breves y tienden a ser raquíticos en cuanto a remarcar razonamientos para la toma de decisiones. Creo que es un grave fallo del director no haber profundizado más en los hechos. Hubiese explicado mucho mejor la acción.
Siento que Wesley Snipes está por debajo de sus posibilidades y eso hace daño a la película. De los otros dos secundarios, sin duda Ryan Reynolds haciendo el papel de King es quien más aporta a la película. Al menos vemos a alguien con interés en la pantalla.
La película está solo para aprovechar el tirón de las anteriores, para explotar una franquicia ya consagrada y tener así un éxito de taquilla con los mínimos riesgos. Podemos encontrar tanta o mejor acción que la vista previamente, pero a falta de unos personajes que nos motiven, que nos den una necesidad para estos actos, resultan incoherentes. Con lo visto, hubiese sido mejor, encarar la película como un proyecto aparte de Blade en el cual él participa, pero en ningún caso es el protagonista pues esta es una película donde los secundarios tienen más gancho que la estrella.

Kar es un ladrón especializado en el hurto al descuido, que vive en un viejo cine, el Golden Palace, especializado en películas de artes marciales. Por casualidad se encuentra con el monje sin nombre. El cual tiene la tarea de custodiar un antiguo pergamino y le toma como protegido.
La película sigue la habitual progresión de todas las películas donde un viejo maestro de artes marciales, en este caso un maestro shaolin, pretende adiestrar al que parece el peor candidato posible. Al principio hay pique entre ellos, después se ven obligados a permanecer juntos y al final muestran una camaradería que parece realmente difícil para personas que se conocen solo hace unos días. La coreografía de las peleas en general es floja, sin destacar demasiado. Un punto negativo en una película de artes marciales. El guión tiene algún que otro agujero. En un momento donde Kar y el monje sin nombre están en un parque y aparecen los tipos duros detrás del pergamino, kar lanza su bolsa contra un par de ellos tumbando a uno. Lo que no tiene consistencia es que justo después, la siguiente escena sea Kar y el monje sin nombre corriendo juntos por delante del que no ha tumbado.
Se puede ver como película de acción de consumo rápido y olvidarla pronto, más probablemente solo esté reservado a los verdaderos fans de las películas de acción, que no tanto a los de artes marciales por las flojas peleas.

Siendo una película con un argumento poco convencional, puede preocupar a quien tiene que decidir si ver o no esta película. Puede ser de los hermanos Cohen, puede ser surrealista en algunos momentos, pero es realmente muy divertida. Con un guión bien cuidado y ejecutado, unos actores que te hacen creer en sus personajes, es imposible no identificarse con esta película. Es capaz de sacarte de la apatía diaria con sencillez y buen humor.

No me han gustado tanto otras de los hermanos Cohen, pero esta es más que recomendable.

Un padre debe luchar junto a su hijo con todas sus fuerzas contra innumerables adversidades para conseguir superar una caótica y difícil etapa de su vida. Medio hundido por la venta ambulante de un dispositivo utilizado por centros hospitalarios, deberá salir adelante como sea hasta completar las prácticas que realiza en una prestigiosa empresa que le podrían reportar el futuro que él tanto ansía.
Esta película es la típica cinta que de vez en cuando aparece en nuestras pantallas haciéndonos creer que con esfuerzo se puede todo. Tal vez en un mundo ideal, donde todos tienen las mismas oportunidades sea así, pero no en el mundo real donde las adversidades no vienen solo por la suerte. En las películas basadas en hechos reales, como es el caso, tienes la esperanza de ver mucha realidad y poca fantasía. Sin embargo, esta vez el guionista de la floja El hombre del tiempo con un sustancial mejor trabajo esta vez, parece que le importa mucho más llevar a nuestro protagonista a un límite que nos haga conectar con sus sueños que no plasmar unos acontecimientos plausibles. Es tal la carga que debe soportar este hombre, que te fascina como puede aguantar psicológicamente tanta presión sobre sus hombros. El problema no es que las penalidades que tiene que pasar el protagonista y su hijo sean falsas. Tal vez más desgraciadas de lo que puedas imaginar. El problema viene de esas pequeñas cosas como esa combinación de mala suerte y buena suerte al estar perdiendo de la manera más ridícula el dispositivo que representa el sustento de la familia de Chris. Para luego encontrarlo otra vez de forma rocambolesca en buen estado.
El director, Gabriele Muccino, repetirá después en otra película con Will Smith, Siete almas, con resultado similar. Él se encarga de evitar que el monótono y repetitivo guión, nos aburra gracias a sus dotes como narrador. Lástima que obvie explicarnos mejor porqué este excelente padre de familia elige arriesgar su futuro y el de su hijo en una aventurada apuesta que tiene muy pocas opciones de funcionar. Máxime cuando ya hizo algo parecido con los ahorros que tenían al entrar en un funesto negocio vendiendo dispositivos médicos. Los cuales son al fin y al cabo los responsables de su situación. En ese aspecto la cinta prefiere callar y aceptar el sueño de Chris Gardner como un axioma a conseguir.
Sin lugar a dudas la interpretación muy por encima de lo que muchos esperarían de Will Smith y que le valió una merecida segunda nominación al Oscar como mejor actor es crítica para cimentar la valía de la película. El resto de actores no se acercan a su nivel de excelencia, pero al menos no le entorpecen en su trabajo.
En definitiva la película busca llegar hasta la fibra sensible de la gente. Habrá momentos donde te parecerá preparada y un tanto manipuladora. Aunque es notable su capacidad para alzarse por encima de los habituales cánones que imponen las películas de superación personal y convencernos que todo es posible.

