Esta es una de esas películas que nunca entiendes por qué pasan desapercibidas dentro de la cultura cinéfila. La he visto reiteradamente y cada vez me sorprendo más y más de la fineza que tiene la cinta en manejar de forma crítica, satírica y burlesca una temática tan compleja y tan apasionada como es el del color de la piel. Asimismo, el desarrollo de la misma es una excelente representación caricaturesca sobre los entramados de uno de los deportes más lucrativos pero a la vez más polémicos de la sociedad moderna, el boxeo.

Interpretada por nombres que en su momento ya se mostraban como futuras promesas de Hollywood, tal como Jeff Goldblum, Jaime Foxx y Peter berg, entre otros, “La gran esperanza blanca” es un filme de humor que tiene como principal argumento el trasfondo del boxeo, con sus intimidades, secretos y corrupción interna, así como el uso irónico del racismo y la polaridad étnica de la sociedad norteamericana. Es sólo humor inteligente, no hay que pedirle más de lo que ofrece.

Su trama muestra al “Reverendo” Fred Sultanel (interpretado por Samuel L. Jackson), un gurú y magnate del boxeo que no tiene escrúpulos algunos en hacer que su cuenta bancaria crezca (su performance recuerda al famosos promotor Don King), que al observar como el espectáculo de boxeo que él promueve comienza a decaer a causa de la falta de un rival digno para el campeón mundial de boxeo, James “The Grim Reaper” Roper (un afroamericano de malos modales y ego desbordante interpretador por Damon Wayans), apuesta por encontrar al único hombre que venció al campeón, Terry Conklin, un hombre blanco de poca inteligencia, que se convierte en la esperanza de millones de estadounidenses por ver a un hombre blanco convertido en campeón mundial de boxeo. Con este panorama se hace presente el personaje Mitchell Kane, encarnado por Jeff Goldblum, un periodista independiente que se propone como meta desenmascarar los negocios y trampas del “Reverendo” Fred Sultanel, y cuya aventura de denuncia social terminará por dar un giro inesperado.

Lo mejor de la cinta es que con su trama y personajes tienes garantizado un buen número de risas. La dinámica de la película te atrapa y el desarrollo y evolución de los personajes con el trasfondo de la lucha étnica, está bien ejecutado. Hay que decir que la “La gran esperanza blanca” funciona como sátira de una sociedad como la estadounidense, que aún a finales del siglo XX, presenta un gran morbo racial por por algo tan intrascendente como una pelea de boxeo entre un hombre de color y uno blanco. El filme explora de manera interesante el papel de los medios de comunicación y el sensacionalismo de los mismos por explotar el icono de "la gran esperanza blanca”.

Tal vez en su afán de recrear un mosaico que tuviera como fin representar el mundo interno del boxeo, el filme maneja una cantidad excesiva de personajes que poco o nada aportan a su desarrollo.

Era quizá la comedia el único género que faltaba por explorar el ya anunciado apocalipsis (aunque pueda pecar de desconocimiento), y es una pena que lo haya hecho.

Tenemos con "Buscando un amigo para el fin del mundo" un filme del montón. Usando los cliches de la monótona comedia-romántica americana, el filme quiere innovar aplicando a ésta reconocida fórmula un trasfondo particular: el fin del mundo.

De esta forma, nos aprestamos a ver una cinta que en sus primeros minutos funciona a medida que el desconcierto de la extinción se apodera de la humanidad. El personaje de Steve Carell soporta la carga emocional de la cinta, al tiempo que le imprime a la misma -través de sus actitudes- una buena dosis de humor irónico. Hasta esta parte el filme me sorprendió gratamente. No obstante, en la segunda mitad del filme la trama que tanto me impactó comienza a perderse en la cursilería de la comedia romántica, aclarando que no soy enemigo de la comedia romántica, y que hay varios títulos que se encuentran entre los filmes que más me entretienen.

De este modo, reaparece el Carrel del patético personaje de "Virgen a los 40" al tiempo que Keira Knightley se esfuerza por parecer una hippie sin norte. Las ocurrencias de un viaje en carro (¡cuando no en el cine yanqui!) aparecen de trasfondo para que los dos protagonistas se enamoren. Algo para nada predecible en el filme (ironía).

En fin, actuaciones ya vistas, humor barato, final predecible, recetas que le otorgan a “Buscando un amigo para el fin del mundo” la categoría de peliculilla. Aun así me ha sorprendido las buenas críticas en FA… Esta vez no chicos y chicas, esta vez no!!!

Esta vez a Schrader no le sale el arquetipo del hijoputa que encuentra redención al final. Si bien la actuación de un cada vez mejor Joel Edgerton es lo más notable del filme, la película no logra la profundidad psicólogica con el personaje principal, ni mucho menos hace que este logre un arco de redención. La historia resulta aburrida, light e ingenua, algunas actuaciones no llegan a buen nivel (Quintessa Swindell queda a deber) y al final todo se resuelve de la manera fácil: con violencia y revolcones.

Timothée Chalamet haciendo de él mismo, como en las últimas 4 películas. Nada nuevo. Ahora bien, la película es una mezcla de muchas cosas y al final no es nada. La ambientación de los 90 es realmente mala: como noventero que soy, en ningún momento vi representada la época en la cinta: parece otra película que se apunta a la estética de los años maravillosos, con una voz en off sobre aventuras de adolescentes cachondos, fiestas, amores imposibles y drogas. Que si me dicen que la película transcurre en el verano del 82 o en el 75, me lo creo.

Sobre la trama: el clásico pringadillo que no se come un rosco y que se junta con el guaperas para hacerse popular, en este caso: vendedor de marihuana. Lo demás está súper reforzado, tanto el romance como ese final tan "dramático".

Resumen: película pasable, ya muchas veces vista, y que no consigue plasmar la época que quisieron representar, y portagonizada por un actor que hace el mismo papel en todas sus películas, sea cual sea la época que represente.

Estamos ante un producto serie B, en el que encontramos dos caras conocidas: el venido a menos Tito Cage y un muy veterano Kelsey Grammer, que está casi en modo cameo.

Cage sigue encasillado en papeles de tipo guarro, alcohólico y sin escrúpulos, que, para ser franco, le sientan muy bien. En esta ocasión es él quien lleva a flote gran parte de la película, en compañía de una acertada Kadee Strickland, con la que muestra muy buena química. Por su parte, el guaperas Luke Benwad, muestra pocos recursos actorales y parece más un actor amateur.

Voy directo a Spoilers para comentar sobre el desarrollo de la trama...