Considerada como una de las buenas obras del cine japonés, que en las últimas décadas se revaloriza a pasos agigantados (tal vez para un público algo harto del predominio de la industria de Hollywood), hay que verla con un poco de paciencia, porque posiblemente no estemos familiarizados con esta otra forma de hacer cine. La historia, sin embargo, es ya recurrente, porque el tema de las geishas y de los mafiosos japoneses también nos empieza a cansar a los que, por curiosidad sobre todo, tratamos de buscarle la gracia al arte oriental. Si la película se aproxima a la realidad, parece que aquellas muñecas de porcelana se van separando cada vez más del papel social que cumplían antes*: agradar a los hombres sin caer en las bajas profundidades del sexo profesional, y hasta la heroina de esta obra tiene que luchar contra esa tentación (la bellísima Hadeko Takamine, que tiene que aguantar a todo un ejército de buscones y hasta a una madre y a un hermano que viven a su costa).

He visto "Salomé" por un canal de música clásica, que es una ubicación más acorde con el carácter de esta obra, precedida de una angustiosa presentación de Roque Baños (que comparte música con Tomatito), porque ese artista padece un lastimoso problema físico, que le impide articular una sola frase sin que transcurran eternos segundos. Saura vuelve a repetir el intento de hacer ballet u ópera de flamenco, y nos
narra sus intentos (y algunos ensayos) en más de 25 minutos iniciales, que quizás sobran, porque deberían haberse incluido en un "extra" de DVD (algo como "el así se hizo" de muchas películas). El siguiente tercio ya es acción pura, esto es, una lección espléndida de ballet flamenco, con un decorado totalmente sobrio, donde puede parecer chocante que el mismo Herodes baile por sevillanas. Y finalmente, para mi gusto lo mejor, el desarrollo de la tragedia como una ópera casi muda (a la música fascinante, con sabor más a clásico que a flamenco, se le añaden algunas canciones de corte arabesco o judaíco); pese a lo cual, los conocedores de la historia, pueden verla aquí reconstruída. Me parece que el guión se ciñe, con mucha aproximación, a la ópera del mismo nombre (Salomé), con música de Richard Strauss y el inspirado libreto de Oscar Wilde. El momento cumbre ya se conoce: la caprichosa Salomé, hijastra de Hérodes, embriaga de deseo a este personaje, y le pide la cabeza de Juan Bautista, por el que siente una extraña obesión de amor y odio. (Con esto no comentamos el argumento, porque este es mínimo, ya que lo importante es, solo y exclusivamente, la danza y la música, que son magíficas).

...como aseguran algunos críticos profesionales. Un trío de "malos", capitaneado por el convincente Kevin Bacon, se encuentran con dificultades inesperadas cuando intentan conseguir el quinto chantaje perfecto... Frente a ellos, un valeroso matrimonio (la espectacular belleza Charlize Theron, un regular Suart Townsed) y su hija, la niña Dakota Fanning (que parece ser una promesa del futuro). Entre todos tejen un thriller no brillante, pero sí entretenido. El fallo más notable es la espectularidad que la historia quiere alcanzar en la parte final, y que suena a exagerado. Puede verse sin sentir hartazgo, que es lo que sucede con muchas películas de este género.

El mérito principal de esta película es la discreta combinación entre un cuento a la forma clásica (imaginativo, divertido, educativo...) y el valor añadido que se pretende insuflar con toda la artillería de imágenes movidas a golpe de ordenador y de efectos impresionistas y sorprendentes, aunque yo me quedo con la historia y el cuento, ya que Tim Burton nos llega a abrumar con los fuegos artificiales secundarios. Estupendas las actuaciones de Johnny Deep (quizás excesivo en gestos), del niño Freddie Highmore (en el papel de bueno, junto a sus padres y demás familia), y bien caracterizados en sus papeles de "malos" los demás críos que compiten por el maravilloso premio que pretenden alcanzar. Hay un propósito moralista: demostrar que los padres ricos de niños consentidos son los responsables de los perniciosos efectos de una mala educación; y que los pobres pueden vivir una existencia más rica en ideales, con familias más unidas. Creo que es una película notable, no sobresaliente, y que habrá divertido mucho a los peques y a los padres que saben ponerse a su altura.

Y si no, que se lo pregunten a Johhny y a Sarah (Paddy Considine y Samantha Morton), el matrimonio de emigrantes irlandeses, que con dos guapas y simpáticas hijas (más la sombra de otro hijo perdido) llegan a los Estados Unidos con muchas ilusiones y pocos dólares en los bolsillos. Jim Sheridan parte de esta situación para elaborar una tierna (tiernísima), emotiva y sensible historia, que apuesto mil contra uno que ha debido provocar mares y hasta océanos de lágrimas. Pero no es un blandengue dramón, sino una buena película, en la que todos los intérpretes cumplen son sobresaliente, y en la que se alternan escenas de hondo dramatismo con otras risueñas y divertidas, todo un canto en honor de los lazos familiares y de solidaridad entre gentes humildes y buenas. Las dos niñas, especialmente, merecen matrícula de honor, porque es difícil que a esas tempranas edades se comporten como actrices maduras, por la naturalidad y soltura que exhiben. A llorar, pues, si hace falta.