No entiendo para que necesitaban los franceses reclutar a un puñado de críos extranjeros que no sabían volar con un avión. Pero de la misma manera que toda guerra es insensata y no importa, tampoco se analiza este aspecto aquí, sino que se acepta la ayuda como un ofrecimiento impagable. Una ofrenda, su vida, que no tardarán en cosechar los cielos franceses.
La película no se hace excesivamente larga a pesar de su duración sobrepasando ampliamente las dos horas de metraje. Aun así, notas que la historia está tratada con poco acierto, pues distribuye mal el tiempo. Invierte muy poco en presentar a los personajes, haciendo que antes de que te des cuenta ya sean pilotos. Es comprensible que con tantos integrantes en la escuadrilla sea prácticamente imposible darles a cada uno el tiempo suficiente para que desarrollen una personalidad, pero la solución mostrada aquí solo consigue retratarlos como figuras estereotipadas. El aprendizaje tampoco parecía ofrecer nada vistoso, así que también se pasa lo más rápidamente posible. Dejándonos con una tierna historia de amor, pero en muchos aspectos demasiado forzada entre un piloto americano y una joven francesa. De juzgado de guardia es que los americanos no sepan hablar francés, ni siquiera después de varios meses en Francia. Y que tenga que ser ella la que aprenda a farfullar un poco el inglés, si quieren conversar. Esta relación añade sensibilidad a una película de cruentas batallas en el aire, pero está planteada de una forma tan precaria, que tal vez hubiera sido mejor no incluirla.
El auténtico baluarte de esta película son las diversas luchas aéreas que nos presenta. Muy espectaculares y cada una con objetivos distintos, evitando así que se torne repetitiva la acción. Se sabe magnificar el heroísmo de la lucha. Vemos lo difícil y exigente que es para estos pilotos el día día de su vida. Sin embargo no podemos creer la mayor parte de lo que vemos en estos combates aéreos. Porque para contentar los gustos actuales y atraer a más espectadores, las escenas son tan espectaculares que no son nada realistas. Con piruetas imposibles que harían a estos aviones casi de juguete partirse en dos por la tensión a la que son sometidos. Los motores con los que contaban entonces tampoco ofrecían la potencia suficiente para realizar lo visto en pantalla.
Contamos con dos caras conocidas, una es el protagonista James Franco, sobre el que recae la mayor parte de a responsabilidad de sacar adelante este proyecto. Resulta bastante creíble como vaquero americano surcando alocadamente los cielos, y menos como sensible enamorado. No te puedes quejar de su actuación. El otro es Jean Reno, como el capitán encargado de dirigir el complejo en el que están. Este es un papel menor, y sientes que este actor está desaprovechado. Le faltan minutos en pantalla y escenas más decisivas. Hace lo que puede con lo que le ofrecen, mucho mejor que su trabajo en Rollerball.